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» Diario Cordoba
Fecha: 12/05/2025 05:33
Paqui Gómez vive en el recuerdo de su hijo. Literalmente. El modesto apartamento en que reside está repleto de medallas, placas y fotos de Miguel Ángel González, uno de los agentes que murieron arrollados por una narcolancha en Barbate. "Hace justo 15 meses ya", recuerda. Aquel fatídico 9 de febrero de 2024, una parte de ella se fue para no volver jamás. "Ojalá ninguna madre pase por lo que estoy pasando yo". Aun así, Paqui Gómez saca fuerzas para liderar todas las concentraciones que reclaman justicia para los dos guardias civiles asesinados "Me gustaría que asumiera la responsabilidad quien puso en el agua a mi hijo. Se encontraba allí porque le dieron una orden", afirma. "Juró servir a su patria hasta morir. Y lo cumplió. Con él no cumplieron", declara sentada en un butacón durante la entrevista con El Correo de Andalucía. Solo unos días después de la detención del último de los tripulantes de aquella goma, tras el anuncio de que elevará el caso contra los mandos de la Benemérita al Tribunal Supremo, Gómez asegura que confía en la justicia. "Espero que el Supremo me dé la razón y que no tengamos que ir al Constitucional", cuenta la madre de González. "Mientras yo tenga vida, no voy a descansar". ¿Cómo y cuándo se enteró del fallecimiento de su hijo Miguel Ángel? Me enteré el viernes a las 23:45. Yo ya me iba a acostar, y cuando tocaron el timbre a esa hora, me asusté. Cuando me acerqué a la mirilla, vi muchos hombres en el descansillo. Y lo que escuché fue: “Paqui, abre, que soy el Pera”. Ese chaval es el binomio de mi hijo desde los cuatro años y también es guardia civil. No me hizo falta más. En la puerta vi a un psicólogo y al comandante de mi hijo, casualmente compañero de balonmano de él. Junto a ellos venían unos pocos amigos de mi hijo. Los miré a la cara y les dije: “¿Mi niño, no?”. Y me decían que sí. Ya luego no me acuerdo de nada. Fui la última en enterarme: mi hija lo sabía y su padre también. ¿Y le contaron ahí lo que sucedió? No supe lo que pasó hasta el día siguiente, me contaban verdades a medias. “No, es que fue un accidente...”. Aunque eso se sabía casi desde las tres de la tarde que iban a salir. Mi hijo se había llevado ese día su coche, y estaban todos sentados dentro porque hacía un temporal de miedo, mucho frío. Se encontraban todos esperando una llamada, una orden. Mi hijo llamó a un compañero que tiene destino en Cádiz -el último que habló con él por teléfono- y le contó lo que pasaba. “Ya estamos allí”, respondió. Era así. Ahí los demás le dicen que se espere, que tienen que dar la orden. Intentaron, según me enteré después, sacar al Servicio Marítimo, pero cuando iba por la bocana del puerto de Cádiz aseguró que no salía. El helicóptero respondió exactamente lo mismo. En ese momento, el coronel le comentó al sargento: “Coged la zodiac de ahí, tiradla al agua y haced lo que podáis”. Se entera entonces poco a poco. Estaba en shock, yo no era yo los primeros días. No me enteraba prácticamente de dónde estaba, no recuerdo muchísimas cosas de las que viví ese día, y al día siguiente, y al otro. Nada más que tenía la mirada fija en el féretro de mi hijo, pensando que no podía estar ahí. No veía ni al ministro del Interior; si lo veo, no me saluda. Porque después de lo que me enteré, teniendo la culpa de todo... ¿En algún momento le ha llamado el ministro del Interior o algún representante del Gobierno de España? No, nadie. En ningún momento. Ni el director de la Guardia Civil. Y palabras de condolencia del presidente del Gobierno ni las esperaba. Nadie, nadie, nadie. Lo más cercano a eso ha sido el alcalde de Barbate, que cuando se acercó a mí, me quitaron de en medio. Porque se sabía ya que había