12/05/2025 04:11
12/05/2025 04:10
12/05/2025 04:09
12/05/2025 04:09
12/05/2025 04:09
12/05/2025 04:09
12/05/2025 04:09
12/05/2025 04:08
12/05/2025 04:07
12/05/2025 04:06
» Elterritorio
Fecha: 11/05/2025 11:44
Las próximas paradas serán Garupá, Eldorado y Apóstoles —el 16, 19 y 23 de mayo respectivamente— y luego llegarán Alem y Montecarlo, además el 22 de agosto se realizará el INCATECH virtual. Todas las jornadas son gratuitas domingo 11 de mayo de 2025 | 2:30hs. Fotos: Joaquin Galiano El jueves se realizó una nueva edición del INCATECH, el evento del Incade que año tras año se consolida como un espacio clave para pensar la innovación, la tecnología y el conocimiento. Bajo el lema “Innovación abierta”, el ciclo 2025 marcó el inicio de una nueva etapa y un giro territorial: por primera vez, los encuentros trascienden Posadas y se expanden a Garupá, Eldorado, Apóstoles, Leandro N. Alem y Montecarlo, con jornadas de formación gratuita, abiertas a la comunidad. Además, el formato online permitirá que personas de todo el país —y más allá— puedan sumarse. Este año se contó con la participación de referentes como Orlando Cabrera, Luis Medina y Juan Pablo Luna, quien llegó desde Esquel para abrir la discusión sobre qué significa innovar en serio. Una nueva forma de enseñar para un mundo que ya cambió. La rectora del Incade, Silvia Cabrera, no duda cuando habla del futuro: está ocurriendo ahora. “Hoy tenemos el primer evento del ciclo INCATECH 2025 y ya es el tercer año consecutivo que lo realizamos”, dijo. Lo que comenzó como un encuentro aislado se transformó en un ciclo que crece en ambición y alcance. Este año, bajo el lema “Innovación abierta”, se multiplica en contenidos y también en territorio: “Nos desafiamos a extendernos a otras ciudades de Misiones”, explicó Cabrera. Las próximas paradas serán Garupá, Eldorado y Apóstoles —el 16, 19 y 23 de mayo respectivamente— y luego llegarán Alem y Montecarlo, además el 22 de agosto se realizará el INCATECH virtual. Todas las jornadas son gratuitas, pero con inscripción previa debido a la capacidad limitada de los espacios. “Nos parece importante acercar estos escenarios a todos porque entendemos que el conocimiento tecnológico debe ser inclusivo”, señaló la rectora. La propuesta apunta a todos los públicos, sin distinción de edad ni formación previa: estudiantes, emprendedores, trabajadores, curiosos. El objetivo: mostrar qué herramientas tecnológicas —muchas de ellas gratuitas— pueden mejorar emprendimientos, optimizar procesos o simplemente despertar vocaciones nuevas. Además de la expansión geográfica, habrá una edición 100% virtual el 8 de agosto, con participación de universidades de Paraguay, Colombia y España, entre otros. “El mundo laboral cambió, la forma de enseñar también tiene que cambiar”, sostuvo Cabrera. En esa línea, el Incade apuesta por un modelo pedagógico que combina teoría y práctica, fomenta el uso de tecnología en el aula y promueve el aprendizaje basado en la experiencia. “Les enseñamos a emprender con tecnología. Eso no solo les da herramientas para insertarse en el mundo laboral, también les quita el miedo de crear algo propio”, concluyó. Juan Pablo Luna y una nueva mirada sobre el futuro En el marco del ciclo de aulas abiertas INCATECH, Juan Pablo Luna propuso un ejercicio poco habitual: preguntarse qué significa innovar en serio. En una entrevista con El Territorio habló de dos elementos esenciales: la novedad —ese impulso de crear algo que no existía— y la adopción —ese momento en que las personas deciden usarlo. Sin ambas, dijo, no hay innovación sino apenas ocurrencias que pasan al olvido. Y aclaró: “Si la gente no lo adopta, si no lo usa, no es innovación”. Pero lo más inquietante fue cuando avanzó sobre el concepto de “innovación abierta”. Ahí el foco dejó de estar en los individuos iluminados o en las estructuras cerradas y pasó a las redes de colaboración: empresas que se ven obligadas a mirar más allá de sus fronteras, universidades que ya no pueden funcionar como islas, startups que dejan de ser incómodas y se vuelven aliadas. “Lo que sucede en el entorno no se puede internalizar dentro de las cuatro paredes”, advirtió. En otras palabras, innovar también es aprender a trabajar con otros. Luna sostuvo que la tecnología es cada vez más omnipresente, pero también dijo algo que incomoda al lugar común: no toda innovación es tecnológica. Hay formas de innovar que tienen que ver con el modo de relacionarse, con la manera de organizar el trabajo, con las lógicas del vínculo social. Aunque hoy, reconoció, resulta casi imposible pensar un proceso innovador sin algún cruce con lo digital. La educación, entonces, aparece como terreno estratégico. No sólo por lo que enseña, sino por cómo habilita ciertas condiciones. “No alcanza con ser una enciclopedia”, advirtió Luna. La clave está en saber colaborar, comunicar, adaptarse. Y ahí, según él, está el verdadero capital humano: el que puede fluir en espacios de innovación, el que combina conocimientos técnicos con habilidades interpersonales. Luna apuntó al futuro. No al de largo plazo, sino al que se viene en cinco o diez años. Y habló de adolescentes. Dijo que quienes hoy recién se inician en su formación son los que van a conducir los próximos cambios. Que los adultos —educadores, empresarios, tecnólogos— deben correr del rol paternalista para dar lugar al protagonismo juvenil. No como un gesto de buena voluntad, sino como una necesidad de época. “Tal vez nuestro mayor aporte sea ayudados a que diseñen su propio camino”, sugirió. El aula abierta no era una clase tradicional. Tampoco una conferencia complaciente. Fue más bien una invitación a pensar sin certezas. Un intento de mirar el presente sin nostalgia y de asumir, con todas sus tensiones, que el futuro está lleno de preguntas que no tendrán respuesta sin colaboración.
Ver noticia original