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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 15/05/2025 18:41
El dictador de Venezuela, Nicolás Maduro, gesticula durante un acto por el 1 de Mayo en Caracas (Reuters) “La historia no aplaude precisamente a los cómodos. La historia premia a los valientes”. Así, de manera directa y sin rodeos, Julio Borges evidenciaba en una entrevista dada en Actualidad Radio las divisiones subyacentes dentro de la oposición venezolana, tachando a algunos de sus miembros como colaboradores del régimen de Nicolás Maduro. En un país donde el riesgo a las represalias es constante, Borges resaltó la valentía de figuras como María Corina Machado, enfrentadas a la censura y persecución del estado, en contraste con aquellos que, según él, han optado por jugar a la “normalidad”, incluso obteniendo habilitaciones políticas en un contexto de represión. La conversación se desarrolló al poco tiempo de una operación liderada por Estados Unidos, que extrajo exitosamente a opositores que habían buscado refugio en la embajada argentina en Caracas. Ellos son: Magalli Meda, Claudia Macero, Omar González, Pedro Urruchurtu y Humberto Villalobos. El movimiento, según Borges, no solo subrayó las fisuras dentro del régimen, sino también expuso las profundas traiciones que laceran el ámbito opositor. “El país tiene muy claro quiénes son estos personajes”, afirmó Borges, en alusión a quienes han sido tácitos colaboradores del régimen, al tiempo que cargaban medallas de falsa oposición. Fotografía de archivo de la líder antichavista María Corina Machado. EFE/ Miguel Gutiérrez Bajo este escenario, el discurso de Borges puso en relieve una tópica fundamental: el camino hacia la libertad en Venezuela demanda no solo resistencia ante la represión, sino también la capacidad de diferenciar a los auténticos luchadores de aquellos cuyo rol, sostiene, es el de perpetuar el yugo del régimen. Operación Guacamaya El reciente operativo de extracción llevado a cabo por Estados Unidos en Caracas, conocido como la Operación Guacamaya, marcó un punto crucial en la lucha contra el régimen de Nicolás Maduro. Esta misión fue diseñada no solo para desafiar directamente al sistema de seguridad del régimen, sino también para subrayar el compromiso de la comunidad internacional con la causa opositora venezolana. En declaraciones recientes a la periodista Marian de la Fuente, Borges destacó que la operación no había sido un hecho aislado, sino más bien “el inicio de una nueva fase en la lucha contra el régimen”. Uno de los líderes opositores venezolanos Julio Borges, en una foto de archivo (EFE) Para el régimen de Maduro, el grupo de opositores refugiados en la embajada argentina representaba “el trofeo más importante de la dictadura”, según Borges. La liberación de estas personas implicó enfrentar un complejo entramado de seguridad, con múltiples anillos de custodia, y destacó las divisiones internas: “En Diosdado Cabello recae la responsabilidad... queda absolutamente humillado”, afirmó Borges, señalando su manejo de la represión bajo Maduro. El éxito de la Operación Guacamaya no solo expuso las fisuras del régimen, sino que también destacó la importancia de las alianzas internacionales para lograr un cambio significativo. “Fue un movimiento redondo que deja muy mal a Maduro”, explicó Borges, subrayando la relevancia de este logro sin recurrir a la violencia. Esta acción se erige como una prueba palpable de que, al menos en esta ocasión, las grietas internas y las colaboraciones externas, perfectamente orquestadas, lograron un desenlace favorable para la causa opositora. En el contexto político actual de Venezuela, una de las afirmaciones más impactantes de Julio Borges es la existencia de fisuras dentro del régimen chavista. Según Borges, estas divisiones se están convirtiendo en “fracturas que se deben transformar finalmente en quiebres” para desmantelar la estructura de poder del dictador Maduro. Las traiciones y el miedo prevalecen en las esferas de poder, especialmente dentro de la policía política venezolana y otros organismos de seguridad, donde muchos desean un cambio aunque sea de manera encubierta, pues la realidad impuesta por el régimen se torna cada vez más insostenible. Borges describió una atmósfera de desconfianza que penetra hasta las altas esferas del chavismo, donde la lealtad ya no es un valor seguro. “Las dictaduras terminan derrumbándose, sobre todo porque terminan siendo un proceso de quién traiciona a quién”, comentó. La reciente Operación Guacamaya puso en evidencia esta realidad, revelando que incluso dentro del régimen hay quienes desean ver un colapso del poder actual. Además, sugirió que el continuo trabajo de la oposición para identificar y sancionar a colaboradores del régimen es una tarea minuciosa pero esencial para el progreso hacia la democracia. Según Borges, “quien ahora no duerme bien es el propio régimen y particularmente Nicolás Maduro”. La percepción de que la represión y la lealtad no son ahora más que castillos de naipes ha abierto nuevas posibilidades para impulsar un cambio desde dentro. Posición y Estrategia de la