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Usuhahia » Diario Prensa
Fecha: 08/05/2025 19:52
Aniversario de la Policía de Tierra del Fuego. El 12 de mayo de 1885, el presidente Julio Argentino Roca nombró al capitán de Infantería de Marina Antonio Ambrosio Romero como el primer Jefe de Policía del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, marcando el nacimiento de una institución que ha sido pilar en la construcción y desarrollo de la provincia más austral del país. La organización de la fuerza policial enfrentó desafíos desde sus inicios. Romero renunció al cargo sin haber viajado nunca al territorio, y su sucesor, Lorenzo Hernández, también dimitió sin asumir funciones concretas en la región. Fue Emiliano de la Fuente quien finalmente asumió presencialmente el cargo en Tierra del Fuego, convirtiéndose en el primer Jefe de Policía en funciones en la isla. EDICTOS CURIOSOS A lo largo de su historia de 140 años, la Policía fueguina implementó diversas regulaciones para mantener el orden en una sociedad en formación. En 1892, por ejemplo, el jefe de Policía Mariano Tello prohibió la venta de bebidas alcohólicas a los indígenas, argumentando que eso “afectaba las buenas costumbres” y hacía constar en la resolución que «ellos están bajo la tutela de la autoridad competente». Otra medida de prevención, dictada el 13 de septiembre de 1894 a raíz de desórdenes en algunas casas de negocios locales en horas de la noche, fue el edicto de Policía dispuesto por el jefe policial Ramón Lucio Cortéz, quien fijó las 12 de la noche como hora de cierre de los pocos comercios de la época, advirtiendo la aplicación de multas severas a quienes incumplieran las órdenes. También hallamos en los archivos policales, el edicto que «reglamentaba» los disfraces permitidos en las fiestas de Carnaval, allá por el año 1926 y a esos efectos -leemos en los fundamentos que «se tratará de evitar la alteración del orden, se produzcan accidentes, se ataque a la moral o falte a la cultura». Quienes desearan disfrazarse debían sí o sí contar con un permiso expedido por la Policía para «usar trajes de disfraz con careta o adiciones que desfiguren el rostro”. También se prohibía el uso de vestiduras sacerdotales, uniformes militares, policiales; y de la Asociación Nacional de Boy Scouts’. Y sólo podía arrojarse papel picado, serpentinas y flores, quedando prohibida el agua y no la espuma en aerosol, porque todavía no existía. En el plano de la colaboración de la fuerza con la sociedad civil, también se puede mencionar que en 1943, la Policía autorizó a empresarios locales Eiras y Mazzella, y a la Compañía Argentina de Maderas Industrializadas, a utilizar la línea telefónica policial para sus actividades comerciales por muchos años, debido a la falta de infraestructura de comunicaciones en la región. En cuanto a la prevención de incendios y la participación comunitaria se puede decir que la Policía fue quien sugirió la creación de una compañía de Bomberos Voluntarios en 1909, tras un principio de incendio en el edificio de la Gobernación. Esta preocupación se vio justificada cuando, en 1920, un incendio destruyó completamente dicho edificio, evidenciando la falta de recursos para combatir el fuego. Este tipo de hechos mantenía preocupada a la población que temía casi permanentemente por sus bienes, sacrificadamente obtenidos y que podían perderse en contados minutos. Por ello, el corazón de cada ushuaiense daba un vuelco, allá a principios de siglo cuando se oía tañir a arrebato la campana de la parroquia local, tocada por el cura párroco, el padre Boido. EI crecimiento trata también del progreso, y con éste uno de sus elementos hoy común a la vista de todos: los automóviles. Ello motiva la preocupación por la seguridad vial y lleva al jefe de Policía Hipólito Rottjer a librar un edicto con fecha 9 de junio de 1943, por el cual se fijaba la velocidad máxima que podían desarrollar los vehículos, de 60 kilómetros por hora en las zonas rurales y de treinta kilómetros por hora en los pueblos y sus alrededores»‘, agregando la obligación de hacer sonar las bocinas en las bocacalles, luego de aminorar la marcha. La Policía también participó activamente en eventos comunitarios, como la inauguración de la Biblioteca Popular Sarmiento en 1928, ocasión en la que, previa nota formal de su presidente, don Jorge Reynoso al jefe de Policía Raúl Massey, se autorizó el uso de «bombas de estruendo» para la celebración. Más allá de sus funciones tradicionales, la Policía fueguina contribuyó al desarrollo del territorio nacional mediante la apertura de caminos, tendido de líneas telefónicas y prestación de servicios de correo a caballo y en esquíes. Un ejemplo destacado es la expedición de 1936 liderada por el jefe de Policía Horacio Villaurreta, quien descubrió un paso entre la cordillera hacia el Lago Escondido, facilitando la comunicación y el transporte en la región. Cabe asimismo a la Policía el orgullo de haber contribuido a la radicación de numerosas familias brindando también el primer empleo estable, la primera comida y un tibio aunque modesto alojamiento. Pero el apoyo fue mutuo, pues si en muchas ocasiones la institución pudo llevar adelante sus proyectos fue gracias a la ayuda de algún vecino de la ciudad, estanciero o industrial. Cada uno de los gestos, de una u otra de las partes, población o Policía, no hicieron más que ratificar que una y otra eran una unidad, un conjunto de voluntades que vencieron el clima duro, la incomunicación con el resto del país y la carencia de elementos vitales para una vida confortable. La historia de la Policía de Tierra del Fuego está profundamente entrelazada con la del territorio, desde su creación hasta 1991 y a la provincia, desde esta última fecha hasta el presente. Su compromiso con la comunidad, adaptabilidad y participación activa en el desarrollo regional han dejado una huella indeleble en la identidad fueguina. Hoy, la institución continúa su labor, recordando y honrando su rica historia. Fuente consultada: “El Libro del Centenario de Ushuaia”.
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