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» Diario Cordoba
Fecha: 14/05/2025 09:54
Agentes del grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València han capturado, tras meses de paciente espera hasta que cayera en su red, a Álvaro Luis Ospino Illera, la Negra Dominga, jefe de la banda de Los Piloneros y asociado con el temible clan de Los Costeños, uno de los narcos más importantes del norte de Colombia y sospechoso, desde el inicio, de haber encargado el triple crimen del Saler, adelantado en exclusiva por Levante-EMV, cometido el 27 de febrero de 2024, junto a los Bloques de Aparejadores y que encierra una sangrienta guerra entre clanes del narco y una venganza jurada cuyas raíces se hunden en una sangrienta fiesta de cumpleaños que acabó a tiros allá, cerca de Barranquilla (Colombia), hace dos años y medio, el 24 de octubre de 2022. La Negra Dominga ha sido finalmente atrapado tras poner sus pies en España, en Madrid, donde continúa en este momento, a la espera de ser trasladado a València. Está formalmente acusado de los asesinatos de su archienemigo, Roberto Carlos Vega Daza, alias Beto, el último superviviente del clan costeño de los Vega Daza, pacientemente exterminado por Ospino en venganza por la muerte de su sobrino preferido en aquella fiesta de cumpleaños, y de sus dos compinches y guardaespaldas, Harold J. R. y José S. L., barranquilleros como su jefe y su verdugo. Los tres fueron acribillados de 15 tiros en la noche del 27 de febrero de 2024, cuando iban a salir de su coche para entrar en un apartamento que habían alquilado en la torre 7 del complejo de Aparejadores, en el parque natural de la Devesa del Saler. Era el refugio clandestino en el que vivía totalmente oculto el último Vega Daza tras una precipitada huida de Colombia para escapar de las garras de Ospino, que evidentemente acabó encontrándolo. 15 tiros en mitad del Saler Además de la Negra, los agentes han atrapado en Pamplona a uno de los sicarios que participó en ese triple crimen, un colombiano de origen venezolano identificado como V. H. H. M., cuyo traslado a la Comandancia de València también está pendiente. Fue una vecina de esa torre del Saler quien dio el aviso a Emergencias 112 cuando se topó con el cadáver ensangrentado de un hombre, tendido en el suelo, a lo largo de la parte trasera de un Volkswagen Passat negro con las puertas delanteras abiertas, aparcado junto al edificio. Al fijarse, vio otro cuerpo caído sobre su propia sangre, junto a la portezuela del conductor y un tercero, el de Beto, frito a tiros como los otros dos, semitumbado en el asiento trasero. Los forenses contabilizaron 15 disparos, todos, con balas del calibre 9 mm. Es la primera vez que València se convierte en un escenario criminal de esas características, así que Homicidios tuvo claro desde el primer momento que lo que tenían ante sí era la exportación de una ejecución por encargo, una 'balacera' habitual en el ecosistema del narco en Colombia, Ecuador o Venezuela, pero absolutamente extraño en nuestro país. La Negra se erigió en principal sospechoso desde el principio, pero había que reunir las pruebas y hacerlo sin ruido, sobre todo, sin que ese ruido llegase a las autoridades de Barranquilla, el feudo de Ospino y de Los Costeños. El grupo de Homicidios de la Guardia Civil de València tuvo fácil descubrir al sospechoso: los medios colombianos llevan publicando la guerra para acabar con el monopolio del narco que ejercía el clan de los Vega Daza en el Norte, en el área de Barranquilla, capital del departamento del Atlántico, pero también mucho más allá, desde aquella fiesta de cumpleaños. Lo difícil era reunir las pruebas en una investigación compleja y arriesgada, y después, conseguir atrapar a Ospino en cuanto pusiera un pie en España. Y lo han conseguido. La fiesta ensagrentada El origen de todo sucedió el 24 de octubre de 2022, cuando Jonathan José Ospino Illera, sobrino e hijo adoptivo de La Negra Dominga y su ojito derecho, celebraba su 23 cumpleaños con amigos, familiares y dos orquestas en un lujoso rancho de Salgar, una pedanía de Puerto Colombia. Avanzada la fiesta, en la que Jonathan recibió como regalo dos camionetas Toyota Hilux adornadas con globos dorados, y sin que nunca se haya aclarado cómo empezó, se inició un cruce de disparos en el que los guardaespaldas de Roberto Carlos Vega Daza acribillaron al cumpleañero: seis disparos llevaba en el cuerpo. Y ocho el otro invitado que murió cuando lo llevaban a toda prisa a un hospital al que nunca llegó. Tras un entierro cargado de tensión, la venganza, jurada en público y en privado, era solo cuestión de tiempo. Distintos medios colombianos aseguran que Ospino se alió en ese momento con el líder de Los Costeños para acabar con Beto. Y, de paso, exterminar al clan entero de los Vega Daza, líder indiscutible del narcotráfico en el Norte desde que su fundador, el abuelo de Beto, se puso al servicio de los carteles de Medellín, con Pablo Escobar al frente, y Cali, con los hermanos Orejuela al mando, para controlar las rutas de salida de la cocaína a través del Caribe. De hecho, las malas lenguas dicen que, por encima de la venganza personal, estaba el deseo de quitarle el mercado. La familia Vega Daza, acribillada en su mansión Roberto se había librado dos veces de la muerte: la primera, tras ser tiroteado en un centro comercial, y la segunda, en junio de 2023, ocho meses después del asesinato de Jonatan, cuando su familia fue acribillada en su mansión por hombres de Los Costeños que los ejecutaron mientras tomaban algo en el porche de la vivienda, y él se salvó porque justo había entrado a la cocina a por un vaso de agua. Después de eso, Roberto tuvo claro que su vida pendía de un hilo, así que huyó de Colombia a Venezuela y de allí, con pasaporte falso, se trasladó a España y, finalmente a Valencia. Sobrevivió apenas ocho meses, otra vez el mismo lapso de tiempo. El 27 de febrero de 2024, sicarios enviados por Álvaro Ospino Illera, alias la Negra Dominga, según la acusación que ejerce la Guardia Civil sobre este, lo mataron en la narcomasacre del Saler de seis tiros en el asiento trasero del Volkswagen Passat en el que sus guardaespaldas lo llevaba al apartamento del Saler, justo a los pies del Mediterráneo, paradojas del crimen, el mismo nombre, Mediterrané, que tenía la lujosa cabaña alquilada por Ospino para cumplimentar a su hijo-sobrino en el día de su 23 cumpleaños, que acabó siendo también el de su muerte.
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