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» Diario Cordoba
Fecha: 07/05/2025 02:05
Sí, yo también hablaré del apagón; pero como el día de la luz. Y soy consciente que lo puedo hacer y me atrevo a hacerlo porque a Dios gracias no hubo que lamentar catástrofes generalizadas como en la pandemia o en la dana. De lo contrario no me hubiera atrevido a escribir con esta preciosa satisfacción. Porque más allá de las dificultades y el desconcierto del día del apagón, la cosa es que hubo momentos maravillosos, en muchas familias. Incluida la mía, por supuesto. Y todo ello unido a que me sorprendió la ausencia de nerviosismo o caos en la ciudadanía. Quizá porque entrenados por aquella terrible pandemia, los cordobeses, estoicos y civilizados, pusimos lo mejor de nosotros mismos. Porque en las calles hubo orden sin necesidad de intervención policial. Pero lo mejor ocurrió dentro de las casas: yo tengo cinco niños y de todas las edades. Y como pasa en todas las casas, todos los días, desde hace mucho tiempo, las nuevas tecnologías han sustituido aquella unión hogareña en la que la familia conversaba alrededor de la mesa. Pero el móvil, la ‘tablet’, las televisiones (una en cada cuarto), las plataformas digitales y ya para el remate, la inteligencia artificial hizo que aun estando en la misma casa, pareciera que cada uno viviera en una época y en un espacio distinto. Pero, ¡ay!, que aquel día que se fue la luz volvió la familia en los cinco segundos esos que se perdió la luz de toda España. Y ya no había teles, ni móviles, ni redes, ni plataformas, ni satélites, ni internet ni inteligencia artificial, que solo había una mesa de madera en la que nos mirábamos como dioses con el reflejo de las velas, al compás de unas pancetas recién hechas a la leña que mi esposa hizo rapidísimo como por arte de magia. Y empezamos a hablar como antaño, sin nada por medio que nos separara e interrumpiera la atención al otro, con aquella unión de la mesa bendecida como Dios manda de la familia antigua. Y eso me supo más a buen futuro que todos los satélites del cielo. Y entonces concluimos que quizá aquel apagón fuese una señal de Dios avisándonos que no vendiéramos tan barata, por el internet ese del copón, la unión familiar; porque la familia es la verdadera luz de la vida. *Abogado Suscríbete para seguir leyendo
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