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» Diario Cordoba
Fecha: 13/05/2025 07:33
Este disco ha llegado solo unas semanas después del documental ‘El método Orozco’, donde cuenta su proceso de superación de una depresión de la que usted no era consciente. La historia era tan intensa, enrevesada y, a la vez, tan normal, que me pareció que era bonito un documental que acompañara el disco. Lo hice con esta intención, aunque a veces pienso que me he pasado de frenada. ¿Por qué lo dice? Porque el documental va muy adentro. Pero no entendía otra forma de hacerlo. Si cuentas las cosas, tienes que hacerlo de verdad. Yo no considero que tenga una vida tan interesante, pero durante ese proceso pasaron muchas cosas en mi vida. Ahora miro hacia atrás y me emociona. Le dijeron que estaba pasando una depresión y el diagnóstico le pilló por sorpresa. Volvía de un concierto en Bruselas y no me encontraba muy bien, estuve unos días con mucha fiebre y no sabía qué me pasaba. No sabía si iba a seguir, si sería capaz de aguantar el ritmo. La palabra ‘depresión’, la primera vez que sale es hablando con un psicólogo. Yo había pasado unos meses muy ensimismado, en Madrid, grabando televisión, y casi todo lo que ocurría era dentro de mi habitación. A partir de ahí, él fue hilando las cosas. Ha sido una experiencia en la que me he desbravado, como cuando le quitas el tapón a ‘La Casera’. ¿Cómo se veía trasladando todo eso a la música? Creo humildemente que este disco es el mejor de mi vida. Lo sé porque nunca había dedicado tanto tiempo a hacer algo, a unas canciones, y cuando decido que lo he terminado es porque siento que he llegado a mi punto final y que ya no sé qué más hacer. Yo paso de pensar que la inspiración va a venir y me va a pillar esta noche de luna llena. Me he estado levantando a las siete y media para hacer lo que tenía que hacer, metodizar la composición, de lunes a domingo. El cantante Antonio Orozco, retratado en Barcelona. / JORDI COTRINA / EPC Es un álbum con medios tiempos, atmósferas y piezas recogidas, menos pop que otros suyos. Yo qué sé, nada está puesto al azar, todo tiene una lógica. Partía de una idea: ¿cuánto tiempo hace que no escuchas un disco entero? Este está pensado desde que empieza hasta que termina, con sus interludios, todo. Incluso los cortes entre tema y tema están hechos para que todo transcurra dentro de una misma estela, para que no tengas que salir de ella. El flamenco sigue ahí como una presencia flotante: el canto, ciertas cadencias, algunas palmas. Y las armonías. En mi mundo, la música llega a través de la guitarra flamenca. Con 13 o 14 años ya tocaba en las peñas y aprendí así. Es una luz que siempre está encendida. Cuando tus recursos se acaban, los acordes flamencos aparecen porque son la madre de todos los demás. Aquí los hay de taranta, de soleá, de bulerías. En ‘Te juro que no hay un segundo que no piense en ti’ hay unas alegrías. Cuando presenté el documental en la Gran Vía de Madrid me sentía en mitad de una habitación desnudo con todo el mundo mirando por la mirilla. Fue muy ‘heavy’ Son matices que no todo el mundo es capaz de detectar. Mucha gente me ha dicho que ha vuelto el Antonio Orozco del principio. No sé, puede haber una conexión con todo eso. En los últimos tiempos, estamos preocupados porque nuestra música guste a gente nueva, joven, de otros países… Está bien, pero cuanto más intentas buscar algo, más se desvirtúa. Y ahora, con las herramientas digitales, sabemos tan bien qué es aquello que gusta de ti, que me dije que haría un disco que gustara a la gente, a la que me ha traído hasta aquí. ¿No te parece que cuanto más quieres ser número uno, más lejos te vas? Es posible, pero en lo que dice hay uno de los dilemas del artista: escuchar su voz interior o dar al público lo que cree que espera. El más exigente conmigo como creador soy yo mismo. Nadie me puede hacer más daño que yo, es imposible. No creo mucho en eso de “voy a hacer canciones que me gusten a mí, y me da igual si gustan a los demás”. El cantante Antonio Orozco, retratado en Barcelona. / JORDI COTRINA / EPC Muchos artistas dicen eso. Pero, entonces, ¿por qué comercializan sus canciones? ¿Y para qué hacen las entrevistas? Haces canciones para que gusten a la gente y sirvan para algo. Luego está esa parte tuya del ego, pero a mí me gusta gustar. Me preocupa mucho que lo que haga pueda no gustar a la gente. Eso pondría a temblar todo lo que para mí es importante. En la canción titular del álbum dice: “Ay, si el oro, tiempo fuere”. ¿Le angustia el paso de los años? Últimamente, el tiempo me ha pasado muy rápido. Aquí hay un toque de atención poético respecto a eso de que en la vida todo se puede negociar. Hay una cosa que es irreversible, el paso del tiempo. Estuve hace poco en Nepal y ahí hay un mantra que dice que el ser humano es sorprendente porque es capaz de gastar su salud para ganar dinero, y luego gastar el dinero para recuperar su salud (ríe). Me encantaría vivir 200 años. Me llama la curiosidad. Yo he llegado a unas conclusiones: ya no voy a volver a hacer giras de 50, 60 o 70 conciertos. Haré menos. Las cuestiones de salud mental ocupan los titulares y puede sorprender que triunfadores natos de la música hablen de fragilidades, angustias y depresiones: Aitana, Alejandro Sanz o usted mismo. Pero eso es como la vida misma. Las vidas no están escritas. Por eso pienso que me he pasado de frenada, porque cuando presenté el documental en la Gran Vía de Madrid me sentía en mitad de una habitación desnudo con todo el mundo mirando por la mirilla. Fue muy ‘heavy’. Después, a partir de ahí surge una empatía bonita. Compartir según qué cosas está bien. ¿Hay un público que le llega por ese proceso de identificación, donde la música aparece después? No era esa la intención. Pero, sí, habrá gente que no tenía idea de que yo soy compositor y cantante, y que ha conocido mi historia y se ha preguntado qué canto. Pero ni en el mejor de mis sueños yo hubiese imaginado que pudiese decir que estamos a punto de agotar las entradas del segundo Sant Jordi, ¡a siete meses! ‘Te juro que no hay un segundo que no piense en ti’ se ha convertido en una de las canciones más importantes de mi vida, y yo no la había elegido para ‘single’. ¿Cree que esta canción, dedicada a su hija Antonella, es la clave de que propicia esa venta de entradas? Cuando sacamos la gira a la venta, lo único que había pasado era la publicación de la canción. No había película todavía, ni había salido en ‘La Voz’… Y esa canción lo hizo temblar todo. En un mundo en el que las baladas no tienen espacio, donde las listas de Spotify no acompañan…, y es una de las más escuchadas. La música en directo de gran formato anda un poco desbocada. Hoy por hoy, es un negocio casi mayor que el del fútbol. Cuando yo iba a ver a Bruce Springsteen o a Madonna al Palau Sant Jordi aquello era de una épica absoluta. No me hubiese imaginado que ahí iría yo, y dos días. ¿Lo próximo ya será el Estadi Olímpic? Solo con oírlo ya me tiemblan las pantorrillas.
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