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» Diario Cordoba
Fecha: 14/05/2025 17:35
A Eduardo Mendozael anuncio del Premio Princesa de Asturias las Letras le ha pillado en el médico y le ha dejado afónico casi de la emoción, así que entre llamada intempestiva y ronquera inoportuna, al escritor casi se le queda cara de argumento de una de sus novelas. Una, por supuesto, protagonizada por el detective sin nombre, el chalado de las pepsicolas que, además de inmensas alegrías, ha regalado al autor de ‘Sin noticias de Gurb’ la condición de “proveedor de felicidad”. Así es como le ha definido este miércoles el jurado del galardón, un guante que Mendoza, sonrisa traviesa y ojillos vidriosos, recoge sin apenas rechistar. “No sé si proveedor de felicidad, pero seguro que sí proveedor de felicidad para mí mismo”, ha chisteado, que no chistado, durante una rueda de prensa organizada a toda prisa en la biblioteca Jaume Fuster de Barcelona. “Me he dedicado toda la vida a hacer lo que más me gusta, que es escribir y hacer el vago, y esto al final me lo premian”, ha valorado Mendoza. “Es muy bonito, una satisfacción, pensar que 50 años después de publicar mi primera novela no me han mandado al cuarto de los trastos”. La jubilación, qué remedio, tendrá que esperar. “No me dejan -ha ironizado-. A Serrat se lo dieron el año pasado y se tuvo que poner a cantar”. Enseñar a leer a varias generaciones En una década prodigiosa en la que también le ha caído el Kafka y el Cervantes, Mendoza considera estos premios un “estímulo”, pero también un reconocimiento a una carrera con unos cuantos hitos nada menores. El primero, por ejemplo, el de haber sido escuela y recreo de miles de lectores. “He enseñado a leer a varias generaciones, y esto es algo que me llena de satisfacción”, ha dicho. El segundo, igual o más importante, el de haber llevado el humor a la academia, blandiendo la herencia del Quijote como imbatible arma de guerra y devolviendo la risa ahí donde sólo había cejas levantadas y atildados monóculos. “El humor siempre ha existido, pero en novela estaba en horas bajas. Ahí yo tuve la desfachatez de lanzarme, empecé con una novela seria con toques de humor, pero luego decidí abrir una sucursal exclusivamente de humor. Es arriesgado, porque si fracasas no hay salvación. Y detrás de mí se han animado muchos. Hay una literatura de humor digna. Lo importante es no bajar el listón, no considerar que cualquier chocarrería vale. Esta literatura ya está totalmente naturalizada”, ha reflexionado. Eduardo Mendoza, este miércoles, tras conocer el fallo del Premio Princesa de Asturias de las Letras / Jordi Otix / EPC Obsesión "diabólica" Escritor de los prodigios e ilusionista de la guasa, Mendoza amagó hace un par de años con retirarse de la novela, anuncio que rubricó al poco con, en efecto, una nueva novela, ‘Tres enigmas para la organización’. “Dije que no quería seguir escribiendo novelas, sí, pero cuando uno lleva tantos años, ya es una especie de obsesión diabólica. Las novelas deciden por mí”, ha dicho, Ahora mismo, ha añadido, está ordenando papeles y haciendo “deberes”, pero no descarta lanzarse de nuevo a la narrativa. “Es posible que dentro de poco me ponga a escribir una novela de tiros”, ha aventurado. Sobre su relación con Barcelona, ciudad a la que contribuido a dar fuste literario con títulos como ‘La ciudad de los prodigios’ o ‘Sin noticias de Gurb’, poca cosa. Básicamente porque, ha destacado, su ciudad ya no existe. O lo hace sólo en sus novelas. “Todas las ciudades cambian muchísimo, y precisamente las personas que cambian, que somos todos, nos encontramos con una ciudad que no reconocemos. Mi ciudad, la verdad, no la reconocería ni su padre”, ha lamentado.
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