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  • Al Barça se le escurre la gloria entre los dedos

    » Diario Cordoba

    Fecha: 06/05/2025 21:51

    El triplete, en todo caso, será con la Supercopa. No con la Champions. El mayúsculo objetivo, que de tan complejo y dificultoso que es solamente se ha firmado diez veces en la historia del fútbol europeo, queda postergado para una futura ocasión, porque futuro tiene la plantilla de Hansi Flick. La gloria de meterse en la final de Múnich del 31 de mayo, la que iba a ser la novena de la historia, se le escurrió de los dedos al Barça. El Inter se la arrebató en la prórroga y tendrá la segunda oportunidad en tres años de ganarla. Este miércoles sabrá si frente al Paris Saint Germain de Luis Enrique o el Arsenal. Flick ha obrado el milagro de recuperar esta plantilla y conducirla mucho más lejos de lo que esperaba nadie: ni el propio entrenador que ha visto evolucionar al grupo, ni el presidente que lo fichó para volver a ganar títulos, ni el futbolista más entregado ni el barcelonista más positivo del planeta. Tampoco, por supuesto, habrían sido capaces de imaginar que el Barça, perdiendo por 2-0 en Milán, sería capaz de remontar hasta un 2-3 bestial. La nueva gesta se esfumó en el tiempo añadido. Había marcado Raphinha en el 87 y anotó Acerbi en el 93, dando paso a la prórroga. Terminaba el duelo con otro formidable 3-3, igual que en la ida, que decantó definitivamente Frattesi obrando el milagro que no pudo hacer San Siro. El fútbol es de los humanos. Nada hubo de sobrenatural. o que se esperaba de Flick era que los culés recuperaran el orgullo por su equipo, y que el equipo recuperara sus señas de identidad históricas, con un juego atrevido y ofensivo. Esas expectativas están colmadas sobradamente. Al Barça se le vuelve a respetar y a admirar. Y perdió, como en anteriores ocasiones, como en ocho de las 14 semifinales disputadas, pero con la cabeza bien alta. El oficio, seguramente, tardará más tiempo en adquirirlo porque, precisamente, demanda tiempo. Y, si lo acuerdan entre todos, pueden empezar a aplicar la picardía que usan los demás jugando con el tiempo y las simulaciones cuando les convenga. Flick resistió a la tentación de hacer inventos hasta el momento de la desesperación y mantuvo el once clásico: el que ha repetido en tres de los últimos cuatro partidos con la salvedad de la obligatoria sustitución de Jules Koundé, lesionado en la ida. Eric protegió el flanco defensivo por detrás de Lamine Yamal. Los cambios que quería introducir, más allá de acentuar la posición del doble pivote De Jong-Pedri en defensa, se produjeron en los marcajes a balón parado. A Dumfries no le vigiló Dani Olmo, vencido en los dos goles del neerlandés en Montjuïc, sino Gerard Martín, mientras que a Thuram lo pillaba Pedri. Los nombres de Dumfries y Olmo reaparecieron en el primer gol interista: el egarense perdió el balón, presionado por Dimarco, y Dumfries se escapó solo para servir el caramelo a Lautaro, los dos ante Szczesny. Reaparecía el capitán, desapercibido y lesionado en la ida. De perdidos al río pensó Inzaghi, ante la última oportunidad italiana de sellar un título con la Champions. Hizo un trabajo maravilloso y ofreció su pierna a la embestida de Cubarsí para que pareciera penalti. Olmo se redimió con el golazo de la esperanza, el 2-2, después de que Eric hubiera fallado una clarísima oportunidad. Mucho más difícil de ejecutar había sido la volea a la escuadra. Lo fue. No lo vio Szymon Marciniak, el sospechoso árbitro polaco, pero sí lo vieron en la sala VAR los asistentes neerlandeses. Tampoco había visto antes Marciniak unas manos de Acerbi reclamadas por Pedri, ni le avisaron entonces; le avisaron para decirle que el penalti a Lamine Yamal fue fuera del área. Era previsible que el colegiado, que tan mala suerte da al Barça (una victoria en cinco partidos), desatara alguna polémica con sus erráticas decisiones, pero no que el presidente de la FIFA fomentara las habladurías. “Todo el mundo sabe que soy aficionado del Inter”, había dicho con torpeza Gianni Infantino, abriendo la letrina donde verter las sospechas que surgieran. A los 55 años podía haberse ahorrado el comentario. El protagonismo de Montjuïc lo acapararon Thuram y Lamine Yamal. Hicieron historia en la Champions, el interista por marcar el gol más rápido de una semifinal, el azulgrana por ser el más joven en anotar uno. Lamine Yamal dio un balón a Ferran a los 18 segundos para que batiera el récord del francés, pero Acerbi se le anticipó. Una señal de la ambición del Barça y una de valentía del juvenil, a quien esperaban para rebajarle los humos pese a la admiración profesada por Inzaghi. Lamine Yamal se sabe en el centro de atención, y como el miedo lo perdió en un parque de Mataró, no se arrugó ante la pitada monumental del estadio ni el silbido de las botas junto a sus piernas- Fue a por Dimarco cada vez que recibió el balón, luego atacó a Carlos Augusto y a todo aquel que le saliera al paso en sus conducciones. Le cedieron la responsabilidad de los ataques, espeso Raphinha en el arranque, y convertido Ferran en un elemento terminal, y no menos pastoso en el remate. El Barça asustó y el Inter golpeó, pero el 2-0 del descanso no pareció un resultado definitivo. No con el Barça de las remontadas.

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