habido movida para que la Guardia Civil se movilizara aquella noche y saliera la zodiac. ¿Aquel 9 de febrero o en días anteriores le confesó su hijo algún tipo de inquietud con sus labores? Él nunca me contaba nada, ni cuándo salía ni qué peligros corría, exceptuando que había escasez de medios. No tenía pelos en la lengua: cuando se presentó le dijo eso mismo directamente al coronel. A mí, si me refería algo, era siempre a posteriori. ¿Ha podido hablar con alguno de los supervivientes de aquella zodiac? Por teléfono he hablado con el cabo. Me contó con pelos y señales todo lo que ocurrió. Como pudo, claro, porque también se le nota que está muy tocado; podría haber sido él perfectamente. Con el resto de supervivientes, con ninguno más. ¿Y a nivel social ha sentido apoyo? San Fernando, que es donde mi hijo nació, es el pueblo que menos se ha pronunciado por la muerte de mi hijo. Le han hecho homenajes en muchísimos sitios, pero no allí. Ni siquiera se suspendieron los carnavales. A los dos días hicieron un minuto de silencio, y allí no apareció ni la alcaldesa. Después de que se arrestara en un primer momento a Kiko el Cabra y sus compañeros, el pasado septiembre cayó detenido Karim; dos meses más tarde, dos tripulantes de la narcolancha, y hace una semana, otro de los ocupantes. ¿Cómo valora la investigación y actuaciones realizadas hasta el momento? Para empezar no me creo que se haya detenido. Bajo mi punto de vista, creo que este hombre [Karim El Baqqali] se ha entregado porque tenía mucha presión donde estaba. Y a los otros tres, más de lo mismo. Sé que la Guardia Civil está haciendo su trabajo. A mí el coronel de Cádiz me dice que no van a parar, que los van a pillar. De hecho, él es el que me da a mí la noticia de que se ha detenido a Karim, y me lo pone por WhatsApp a las siete de la mañana, como poniéndose la medalla. Bueno, ¿y qué? Pero si es que estaba cantado, ¿no? A mí se me ofreció todo en los primeros días, y la verdad que no me siento apoyada por nadie de la Guardia Civil, exceptuando sus compañeros, algunos jefes y las asociaciones profesionales. ¿Ha tenido contacto con algún mando de la Benemérita? El coronel de Cádiz me citó en su despacho junto al comandante de mi hijo el 3 de abril, y me aseguró que él asumiría toda responsabilidad porque él dio la orden. ¿Y dónde está? ¿Por qué a mí no ponen delante al que ha sido? Eso es lo que me gustaría: que asuma la responsabilidad quien puso en el agua a mi hijo. Él no estaba allí porque le daba la gana. Se encontraba en ese sitio porque le dieron una orden, y él juró servir a su patria hasta morir. Y lo cumplió. Con él no cumplieron. No me lo están defendiendo. Al contrario: si me tienen que callar la boca me la van a callar. Y ya te digo que no, que esta que está aquí no se calla. Aunque sea lo último que haga en esta vida. ¿Ha podido hablar con algún otro superior de la Guardia Civil? Conocí por suerte a Pérez de los Cobos, y eso sí que es un guardia civil. Lo conocí en Madrid en un acto que le hicieron a mi hijo, y él sin decirme nada me lo dijo todo: si él hubiese estado, no se habría dado ese orden. Va a elevar el caso contra los mandos del Instituto Armado al Tribunal Supremo tras los archivos del Juzgado de Barbate y la Audiencia Provincial. ¿Tiene esperanza de que se acabe reabriendo? Yo nunca voy a perder la esperanza. Si no lo abre el Supremo, iremos al Constitucional, y si no, al de los Derechos Humanos. Esto sabe toda España que ha sido un asesinato, a mí que no me vendan el cuento de que fue un accidente. Iban seis guardias civiles dentro de una zodiac de cinco metros, como si le das un pato de goma a un niño en medio del mar. ¿Quién le informó del giro en la investigación, cuando se pasó de Kiko el Cabra a Karim? Yo todo tiempo estaba