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» Misionesopina
Fecha: 09/05/2025 08:04
A pesar de que el acuerdo paritario firmado por la Federación Argentina de Empleados de Comercio y Servicios (FAECYS) establecía un aumento del 1,9% para abril, más una suma fija de $35.000, miles de trabajadores mercantiles del país —incluidos cientos en Misiones— cobraron sus sueldos sin esos incrementos. La decisión de las principales cadenas de supermercados de no aplicar el ajuste generó un fuerte malestar en el sector y reavivó el conflicto con el Gobierno nacional, que se niega a homologar el acuerdo. La situación dejó en evidencia el escenario complejo que atraviesa uno de los gremios más numerosos del país, con más de 1,2 millones de afiliados, y cuyo poder adquisitivo se ve cada vez más erosionado por la inflación. En el caso particular de las cadenas nucleadas en la Asociación de Supermercados Unidos (ASU), la negativa a pagar el aumento fue interpretada como una consecuencia directa de la reunión mantenida con el ministro de Economía, Luis Caputo, quien habría dejado en claro que el Ejecutivo no homologará paritarias que superen el 1% mensual. Sin la homologación oficial, las empresas decidieron no reconocer los aumentos, aunque el convenio rubricado por las cámaras empresarias (CAC, CAME y UDECA) y FAECYS contempla una cláusula expresa que obliga al pago de los incrementos aunque la validación administrativa no se haya producido. El gremio, liderado por Armando Cavalieri, reaccionó enviando cartas documento para exigir el cumplimiento del acta firmada. No obstante, en los primeros días de mayo, la mayoría de los empleados del rubro percibieron sueldos sin modificación alguna respecto al mes anterior. En diálogo con medios nacionales, Cavalieri expresó su indignación: “¿Tener salarios que aumentan 1,5% o 1,7% es realmente un peligro para la estabilidad que busca Milei? Si es así, estamos en una situación muy delicada. No hay salida”. El histórico dirigente mercantil denunció además que el sindicato arrastra una pérdida salarial del 20% solo en el primer trimestre del año. La pulseada no solo afecta al bolsillo de los trabajadores. También expone las tensiones entre el Gobierno de Javier Milei y el sindicalismo, en especial con aquellos gremios que históricamente mantuvieron un perfil más dialoguista, como el de Comercio. El paro general del 9 de mayo convocado por la CGT será también una expresión de esa acumulación de malestar. Para mayo, según lo firmado por las partes, los trabajadores deberían percibir un aumento adicional del 1,8%, una suma fija de $40.000 y un nuevo básico con presentismo de $1.123.000. Sin embargo, la incertidumbre persiste: la falta de homologación por parte del Ministerio de Trabajo y la presión del Ejecutivo para reducir los incrementos salariales amenazan con repetir el escenario de abril. En Misiones, la preocupación crece entre los trabajadores de supermercados y grandes comercios. La inflación golpea con fuerza los bolsillos, y sin el aumento, los sueldos pierden capacidad real de compra mes tras mes. Muchos empleados denuncian que ya no llegan a fin de mes, que deben endeudarse para cubrir gastos básicos y que no encuentran respuestas ni en las patronales ni en las autoridades nacionales. El gremio, por su parte, endureció su postura y decidió no asistir a la reunión convocada por el secretario de Trabajo, Julio Cordero, en la que se buscaba "reformular" las cifras del acuerdo. En un comunicado, FAECYS reiteró que el acta sigue vigente y que los empleadores están legalmente obligados a pagar los aumentos convenidos. El trasfondo de este conflicto se inscribe en la estrategia del Gobierno nacional de imponer un techo del 1% mensual a las paritarias, con el argumento de que así se consolida la baja inflacionaria. Pero en los hechos, esta política ha derivado en una parálisis de las negociaciones salariales, pérdida de poder adquisitivo y creciente tensión social. La pregunta que queda flotando entre los trabajadores es clara: si no cobraron el aumento pactado en abril, ¿qué garantía hay de que en mayo sí se cumpla? La respuesta aún no está sobre la mesa, mientras los supermercados siguen desoyendo el acta firmada, el Gobierno nacional profundiza su hostilidad hacia la negociación colectiva, y los trabajadores ven cómo sus sueldos se achican frente a la góndola.
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