16/05/2025 08:52
16/05/2025 08:51
16/05/2025 08:49
16/05/2025 08:48
16/05/2025 08:46
16/05/2025 08:45
16/05/2025 08:45
16/05/2025 08:44
16/05/2025 08:43
16/05/2025 08:43
» Derf
Fecha: 15/05/2025 23:20
Dormir mal se siente: te levantás sin energía, de mal humor y con ganas de comer algo dulce o salado apenas empieza el día. Pero lo que muchos no saben es que la falta de sueño también puede estar relacionada con el aumento de peso. Y no es solo una percepción, sino que hay estudios científicos que lo confirman. Cuando dormimos menos de siete horas por noche, el cuerpo entra en un estado de estrés metabólico. Esto altera el funcionamiento de varias hormonas clave: Grelina: estimula el apetito. Cuando dormís poco, sus niveles aumentan. Leptina: es la que indica saciedad. Con pocas horas de sueño, disminuye. Cortisol: la hormona del estrés, que sube con la privación de sueño y favorece el almacenamiento de grasa abdominal. El resultado: más hambre, menos saciedad y más antojos, sobre todo de alimentos altos en calorías, grasas y azúcares. Dormir poco desequilibra el sistema hormonal y puede llevar a comer más de lo que el cuerpo realmente necesita. Además, la falta de sueño afecta la toma de decisiones, y eso también influye en cómo elegís los alimentos. Pero eso no es todo. El cansancio también reduce las ganas de moverse, lo que disminuye el gasto energético diario. Menos movimiento + más hambre = terreno fértil para subir de peso. También está asociado con una mayor resistencia a la insulina, lo que puede favorecer el desarrollo de sobrepeso, obesidad y diabetes tipo 2 a largo plazo. La solución no pasa solo por dormir más, sino por mejorar la calidad del sueño: tener horarios regulares, evitar pantallas antes de acostarse, no cenar muy tarde y hacer actividad física durante el día, son algunos de los pilares. Dormir bien es tan importante como comer bien y moverse. Y si el objetivo es cuidar la salud -o mantener un peso estable-, el descanso no puede quedar afuera.
Ver noticia original