informada por mi abogado, pero por el de ahora [Miguel Lozano]. Tenía otro abogado antes, que me dieron su nombre, pero nunca me llamó. Ni me cogía el teléfono, ni me contestaba al whatsapp, ni nada de nada. ¿Y de la detención del último de los tripulantes, realizada hace solo unos días? Me llamó el Día de la Madre la madre de mi nieta. Me preguntó si me había llamado la Guardia Civil, y le dije que no. Me informó de que le habían avisado del arresto del último que quedaba. No hubo comunicación por parte de nadie más. ¿Confía en que se haga justicia? Yo tengo fe en la justicia. Hasta hoy, sí. Y espero que el Supremo me dé la razón y que no tengamos que ir al Constitucional. Te garantizo que mientras yo tenga vida, no voy a descansar. "Espero que el Supremo me dé la razón y que no tengamos que ir al Constitucional" ¿Y cómo era Miguel Ángel? Mi hijo era un niño inquieto, muy abierto. Él es su madre, pero en masculino. No se corta ante nada y te echa una risa y te gasta una broma. Fíjate cómo era mi hijo, que todos sus compañeros de preescolar los sigue conservando. Todos. Uno de ellos está dado de baja psicológicamente. Y su hija tiene locura con su padre. El pasado Día de la Madre me llamó y me dijo: “Abuela, te llamo en nombre de mi padre para felicitarte. Porque los dos te queremos mucho”. Ese era Miguel Ángel. ¿Cómo le llegó la vocación de guardia civil? Mi hijo quería ser militar, infante de marina. Se colocaba la gorra de su padre, con nueve o diez años, y se ponía a cantar el himno de la infantería de marina. Allí se tiró 15 años: estuvo en Bosnia, en Haití... Más tarde, como mi nieta vivía en Galicia, se fue para allá para hacer un curso de buzo de infantería para poder ser destinado a Ferrol y así estar al lado de su hija. Y entonces le picó el gusanillo trabajando con los GEAS de meterse en cuevas y aguas oscuras. Estudió y aprobó el acceso a la Guardia Civil. ¿Y luego entró en los GEAS, no? Pasó por varios pueblos, y después de un tiempo entró en los GEAS. Quería venirse para Cádiz porque era muy gaditano, pero a mi hijo le dan Ibiza. “Yo no puedo irme a Ibiza, allí no se puede pagar el alquiler”, me contó cuando me lo anunció. A los días, me vuelve a llamar: “Mamá, que hay uno más moderno que quiere irse a Ibiza. Yo me voy para Algeciras”. ¿Tú crees en el destino? Pues yo sí. Creo que mi hijo vino con una misión, terminó de cumplirla y se fue. Porque mi hijo iba para Ibiza, y al final fue para Algeciras y duró dos meses. "Creo que mi hijo vino con una misión, terminó de cumplirla y se fue" En la capilla ardiente, el sargento me dijo que en ese tiempo mi hijo revolucionó el destino. Siempre era el primero disponible para todo, era muy lanzado. De hecho iba en la punta de la zodiac. La madre de uno que iba también ahí me contó: “Tu hijo le dijo al mío: ‘¿Qué nos va a pasar si vamos con los GAR?’. Y él le contestó: ‘¿Y qué nos va a pasar a nosotros si vamos con los GAR?’”. Son valientes, son guerreros, pero no son inmortales. Y así fue la historia, así me lo mataron. Y me lo quitaron. ¿De dónde saca la fuerza para encabezar las concentraciones en memoria de su hijo? Yo también me lo pregunto. Luego me derrumbo, ¿sabes?, pero creo que mi hijo me está ayudando. Tengo que hacer justicia por él y por que esto no vuelva a pasar nunca más. Ojalá ninguna madre pase por lo que estoy pasando yo. Y ninguna viuda, y ningún huérfano. Se ha llevado un trozo de mí, y sé que ese trozo jamás lo voy a recuperar. Yo no tengo el mismo semblante que tenía dos días antes. Yo me miro al espejo y digo: “Esta no soy yo”. Porque la cara es el espejo del alma y yo el dolor lo tengo reflejado. Me considero fuerte, y ahora me estoy dando cuenta de que lo soy más de lo que esperaba.
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