Oposición La estrategia política en Venezuela ha sido un tema de constante debate y revaluación para los opositores al régimen de Nicolás Maduro. Julio Borges destacó que, aunque no existe una “regla de oro” para decidir entre participar o abstenerse de participar en eventos electorales del régimen, la oposición ha tenido aciertos significativos en momentos críticos. Un ejemplo de ello fue la decisión de participar en las elecciones de 2015, donde se ganó el Parlamento con un abrumador 70% de los votos. Sin embargo, en 2018, la decisión fue no participar, lo que resultó en una deslegitimación internacional de Maduro. En la actualidad, Borges apoya firmemente la postura de no participar en las próximas elecciones, ya que considera que la dictadura intenta fabricar una “oposición artificial” que favorezca al régimen. En este proceso, la figura de María Corina Machado se ha consolidado como líder auténtico de la resistencia, a pesar de su censura y proscripción. Ella, junto con otros opositores como Edmundo González, continúa abogando por la no participación y reforzando la unidad entre las fuerzas opositoras para resistir las maniobras del chavismo. “Lo importante es que el pueblo venezolano, junto a María Corina Machado y los partidos que conforman la Plataforma Unitaria, están firmes en su postura”, expresó Borges, reafirmando su compromiso con el cambio real y duradero en Venezuela. Esta estrategia de resistencia no es meramente pasiva sino una declaración firme de rechazo a los intentos del régimen por legitimar una fachada democrática. Falsos Opositores y Funcionalidad al Régimen En un entorno político tan complejo como el de Venezuela, Julio Borges pone un especial énfasis en el rol que juegan los llamados “falsos opositores”. Estos individuos, según Borges, son aquellos que, bajo el disfraz de oposición, han optado por coexistir con el régimen, aceptando concesiones que minan la legitimidad de la verdadera lucha democrática. Nombres como Henrique Capriles y Manuel Rosales son mencionados por Borges como parte de este problema, describiendo sus acciones como “una rendición disfrazada” al participar en lo que él considera una farsa electoral organizada para el 25 de mayo. Henrique Capriles, habla durante un acto de campaña electoral este martes, 29 de abril, en Caracas (Venezuela). Capriles es señalado como un opositor funcional al régimen dictatorial chavista (EFE) Borges se mostró particularmente molesto con aquellos opositores que permanecieron en silencio durante momentos críticos, como el 28 de julio. “Antes, durante y después del 28 de julio, es como si no hubiera pasado nada”, puntualizó, subrayando la ausencia de acción y convicción en figuras que ahora recorren el país convocando a votar. El gobernador del estado venezolano de Zulia (noroeste), Manuel Rosales, en una foto de archivo. Desde el sector de María Corina Machado lo acusan de ser funcional al régimen de Maduro (EFE) En su discurso, Borges advierte que, aunque estos actores pretendan ser parte de una oposición válida, la historia les pedirá cuentas por sus decisiones, y no podrán justificarlas como positivas para la recuperación democrática de Venezuela. El verdadero peligro que implican estos “falsos opositores” es la dilución y el debilitamiento de un frente realmente unido contra el chavismo. Borges hace un llamado urgente para que aquellos que verdaderamente deseen un cambio en Venezuela rechacen estas falsas promesas de normalidad y se enfoquen en fortalecer la verdadera oposición, liderada por figuras que, aun en la clandestinidad, persisten en su cometido. Respuesta de la Comunidad Internacional El impacto de la Operación Guacamaya ha trascendido las fronteras venezolanas, resonando significativamente en la comunidad internacional. Borges sostiene que es crucial que las acciones internas de presión y desequilibrio del régimen se complementen con un fuerte respaldo internacional para lograr un cambio genuino y definitivo en Venezuela. Desde hace años, convencer al mundo del carácter dictatorial del régimen chavista no fue tarea fácil, pero el trabajo conjunto de opositores como Borges ha logrado que la comunidad internacional finalmente reconozca las violaciones democráticas que ocurren bajo el mandato de Maduro. Borges explica que solo a través de estas dos fuerzas —la interna y la externa— será posible quebrar el régimen. “Son dos taladros que actúan y terminan de fracturar la dictadura”, afirma, señalando que la Operación Guacamaya es un claro ejemplo del poder que puede tener la presión combinada. La liberación de los opositores representa una victoria significativa que podría reavivar el apoyo internacional y revitalizar la causa opositora dentro de Venezuela. Con la mirada puesta en el futuro, Borges aboga por la continuación de estas acciones coordinadas, sosteniendo que la consistencia y la resiliencia serán clave en los esfuerzos por reinstaurar la democracia. Dado este contexto, la respuesta internacional no solo es un apoyo necesario, sino también un catalizador esencial para redoblar los esfuerzos opositores internos.
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