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Federal » El Federaense
Fecha: 10/05/2025 09:29
El escándalo de ficha limpia ha sacudido los cimientos de la política argentina, con el oficialismo en el centro de la tormenta. Este episodio no solo reabre el debate sobre el gobierno actual, liderado por Javier Milei, sino que también nos hace reflexionar sobre la verdadera esencia de sus personajes en el poder. Al igual que ocurría en la era de Cristina Kirchner, surgen interrogantes: ¿Milei cree en sus propias palabras y en los insultos que lanza, o son simplemente tácticas para acumular más poder? En esencia, la pregunta es si sus emociones guían sus acciones o si su estrategia es puramente calculada. Es evidente que Cristina Kirchner no necesitaba esforzarse por adoptar un papel de víctima o de conspiradora; vivía en esa narrativa de manera orgánica. Sin embargo, su habilidad para construir un relato efectivo le permitió satisfacer sus objetivos personales y conectar con sus seguidores. Pero, al hacerlo, quedó desconectada de la realidad, llevando al país a un estado de descontento creciente. Después de ser elegida en tres ocasiones, la sociedad se sintió atrapada en una ciénaga, clamando por justicia y venganza, un clamor que resonó con la retórica incendiaria de un nuevo líder que prometía cambio. Así, se diluyó un relato, abriéndose paso otro totalmente distinto. El Enigma de Milei Milei, al igual que su predecesora, es un enigma que evoluciona con cada acto. Es en su esencia donde se encuentra la clave, y cada vez que se presenta como un “nuevo” Milei, se nutre del “original” que ya ha creado. Su estilo puede diferir, empleando el insulto como herramienta en lugar del discurso tradicional, pero el resultado es similar: provoca divisiones y potencia el odio. Su cólera, fundamentada en un resentimiento cultivado a lo largo de años de crisis, se ha transformado en una energía política dispuesta a tomar represalias. Con un enfoque de este tipo, un gobierno inevitablemente exhibirá una dosis de violencia; la confrontación y la descalificación se convierten en la norma para enfrentar cualquier crítica a su figura. Una Sociedad Humillada La pregunta que se plantea es si la sociedad argentina tiene motivos para sentirse humillada. La respuesta parece ser afirmativa. Muchas de estas humillaciones son el resultado de años de elegir a quienes han mentido y robado, pero también de la indiferencia de una élite que prioriza su bienestar en desmedro de las mayorías. La precariedad ha sido la compañera constante de quienes viven al margen del sistema, mientras que el auge de un pseudo progresismo woke ha facilitado el calar de los discursos en contra del odio. Aspectos del Gobierno de Milei Características Estilo de Liderazgo Insultos y agresión Relación con la Crítica Descalificación y confrontación Visión de la Realidad VictimizaciónSeleccion de enemigos Capacidad de Diálogo Nula Milei, con su estilo vibrante y provocador, destruye la posibilidad de diálogo y arrastra a la política hacia un ayer que ni él mismo parece querer. En un entorno donde la única verdad radica en la voz del líder, toda crítica es tachada de resistencia a los cambios. Promete un nuevo mundo, donde los humillados de antaño se conviertan en los nuevos dueños del poder. El camino hacia la presidencia de Milei ha estado cimentado por su pasional discurso, pero no solo se mueve por emociones; también hay un cálculo político subyacente. La habilidad para administrar la popularidad que genera su emotividad contagiosa es clave. Mientras acumula poder, su equipo busca optimizar ese capital, tanto en el ámbito legal como en el informal. Las contradicciones del gobierno se evidencian cuando el cálculo desafía el relato que mantiene viva la emoción. Esto se hizo evidente en el caso del proyecto de ficha limpia, que fue frustrado por la inesperada decisión de dos senadores provenientes de Misiones, un aliado habitual de Milei que, en ocasiones, pone sus votos al servicio del gobierno. ¿Realmente este cambio de decisión responde a un cálculo correcto del oficialismo, o está permitiendo que la corrupción prevalezca? ¿Es adecuado sacrificar la integridad por un objetivo político? En esta dinámica escabrosa, a menudo el oficialismo muestra un cínico enfoque. Se evidencia cómo el gobierno, que prometió poner fin a las flaquezas de la política, acaba avalando la corrupción y pactando con figuras que representan la “casta”. Lo más impactante de la situación fue la celebración de Alicia Kirchner en el Senado por permitir que quienes han robado puedan volver a tomar las riendas del poder.
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