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» Diario Cordoba
Fecha: 12/05/2025 10:20
Los ajeros de la provincia de Córdoba van a comenzar en unas semanas (en torno al 20 de mayo) la recogida de una hortaliza que hasta hace unos lustros era uno de los productos destacados del campo cordobés, sobre todo en Montalbán y sus alrededores. Ahora la situación es muy diferente tras la pérdida de superficie dedicada al ajo, un cultivo delicado que requiere de una serie de condiciones para su crecimiento que no siempre es posible cumplir. Este año, las previsiones iniciales de Asaja indicaban que la superficie de ajos plantados estaría en el entorno de las 1.000 hectáreas, más o menos similar a la del año anterior, pero la mitad que hace dos cosechas. Pero es que en los años 80 y 90 del pasado siglo el terreno cultivado con ajos estaba en el entorno de las 9.000 hectáreas. Al final, el balance ha sido mucho peor de lo esperado y la patronal estima en unas 400 hectáreas dedicadas al ajo en toda la provincia. Ha pasado a ser una plantación residual. La importancia del agua El cultivo ha ido perdiendo rentabilidad con el paso del tiempo, pero sobre todo se enfrenta a la incertidumbre de las condiciones climatológicas. El ajo necesita mucha agua —como todo el campo, pero en este caso más—, bien de regadío o de la propia lluvia. Eso ha cambiado para mejor en el último año, pero cuando había que plantar los ajos, a finales del pasado año, nadie podía prever las lluvias que caerían en invierno y primavera, y los pantanos (sobre todo Iznájar, del que dependen los regadíos de la zona) no estaban en buenas condiciones. En consecuencia, los agricultores que hasta entonces se dedicaban al ajo optaron por plantar otra cosa que tuviera más garantías de salir adelante. Para cubrir la demanda de las industrias y almacenes cordobeses, se fueron a otras regiones de España donde sí había agua, como en la provincia de Sevilla, en el entorno de Antequera o incluso en zonas de Castilla la Mancha como Toledo. Así lo asegura Miguel del Pino, presidente de la sectorial del ajo de Asaja Córdoba. Tareas de recogida de ajos en una finca de Santaella, en una imagen de archivo. / Francisco González Y ese no es el único problema del ajo. Hay que añadir otros males endémicos del campo, como la escasez de mano de obra que se agrava en un producto que se recolecta a mano y que requiere proporcionalmente de más trabajadores que otras plantaciones durante la cosecha. También afecta, tal como han avisado las patronales, la pérdida de herramientas de control de plagas, así como el incremento del precio de la tierra. Todo ese conjunto de causas explica la perdida de superficie destinada al ajo desde las 2.000 hectáreas plantadas en los últimos años hasta el millar de las dos últimas campañas. Calibres más pequeños Para colmo, este año se prevé que el ajo venga con un calibre más pequeño de lo habitual. En toda España hay un 5% más de superficie destinada a esta hortaliza tan apreciada por la gastronomía ibérica (unas 23.000 hectáreas), pero este año la producción medida en kilos será menor, o al menos eso indican las previsiones. En cuanto a la calidad, no es posible saberlo hasta que no se arranca el ajo de la tierra, y para eso aún faltan un par de semanas. Cuestión aparte es el funcionamiento de los mercados. Como explica Miguel del Pino, los productores y comercializadores esperan que el precio, que determinan sobre todo las grandes superficies, se mantenga alto, como ya ocurrió el año pasado. No parece factible una caída de los precios cuando es muy probable que siga habiendo una escasa producción. El pago final depende de muchos factores, incluida su presentación y la calidad, pero una media razonable, explica el responsable de Asaja, estaría en el entorno de los 4,5 euros por cada kilo. A finales de la campaña pasada, España se quedó sin ajos, y todo apunta a que este año ocurra lo mismo, indica Del Pino. Esta circunstancia contribuirá, o eso piensa el sector, a mantener unos precios buenos para los productores. Los almacenes Que Córdoba no produzca ya apenas ajo no quiere decir que la industria manufacturera no siga siendo importante en esta provincia. Lo es y mucho. Los elaboradores y distribuidores siguen teniendo un gran peso en Montalbán, localidad en la que apenas hay ya mano de obra para la recogida, pero sí en los almacenes para su manipulación. El producto, simplemente, vendrá de otro sitio y se pondrá en el mercado desde aquí. Según el análisis que realiza Miguel del Pino, «los grandes almacenistas son también grandes agricultores y se han ido a donde había más agua, como Antequera o Sevilla, Toledo y Castilla La Mancha. Esos ajos sí vienen a los almacenes de Montalbán. Se pierde mano de obra en el campo pero en los almacenes no se va a notar prácticamente casi nada». Suscríbete para seguir leyendo
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