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» Diario Cordoba
Fecha: 11/05/2025 17:35
Robert Francis Prevost, el misionero que en Perú se metía en el fango para llevar comida a los que no tenían nada, aquel que tiene antecedentes familiares maternos en Córdoba y paternos en Huelva, fue elegido el jueves Papa de la Iglesia Católica. Pasado un tiempo prudencial desde su designación salió al balcón. Pudimos ver por sus gestos la emoción contenida de su corazón y la expresión de sus sentimientos a través de su mirada. León XIV contemplaba a cuantos estaban en la plaza y las calles adyacentes, y los recogía con sus brazos a modo de agradecimiento por cuanto le estaban manifestando. Proyectaba responsabilidad asumida y emoción contenida Sus primeras palabras fueron un deseo de paz, «desarmada y desarmante», como precisó después, para recordar pronto al Papa Francisco. Coge su testigo, impregnado de San Francisco de Asís, de San Agustín, con el nombre de León XIV, heredero de su antecesor XIII, que llegó a conocerse como el «Papa de los trabajadores», propulsor de la doctrina social la Iglesia Católica, expresada en su encíclica Rerum Novarum. Ahora los cristianos debemos asumir un compromiso con nuestro nuevo Papa, que es no compararlo cada momento con Francisco, no exigirle que sea como Bergoglio y que haga las cosas como las hacía él. Expreso esto sencillamente porque no sería justo, aunque estoy convencida que va a seguir el camino abierto por Francisco, en el que trabajaron juntos, y que va a continuar por la senda de su ministerio. Retos hay por delante en esa senda del encuentro, del ejercicio sacerdotal que tiene que guiar, no imponer, como miembros de una comunidad – entre todas y todos -, como responsable de ayudar a recuperar a quienes se quedan atrás – al final de la cola, si es preciso -, nunca por encima de ningún grupo. Confiemos en él desde la generosidad y fraternidad cristianas. Ha demostrado ser dialogante, conciliador, ha afrontado señaladas dificultades en su sacerdocio. Dejemos que guíe el nuevo tiempo que viene al que cada día se suman más problemas, más complejidades, a sabiendas de que no va a ser fácil. El Papa nos ha hablado de una Iglesia Misionera, que construye puentes, que establece diálogo. Ha hablado de la paz, de la sinodalidad -convencido de que la aportación de las mujeres es esencial y de que los laicos deben tener un papel más importante-, señalando que hay que reforzar y ampliar el papel de la mujer en la Iglesia. Las mujeres que trabajan en el ámbito de la Iglesia por la igualdad deben ser escuchadas en sus aportaciones y propuestas. León XIV ha hablado de la justicia social y de una Iglesia más cercana a la vida terrenal. Nos ha mostrado el camino a compartir. Vayamos junto a él, no nos dejemos llevar por los que quieren hacer de los bulos, verdad; ayudemos a arrojar luz a la esperanza que se alumbra; cerremos el paso al odio, a la confrontación excluyente, sin sentido. Sigamos dando oportunidad y espacio al humanismo. Comparto con mis compañeros, compañeras, hermanas y hermanos, el convencimiento de que la fraternidad es el instrumento con el que se tienen que tejer las relaciones en el orden mundial. A la Iglesia que preside ya León XIV le corresponde un papel inspirador en ese trenzado. *Exalcaldesa de Córdoba y presidenta de Cristianos Socialistas del PSOE
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