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  • Laura Alonso sobre Sarmiento: “El Facundo atraviesa todos los puntos de nuestra historia”

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 14/05/2025 04:55

    Cómo los viajes moldearon la vida y la visión política de Domingo Faustino Sarmiento Domingo Faustino Sarmiento fue escritor, traductor, político, polemista, presidente. Pero antes fue viajero: viajó para conocer, para entender, para descubrir ideas nuevas. Visitó escuelas en los Estados Unidos, fábricas en Europa, bibliotecas en Chile y convirtió cada experiencia en una clave para pensar la Argentina. Beatriz Sarlo, Tulio Halperin Donghi, Ricardo Rojas son algunos de los que estudiaron cómo esos viajes moldearon a Sarmiento y su visión del país. Desde el podcast “Sarmiento, el Aleph argentino” que realiza para la Universidad de la Ciudad de Buenos Aires, Laura Alonso recupera la figura de uno de los padres de la Argentina moderna. En esta entrevista habla de la vigencia de Sarmiento y la importancia de sus viajes. “Sarmiento hace su primer su primer viaje a Europa a los 34, casi 35 años”, dice Alonso, y continúa: “Son viajes que se inician en 1845 desde Chile. Sarmiento nunca había pisado Buenos Aires. Había salido a Chile en varios exilios, pero ni siquiera en este viaje llegó a la ciudad. Toma el buque que lo lleva por el Pacífico y atraviesa el Estrecho de Magallanes hacia Montevideo, porque no podía detenerse en la Buenos Aires de Rosas”. Esa fue la primera vez que Sarmiento sube a un barco y en ese mismo viaje, en Rouen, Francia, por primera vez se toma un tren hacia París. “El libro Viajes no se reedita y yo recomiendo que lo hagan”, dice Alonso, “porque ahí aparece una subtrama que es el Sarmiento viajero de la historia. Sarmiento atraviesa toda la historia del siglo XIX en la Argentina. Hoy hablamos de Sarmiento porque está presente. Hoy estaría hablando de cómo usar la inteligencia artificial para la educación; estaría pensando en las soluciones más innovadoras. Natalio Botana, que lo estudió mucho, dice que es un agente universal, uno de esos agentes históricos que aparecen cada tanto en la historia y son los que a través de su vida y de su obra, relatan un cambio de época”. La relevancia de ese primer viaje de Sarmiento, que toma una travesía de casi dos años, es cómo opera en su propia personalidad. “Es una bisagra en su vida”, dice Alonso, “porque se va el ‘loco Sarmiento’ y vuelve hecho un hombre de Estado: ahí empieza su carrera pública”. Cómo los viajes moldearon la vida y la visión política de Domingo Faustino Sarmiento —Lo más conocido de esos viajes son las maestras de Estados Unidos. Ahí está el gran trabajo de Laura Ramos, Las señoritas. ¿Qué sabemos de él antes? —Sarmiento venía de una familia tradicional; su tío era el obispo de Cuyo. Tenía vínculos con el establishment de la sociedad colonial sanjuanina. Pero, en realidad, era una casa pobre. La madre trabajaba para mantener a su hijo varón, Domingo, y a sus hijas mujeres. Y les inculcó que debían educarse y leer, que debían moverse en la vida a partir del conocimiento. Una de las hermanas de Sarmiento, Procesa, fue la primera pintora argentina. Y Sarmiento era un autodidacta: aprendió a leer con su padre y con su tío, y aprendió a leer solo en francés y, con alguna que otra clase que se fue pagando con sus trabajitos como dependiente en un almacén pudo pagarle a un profesor que le enseñara inglés. Sarmiento tuvo su primer “no” cuando le dicen que no podía venir a estudiar a Buenos Aires, al Colegio de Ciencias Morales… —El actual Colegio Nacional Buenos Aires. —Es el primer “no” de Buenos Aires, pero en realidad es la sociedad sanjuanina porque había becas para los seis mejores alumnos de cada provincia y él había quedado primero. Pero alguien altera el orden de mérito y el joven Sarmiento se queda fuera de la beca. Ahí entendés a Sarmiento desde otro lugar: el de la convicción y la voluntad. Si hay alguien que basa toda su carrera y su trayectoria en la voluntad, ese es Sarmiento. Para él todo es difícil, pero con esfuerzo y con mérito logra ser el mejor o casi el mejor. Ese momento en su vida —a los 12, 13 años— lo pone entre dos opciones: o deprimirse y ser un chico más de San Juan o transformarse en quien fue. —Y convertirse en presidente. —En presidente y mucho más. Probablemente Sarmiento te diría que como presidente hizo todo lo que había aprendido por la experiencia o por lo que había leído en sus intercambios. Sarmiento tenía una gran correspondencia. Era lo que hoy diríamos un mandado. En un baile, cuando estuvo en París, vio que