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Parana » Radio La Voz
Fecha: 13/05/2025 10:19
Milei esta fuerte, pero pierde elecciones. El peronismo está destrozado, pero puede ganar la Capital y la Provincia. La UCR murió pero sus gobernadores arrasan. El factor ordenador de la política argentina que fue la grieta entre kirchneristas y antikirchneristas está volando por el aire por la irrupción del fenómeno Milei. Todavía no está claro para beneficio de quien, pero se intuye una primer víctima: Mauricio Macri. Hay algo del caos en el que le gusta navegar a Milei que atenta contra la rigidez de la grieta, con sus categorías irreductibles, enemigos absolutos, indignaciones cuidadosamente seleccionadas. Si la grieta va mutando no es grieta, es caos. Por eso, las elecciones de este domingo permiten asomarse a la mutación en curso. Algunos rasgos: el agotamiento del método de conducción de Cristina Kirchner, la dificultad de Milei para traducir su buena imagen en una construcción política nacional, la desaparición del PRO, la supervivencia en el interior del país de un radicalismo que no es actor nacional pero tiene potencia en las provincias. Todo indica que estamos en las puertas de un nuevo orden, cuyos contornos aún desconocemos. La decisión de Milei de convertir a Macri y Clarín en el nuevo enemigo lo acerca a Cristina y rompe con un eje de la grieta, pero lo hace al mismo tiempo que se presenta como la mejor opción para terminar con el kirchnerismo. El resultado es que la grieta se problematiza y lo vemos de manera candorosa en la pantalla de LN+. El Waterloo del peronismo en Salta y Jujuy, provincias que gobernó durante décadas, ahora reducido a dimensiones electorales de la izquierda, fueron producto no del puño de hierro de Cristina sino de su falta de conducción. Delegar en los bonaerenses Aníbal Fernández y el Tano Menéndez la tarea de ordenar el peronismo jujeño, todavía afectado por las secuelas de la fallida experiencia de Milagro Sala, habla de una desaprensión que se pagó en las urnas. La idea que votar en contra de todas las iniciativas de Milei en el Congreso tiene que ser el factor ordenador del peronismo, introduce en un movimiento famoso por su plasticidad una rigidez que le complica la construcción de mayorías, como quedó claro en la ruptura con el salteño Gustavo Sáenz y antes con el misionero Carlos Rovira, como bien le recordaron desde esa provincia este lunes: la caída de Ficha Limpia no fue por amor a Cristina sino a Milei. Es un debate abierto si el peronismo que Cristina modela desde la presidencia del PJ es más puro (¿respecto a qué?), pero de lo que no hay dudas es que al menos en las tres provincias mencionadas, ahora está un paso más lejos de volver al poder. ¿Es entonces Cristina parte del pasado? Bueno, las cosas no son tan sencillas. Sigue siendo la dirigente opositora que más mide y tiene una chance real de ganar la provincia de Buenos Aires, que concentra el 40% del padrón nacional. Su método de conducción hoy no parece eficaz, pero el vínculo con una porción importante de la sociedad sigue vigente. Es increíble como se dan las cosas. Cristina ingresó en la política grande al derrotar a Duhalde, que desde el enorme poder de la provincia de Buenos Aires pretendía condicionar a todo el peronismo y al gobierno. Hoy, dos décadas después, Cristina es Duhalde. Su poder y su corralito es la provincia. A ella, que surgió de la olvidada Santa Cruz, hoy el peronismo del interior la ve más como una amenaza, que como la puerta para recuperar el poder. ¿Es Kicillof el relevo del liderazgo de Cristina? O mejor dicho: ¿Puede ser Kicillof la cara de una renovación peronista que deje atrás los años kirchneristas? Es demasiado pronto para saberlo, pero la definición de la próxima interna bonaerense es posible que sea también la definición de su futuro político. Los radicales no tienen un candidato a Presidente que mida dos dígitos, la desaparición de Juntos los dejó sin estrategia nacional. Pero gobernadores de ese partido acaban de ganar por márgenes impactantes sus provincias. Hay un radicalismo del interior, que parece calibrar bien el acompañamiento al ordenamiento macro que propone Milei, con la contención de aquellos que el libertario deja en el camino. "Orden fiscal con la gente adentro", sintetiza el jujeño Sadir. Milei arrastra el mismo problema desde que ganó el ballotage: no logra traducir su potencia electoral en una estructura nacional. Milei mide más que la marca LLA y la marca mide más que los candidatos. Esa de la lógica que se repite. Esto puede cambiar en Octubre? Puede. Pero las elecciones de este domingo en cuatro provincias donde supuestamente Milei lidera las mediciones, dejaron a los libertarios con el gusto agridulce de una cosecha minúscula de legisladores provinciales. La interna entre Karina y Santiago Caputo, lejos de armar una dialéctica que expande la capacidad política del oficialismo, construye un juego de suma cero que hasta ahora entrega debilidad territorial al Presidente. Milei se sostiene sólo, con lo bueno y lo malo de esa situación. Todos los gobernadores "aliados" vieron las legislativas de este año como una amenaza existencial si Milei les armaba una opción potente en sus territorios. Lo fueron llevando y ya tenemos a cinco -el primero fue Pullaro- que sortearon ese desafío. Ahora quedan liberados para el 2027, cuando se juegue la política en serio. De acá a octubre, varios gobernadores más tienen que cruzar ese Rubicón, pero el método está a la vista: convencer a Milei que no presente lista, si presenta lista que sea floja, si no es floja, jugar todo el aparato -sin romper públicamente- para ganar. Los ex macristas Rogelio Frigerio e Ignacio Torres están en esa deriva, en su zigzagueo que tocan los contornos de un peronismo republicano, como el cordobés Martín Llaryora. Tenemos entonces a distintas fuerzas confluyendo hacia un centro imaginario, que combina equilibrio fiscal, orden monetario y baja inflación, con obra pública, apoyo a la educación y la salud, rescate de lo productivo. Milei está afuera y Cristina -por ahora- también; por ahora, porque con Cristina nunca se sabe. Tenemos un radicalismo sin opción nacional, pero fuerte en las provincias; un kirchnerismo agotado en el interior, pero ineludible en la provincia; un PRO a pasos de la extinción pero con dos gobernadores muy competitivos y un Milei que mide bien pero tiene enormes dificultades para armar una estructura nacional, justo cuando debería ser el momento de pasar por caja su popularidad. Hay que decirlo, momentos como estos son incómodos para los que buscan certezas, pero ofrecen a los que aceptan la neurosis argentina como un rasgo de cierto encanto, el placer de la incertidumbre.
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