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» Diario Cordoba
Fecha: 06/05/2025 06:41
El mecenazgo no es otra cosa que la contribución (a día de hoy, sólo económica) por parte de personas físicas o jurídicas a actividades de interés general; una filosofía en la que pueden, y en mi opinión deben, desempeñar un rol determinante las comunidades locales -en forma, fundamentalmente, de fundaciones y asociaciones-, y también, por supuesto, la empresa privada, tradicionalmente contrapuesta desde las instancias oficiales con la investigación y la conservación del patrimonio arqueológico con base en argumentos tan falaces y genéricos como el de que presiona a los responsables de aquéllas a la hora de obtener resultados. Sin embargo, empezamos a contar con ejemplos significativos de lo contrario, tanto dentro de España -caso del Proyecto Mecenas en Mérida, Los Bañales en Zaragoza, o Cartagena en Murcia-, como de fuera de ella -sobre todo, como diré enseguida, en Italia-, que confirman el papel protagonista que para la conservación y correcta gestión del patrimonio arqueológico puede desempeñar la ciudadanía, así como la importancia creciente del mecenazgo privado. A cambio, éste sólo suele exigir (y no siempre) cierta visibilidad, formación, y disfrute compartido del conocimiento resultante, premisas que hacen su participación en el proceso muy deseable, particularmente en ciudades tan singulares como Córdoba. Entre los muchos ejemplos que podrían servir de referencia en países tan emblemáticos en este sentido como Italia, destacan la Fondazione Aquileia, que se encarga de manera integral del yacimiento homónimo y su territorio; la Fondazione Parco Archeologico di Classe-RavennAntica, que hace lo propio con Rávena, Classe y sus respectivos territorios, tratando al tiempo de generar discursos patrimoniales complementarios al tradicionalmente ligado a las grandes basílicas tardoantiguas y altomedievales; la Fondazione Archeologica Canosina, que viene realizando una extraordinaria labor en la recuperación y puesta en valor del patrimonio arqueológico de Canosa y su comarca, o los multipremiados, dentro y fuera de Italia, Parques de la Val di Cornia, regidos por una sociedad de capital público sostenida por cinco ayuntamientos, que en los años setenta y ochenta ayudó a la reconversión cultural y económica de una zona volcada de manera tradicional en la minería y la siderurgia, aun cuando a día de hoy deja entrever ciertos signos de crisis. Llaman también la atención el proyecto Navigare il territorio, que de manera integral y absolutamente modélica sostienen la Fundación Benneton, los Aeropuertos de Roma y la Soprintendenza Speciale per il Colosseo e l’Area Centrale di Roma en colaboración con el Comune de Fiumicino para, prestando en todo momento atención preferente a las comunidades locales, dar a conocer y potenciar la visita de una zona por la que pasan al año millones de turistas: el Parco archeologico-Naturalistico dei Porti Imperiali di Claudio e Traiano; el proyecto relacionado con el anfiteatro campano de Santa María Capua Vetere, que combina exitosamente monumentos, piezas arqueológicas, gastronomía, literatura y personas; o el de las catacumbas de San Genaro, en Nápoles, que han representado un renacer cultural, económico, y sobre todo humano, del Rione Sanità, de la mano iluminada del sacerdote don Antonio Loffredo y su patrimonio arqueológico. Son muestra más que suficiente para entender que otra forma de gestionar el patrimonio es posible, convirtiéndolo de paso en factor vivo y activo de cohesión, dinamización y crecimiento de una comunidad, de una ciudad o de un territorio. *Catedrático de Arqueología de la UCO Suscríbete para seguir leyendo
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