estaba Balzac y se le acercó y le habló en francés y le dijo “Yo soy Sarmiento”. Era un cararrota. Pero el tipo se mandaba y así construyó una red de vínculos. Entonces Sarmiento te diría —y esta es mi especulación— que fue presidente para poder hacer todo lo que hizo por el país, pero no sé si él te diría que fueron sus mejores seis años. Necesitó el poder político y lo entendió para concretar un montón de acciones, no solo en educación sino también en ordenamiento del territorio: Sarmiento termina la guerra del Paraguay y le toca seguir el reordenamiento del territorio nacional —un proceso que había empezado con Mitre y que va a terminar Roca con la conquista del desierto. Borges era un admirador confeso de Sarmiento —Borges tiene un prólogo en una edición del Facundo que dice, si el libro nacional hubiera sido Facundo en lugar de Martín Fierro, otra sería nuestra historia. Una definición muy borgiana, que piensa que el mundo se construye con libros, pero también es una decisión política de Borges. —Es una definición sarmientina. Para Sarmiento lo que no estaba escrito no existía. Por eso se la pasaba escribiendo. Las cartas de viaje son doce cartas dirigidas a doce compañeros de aventuras políticas, doce liberales contemporáneos que estaban en el exilio: en Montevideo, en Chile; algunos también estaban en Brasil y él se los encuentra en Río de Janeiro. Ahora, por qué quiero hacer la reivindicación del libro Viajes: porque es una aventura apasionante en términos literarios y porque es también el descubrimiento del mundo. Sarmiento invita a cualquiera a sentirse un explorador. Por eso, cuando lo ponen a Sarmiento entre las dos tradiciones políticas de la Argentina y lo tironean, se olvidan de que la gran lección que nos dio fue una lección de vida, de construcción, de compromiso, de convicción. —¿Por qué planteás que es un Aleph, Sarmiento? —Bueno, primero por la conexión con Borges: tanto Borges como Victoria Ocampo, por quien tengo una gran admiración, adoraban a Sarmiento. ¿Por qué el Aleph? Porque el Aleph borgiano es por donde pasan todos los puntos y todos los puntos de nuestra historia, hasta el día de hoy, es el Facundo. Hoy nos preguntamos si es civilización y barbarie —porque así es el libro— y qué tenemos que hacer para ser civilización y no caer en la barbarie. Por qué la escuela no es solo donde se aprender a leer y escribir u hoy usar una computadora. Cuando él dice que en el banco de la escuela se forja el futuro de una nación, es porque se están formando los ciudadanos y un ciudadano no es un habitante. Un ciudadano no solo piensa en su interés particular, piensa en el interés colectivo. Ese es el desafío de la educación en Sarmiento. Él nos enseña que para que haya libertad, tiene que haber república, y para que haya república tiene que haber ciudadanos. El ciudadano se alimenta con una buena educación porque lee, porque aprende, porque comprende lo que lee. Y esa educación, además de ser una educación material, es una educación espiritual, no en el sentido religioso, sino en el sentido de la avidez por el conocimiento de todas las artes. Que te dejes tocar el alma por una ópera, por una obra de teatro, por un texto cualquiera. Que te llegue al corazón. Esa formación sentimental tan roussoniana que a Sarmiento particularmente le importaba. O sea: que aprendiéramos a sumar y restar, a leer y escribir, a emprender un negocio, a poder ser propietarios, a que las mujeres puedan ser maestras o puedan trabajar, pero también a que tuviéramos el alma lo suficientemente abiertas para dejarnos impactar por la emoción del arte en cualquiera de sus formas. —Cuando hablamos de Sarmiento podemos mencionar el Facundo, Recuerdos de provincia, Argirópolis, El Carapachay… ¿Cuántos Sarmientos hay? —¿Sabes cuál es el desafío? No fraccionar a Sarmiento, Tratar de entender la complejidad de la persona y el personaje, porque Sarmiento se construye como personaje. ¿Qué es Recuerdos de provincia? Hoy sería una biografía de campaña: un político que alguien le escribe la biografía para que vean de dónde viene y por qué tiene que ser presidente. Cada uno puede llevarse un pedacito, como decía Victoria Ocampo, pero lo más interesante es abrazarlo en su complejidad. Y leerlo. Cualquiera escribe sobre Sarmiento y todos lo critican. Hay miles de cosas para criticar a Sarmiento, pero hay que leerlo. Hay que volver a leerlo. En los institutos de formación docente y en las aulas. Como literato, como escritor, como periodista, en su correspondencia. Elegí lo que vos quieras: Sarmiento te va a gustar.

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