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» Misionesopina
Fecha: 11/05/2025 01:09
A casi un año del homicidio de Jorge Daniel Acuña (52), quien murió por las secuelas de dos impactos de bala en la espalda y en la cabeza, el informe definitivo de la autopsia no fue remitido al Juzgado de Instrucción 1, circunstancia que afecta el avance de la causa hacia la elevación a juicio oral y público. De acuerdo con la reconstrucción del hecho, el trabajador del volante fue herido por la espalda cuando conducía el Fiat Siena blanco con el que se ganaba la vida, el lunes 22 de julio del año pasado. Sin embargo, no pereció en el acto. Los investigadores sostienen que agonizó alrededor de cuatro días y habría fallecido poco antes de ser hallado, el viernes siguiente al ataque, a un costado del Acceso Sur de la ciudad, a la altura de la avenida Cocomarola. Nunca quedó demasiado claro por qué se tardó tanto en encontrarlo, máxime cuando la Policía rastrilló la zona con perros adiestrados en la búsqueda de personas e incluso, con drones equipados con sistema infrarrojo capaz de detectar un ser humano a partir de la temperatura corporal. Desde el Cuerpo Médico Forense no trascendió el motivo de la demora, pero fuentes consultadas por este medio confirmaron la información. La causa, a cargo del magistrado Marcelo Cardozo, tiene un detenido en averiguación del hecho, sindicado como presunto responsable de los dos disparos que acabaron con la vida de Acuña. Se trata del ahora ex suboficial de Policía, Héctor Aguirre Chais, cuya situación procesal es por demás comprometida. Hay testigos, filmaciones, huellas digitales, parafina y absorción atómica en su contra. El acusado vivía en pareja con una policía, licenciada en criminalística, que al menos en el inicio de la investigación estuvo bajo la lupa de la Justicia, sospechada de haber colaborado con el ahora detenido en la desaparición de pruebas. No obstante, poco trascendió de esta arista de la pesquisa. El sospechoso fue imputado con prisión preventiva, acusado del delito de homicidio agravado por la alevosía, una figura que implica cometer un delito a traición y sobre seguro. Es decir, hace alusión a que el autor apeló a medios, modos o formas adecuados para perpetrar el crimen, eliminando en todo o en parte las posibilidades de defensa o reacción de la víctima. Según los investigadores, Acuña primero recibió un culatazo en la cabeza y después dos balazos; uno ingresó por la espalda y el otro, por la cabeza, pero no perforó el cráneo sino que rebotó y fue a parar en el torpedo del coche de alquiler. Los expertos balísticos determinaron después que ambos proyectiles salieron de la pistola reglamentaria del policía detenido, quien en caso de ser declarado culpable se enfrenta a una condena de prisión perpetua. Más allá del informe de autopsia, la Justicia debe establecer, al menos en grado de probabilidad, cuál fue el móvil o la razón por la que mataron a Acuña. En este sentido, la principal hipótesis apunta a que se habría tratado de un homicidio alevoso en medio de un probable ajuste de cuentas. El tema es que, al menos por el momento, parece no haber certezas de cuál habría sido la razón para la ejecución. Porque, cuestiones técnicas de lado, lo cierto es que el trabajador del volante fue ejecutado a traición, más allá de que el deceso no ocurrió en el acto. El verdugo o ejecutor abandonó el cuerpo y de hecho lo tapó con ramas, porque lo creyó muerto. Una de las aristas del hecho que, seguramente, se dilucidará en juicio ronda alrededor de la pregunta de qué hubiese pasado si Acuña hubiera sido hallado ese mismo lunes o al día siguiente. Lo cierto hasta ahora es que todo apunta al ex policía como autor material, aunque no está claro si también ideológico. Y al parecer faltan elementos para establecer el móvil o razón del presunto ajuste de cuentas. El tiempo, juez y parte en esta ocasión, dará su veredicto.
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