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  • Las mentalidades en los conflictos

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 15/05/2025 07:36

    Por Javier Medina Gandía (*) exclusivo para COMERCIO Y JUSTICIA La profesora Carol Dweck de la Universidad de Stanford define el mindset (“mentalidad”) como las creencias y teorías implícitas con las que interpretamos nuestro entorno, las que influyen seguramente en las conductas que adoptamos en cada situación. Es decir, el “modo de pensamiento” que asume cualquier agente -en forma consciente o no-, se presenta como un factor relevante a la hora de dirigir sus acciones o tomar sus decisiones, puesto que habitualmente las personas nos comportamos conforme a un bagaje de experiencias, sistemas de ideologías y valores que conforman nuestro carácter. Para Dweck, existen dos tipos de mindset: la mentalidad fija y la de crecimiento. Los actores de un conflicto que piensan y actúan desde una mentalidad como la primera, suelen manifestar su resistencia a comunicarse, evitan responsabilizarse por su participación en la disputa, vislumbran poco manejo de su inteligencia emocional y adoptan una mirada pesimista y perezosa para vislumbrar una solución al problema que los atañe. Entretanto, aquellas partes que han incorporado un pensamiento de crecimiento son más permeables a la escucha, a la empatía, a pensar novedosas formas de solución; se muestran más activos al proceso de Mediación, hacen propuestas coherentes, y se esfuerzan para proponer opciones creativas de cambio. Como mediador y operador de conflictos, esto me recuerda al modelo dialógico de Gian Piero Turchi, que se centra en el análisis del lenguaje y el “valor de uso” de las palabras a las que apelan los protagonistas de una disputa: cualquiera sea la naturaleza de sus pretensiones, debe prestarse atención a las dinámicas discursivas y sus unidades simbólicas en los procesos de intercambio, para efectuar cuidadosas intervenciones con la finalidad de transformar la modalidad de interacción. ¿Cómo debemos los Mediadores medir el “peso dialógico” de las configuraciones discursivas? Creo que, luego de escuchar a las partes, y tener precisadas las pretensiones de cada una, se podría prescindir momentáneamente de “trabajar” en el objeto o temática sobre la que versa el conflicto (su dimensión objetal, según términos del jurista Remo Entelman) y continuar priorizando el análisis detenido de los repertorios narrativos que las partes traen a la mesa de mediación. Y es en este punto donde encontramos una conexión entre los tipos de mentalidades de Dweck con el Modelo Dialógico de intervención. Si bien Turchi clasifica los repertorios narrativos en tres tipologías -de mantenimiento, híbridos y generadores-, por razones de brevedad me referiré al primero y al tercero. Los planteos discursivos teñidos de frases de mantenimiento por lo general suelen mostrar dos caras contrapuestas de un problema sin dejar espacio a la examinación de otras variables; se apela a generalizaciones bipolarizadas sin permitir excepciones a la regla; se presenta el escenario conflictivo como inmutable o tal vez, con una única salida posible; los pensamientos son dicotómicos, los relatos son lineales del tipo causa-efecto y se echa mano a etiquetas, calificativos absolutos, prejuicios y estereotipos no sustentados sobre base cierta. Ejemplo de esto pueden ser frases como “siempre me hizo tal cosa”, “lo único que quiero es”, “jamás llegaremos a un acuerdo”. Por el contrario, los repertorios generadores se asientan en mentalidades de crecimiento. Los relatos abren posibilidades al cambio, buscan modificar el escenario actual en el que se encuentra empantanado el conflicto; se utilizan verbos que tienden a la acción, a la prosecución de objetivos, a transformar la actual realidad o crear una nueva -aunque las partes no puedan visualizarla aún-. Más que describir los hechos como han ocurrido, se mira hacia el futuro buscando un camino de solución. Ejemplo de esto lo encontramos en frases como “me parece que podríamos”, “se me ocurre esta idea”, “estoy dispuesto a…” Los mediadores debemos estar muy atentos al tipo de pensamiento que implícitamente se encuentra sustentando las afirmaciones, las palabras o las aseveraciones que hacen, dicen y transmiten los participantes de un proceso de Mediación. Para algunos actores del conflicto, las dinámicas emocionales y/o conductuales no pueden cambiarse ni desarrollarse, pues su tipo de pensamiento se centra en una creencia de mentalidad fija. Mientras que, para otros, un pensamiento basado en una mentalidad de crecimiento puede abrir puertas para transitar la controversia hacia zonas de solución inesperadas, creativas y que satisfagan las necesidades e intereses de todos los involucrados.

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