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Parana » AIM Digital
Fecha: 07/05/2025 04:22
Colombia y Ecuador albergan algunos de los últimos glaciares tropicales del planeta. Su localización ecuatorial los hace particularmente vulnerables al cambio climático y su acelerado deshielo tiene consecuencias que van más allá de los impactos sobre ecosistemas y recursos hídricos. Para los ‘Kogui’ (o ‘Kogi’), una comunidad indígena del norte de Colombia, la Sierra Nevada de Santa Marta es el centro del Universo. Sus ríos y bosques forman parte de un ser vivo donde la montaña es un cuerpo y el glaciar su cerebro. El deshielo de los glaciares, creen, es una señal de desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza. De los 14 glaciares tropicales que existían en Colombia a principios del siglo XX, hoy sólo quedan seis. El último que se ha derretido por completo, el glaciar Conejeras, desapareció hace poco más de un año. «Hemos perdido el 30 por ciento de la superficie glaciar en los últimos doce años», asegura el geógrafo Jorge Luis Ceballos LiévanoEnlace externo, del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam) de Colombia, quien es el representante de su país ante el Wgms. «Si esta tendencia continúa en la segunda mitad de este siglo, los glaciares colombianos podrían extinguirse», advierte. Venezuela, país vecino, es el primer Estado del planeta que ha perdido todos sus glaciaresEnlace externo. La situación es similar en Ecuador, donde la superficie total de glaciares ha disminuido de algo más de 97 km2 a finales de los años 50 a 37 km2 en la actualidad, argumenta Bolívar Ernesto Cáceres Correa, glaciólogo del Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) y corresponsal nacional en Ecuador del WGMS. «Lo más probable es que los glaciares situados por debajo de los 5.130 metros de altitud desaparezcan en la próxima década», predice. Los efectos de El Niño en los glaciares tropicales de los Andes Colombia y Ecuador figuran entre los pocos países del mundo que albergan glaciares tropicalesEnlace externo. Estos glaciares se formaron en el cinturón tropical a altitudes superiores a los 4.500-5.000 metros, donde las temperaturas son lo suficientemente frías como para convertir la lluvia en nieve. También existen glaciares tropicales en Bolivia, Perú, Venezuela, Chile y Argentina; en África Oriental, Kenia, Uganda y Tanzania; y en Indonesia. A diferencia de los glaciares alpinos, los tropicales dependen de la estación lluviosa. El periodo de acumulación, durante el cual crece el glaciar, es relativamente corto, mientras que el derretimiento tiene lugar durante la mayor parte del año. Estos glaciares son especialmente vulnerables al cambio climático. Al estar situados en zonas ya cálidas, basta un ligero aumento de la temperatura para provocar su rápido deshielo. Según un informe recienteEnlace externo de la Organización Meteorológica Mundial, los glaciares tropicales se derriten diez veces más rápido que la media mundial acumulada. Entre 2000 y 2023, perdieron más del 20 por ciento de su masaEnlace externo. Por otro lado, los glaciares de la cordillera de los Andes son muy sensibles a los efectos de El Niño, según explica el investigador colombiano Ceballos Liévano. El Niño es un fenómeno climático periódico que se manifiesta en un calentamiento anormal de las aguas superficiales del Océano Pacífico ecuatorial y provoca un aumento de las temperaturas globales. Consecuencias negativas para la biodiversidad y el turismo Los glaciares andinos alimentan la cuenca del Amazonas -la mayor cuenca fluvial del planeta- y numerosos ríos del continente. A diferencia de otros glaciares, suministran agua a regiones áridas y semiáridas. A largo plazo, el deshielo provocará una grave escasez de agua para millones de personasEnlace externo que dependen de los cursos de agua para beber y cocinar, regar los campos y producir energía hidroeléctrica. Otra consecuencia es el cambio de la biodiversidad en las proximidades de los glaciares y en el Páramo, la «esponja» de los Andes, explica el experto ecuatoriano Cáceres Correa. El Páramo es un ecosistema de montaña de los Andes que se asemeja a un brezal o tundra alpina. Tiene la capacidad de almacenar el agua de deshielo de los glaciares y liberarla durante los meses secos. «El aumento de las temperaturas y la reducción de los recursos hídricos pueden alterar la composición de la flora y la fauna de este ecosistema único». El deshielo también ha creado grietas y zonas inestables que han tenido un impacto negativo en las actividades turísticas en las montañasEnlace externo. «Ha disminuido de manera drástica el número de personas que quieren escalar los nevados ecuatorianos», lamenta Cáceres Correa. En Colombia, la mayoría de las personas consideran que los glaciares son una parte importante del paisaje montañoso y un patrimonio medioambiental, señala el profesor universitario Ceballos Liévano. Para algunas comunidades indígenas, los glaciares son territorios sagrados y espirituales cuya desaparición amenaza tradiciones centenariasEnlace externo. «La disminución de los glaciares tiene efectos culturales y espirituales significativos para las comunidades de alta montaña, iniciando transformaciones en la forma en que las personas locales se entienden a sí mismas y dan significado a su relación con el entorno», escribe Elizabeth AllisonEnlace externo, profesora de ecología y religión del Instituto de Estudios Integrales de California, en Estados Unidos. Dioses menos poderosos sin glaciares La gestión sostenible de los recursos hídricos y la conservación de ecosistemas de montaña como el Páramo figuran entre las principales estrategias de adaptación al deshielo de los glaciares andinos. Cáceres Correa explica que las iniciativas en Ecuador se centran mayormente en la optimización de la ganadería y en un uso más eficiente del agua en la agricultura. En el pasado, Suiza financió proyectos para introducir nuevos métodos de riego en Bolivia. Los países sudamericanos también necesitan diversificar sus fuentes de energía. La hidroelectricidad proporciona cerca del 45 por ciento de la electricidadEnlace externo producida en el continente (63 por ciento en Colombia y 79 por ciento en Ecuador, según datos de 2023Enlace externo). A medida que disminuya el escurrimiento glaciar, habrá menos agua para hacer girar las turbinas y producir electricidad. La alternativa es invertir en otras fuentes de energía, como la solar o la eólica. Las celebraciones asociadas a las deidades que viven en los picos nevados continuarán incluso sin glaciares, aunque algunos rituales se hayan modificado. Por ejemplo, durante las procesiones Quyllurit’i en Perú, ya no está permitido cortar bloques de hielo y llevarlos al pueblo, con la creencia de que el agua del deshielo tiene poderes curativos. Sin embargo, hay quienes temen que con la reducción de la superficie de hielo, los espíritus de la montaña sean menos poderosos y proporcionen menos protecciónEnlace externo a las comunidades indígenas. Culto o ciencia, ambas perspectivas coinciden en que los glaciares son esenciales para la vida. Fuente: Agencia SWI
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