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» Facundoquirogafm
Fecha: 11/05/2025 09:02
Aunque procesar alimentos existe desde siempre (cocinar, conservar), los ultraprocesados son un "invento moderno". Diseñados para ser comidos sin freno y con listas de ingredientes interminables, estos productos desplazan a la comida casera y a los alimentos frescos en la dieta. El epidemiólogo nutricional Carlos Monteiro notó en los años noventa que, mientras el consumo de alimentos básicos bajaba, aumentaba el de productos listos para consumir pero tan alterados que costaba reconocer de qué estaban hechos, coincidiendo con un aumento de la obesidad infantil. En 2009, su equipo les dio nombre: ultraprocesados. Los ultraprocesados están diseñados por la industria para atraer intensamente. Su mezcla de sabores y texturas estimula el paladar de forma que puede generar una respuesta adictiva. Se comen rápido, casi sin masticar, lo que retrasa las señales de saciedad. Nuestro organismo "no sabe cómo procesar los ultraprocesados", y su consumo excesivo daña el metabolismo, acumulando "depósitos". El impacto en la salud es significativo. Una dieta basada en estos comestibles se vincula con aumento de obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades cardiovasculares y riesgo de muerte prematura. También se investiga su relación con trastornos en la salud mental, como ansiedad, hiperactividad y dificultades en la atención. Los niños, niñas y adolescentes ya consumen, en promedio, apenas el 20% de las frutas y verduras recomendadas. Para reducir su consumo, es clave saber identificarlos leyendo las etiquetas. Los alimentos saludables suelen no tenerlas; si un producto envasado la tiene, hay que revisar la lista de ingredientes. El primero es el de mayor cantidad. Cuanto más larga la lista, más procesado es el producto. Hay que evitar altos niveles de sal (más de 1g por 100g) y azúcar (más de 10g por 100g), que puede aparecer bajo nombres como jarabe de maíz de alta fructosa, sacarosa, etc.. Incluso productos con etiquetado "saludable" o "vegano" pueden ser ultraprocesados con aditivos. No todo lo industrial es malo; yogures sin azúcar, aceitunas o verduras congeladas son ejemplos de procesados beneficiosos. Cambiar hábitos requiere tiempo y paciencia, no se trata de culpabilizar a las familias. Estrategias incluyen hacerlo un desafío familiar, tener frutas y verduras listas y a la vista, y sobre todo, reducir el acceso a los ultraprocesados en casa, porque "nadie come de más lo que no tiene". La comida casera es la forma más efectiva de reemplazarlos. Planificar permite cocinar de forma más nutritiva y variada en menos tiempo. Es un cambio progresivo, y una alimentación con pocos ultraprocesados es una inversión en la salud futura de los chicos.
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