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Gualeguay » Debate Pregon
Fecha: 06/05/2025 21:55
A menos de 24 horas del inicio del Cónclave que definirá al próximo Papa, el Vaticano vivió este lunes uno de los momentos más solemnes del proceso: la firma del juramento de secreto por parte de los funcionarios y laicos designados para colaborar en la elección, junto con los cardenales electores. El acto tuvo lugar en la Capilla Paulina, ubicada en la Tercera Logia del Palacio Apostólico, y fue presidido por el cardenal camarlengo junto a los tres cardenales asistentes. Con este gesto, se ratificó el compromiso de confidencialidad que regirá durante toda la duración del Cónclave, tal como exige la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por San Juan Pablo II en 1996. El secreto absoluto es considerado un pilar inquebrantable del proceso, destinado a garantizar la libertad y pureza del acto electoral. En total, son 135 los cardenales con derecho a voto, aunque el Vaticano confirmó que 133 de ellos estarán presentes en la Capilla Sixtina para participar de la votación. Como marca la tradición, el Cónclave transcurrirá bajo normas extremadamente estrictas de privacidad: durante su desarrollo, los cardenales permanecerán completamente incomunicados con el exterior, y está terminantemente prohibido el uso de cualquier dispositivo de grabación o comunicación. El juramento prestado incluye una fórmula contundente: “Yo N. N. prometo y juro observar el secreto absoluto con quien no forme parte del Colegio de los Cardenales electores, y esto perpetuamente [...] acerca de todo lo que atañe directa o indirectamente a las votaciones y a los escrutinios para la elección del Sumo Pontífice”. Además, los juramentados declaran solemnemente: “Declaro emitir este juramento consciente de que una infracción del mismo comportaría para mí la pena de excomunión latae sententiae, reservada a la Sede Apostólica. Así Dios me ayude y estos Santos Evangelios que toco con mi mano”. Este compromiso no solo alcanza a los cardenales, sino también a todo el personal que colabora durante el Cónclave: desde asistentes litúrgicos hasta técnicos y responsables de seguridad. La transgresión a estas reglas —incluso la mera tentativa— acarrearía la excomunión automática, una de las sanciones más graves de la Iglesia, aplicada directamente por el Papa o su sucesor. Con los juramentos pronunciados y firmados, el Vaticano entra en la recta final hacia uno de los momentos más trascendentes de la Iglesia Católica. El mundo observa en silencio, mientras se alza el velo del misterio que precede a la elección del nuevo Sumo Pontífice.
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