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  • Santa Fe y Entre Ríos, dos caras del mismo colapso: entre internas, desplazamientos y una policía desmoralizada

    Concordia » El Heraldo

    Fecha: 05/05/2025 01:47

    1 / 3 La conmoción por el suicidio del director policial Diego Gamero en Santa Fe puso en evidencia una descomposición institucional que va más allá de una decisión individual: se trata de una policía desbordada, con mandos desplazados, internas abiertas y una fuerte sensación de inutilidad entre sus cuadros. En Entre Ríos, el panorama es “mellizo”. Desde la llegada del ministro Néstor Roncaglia —ex jefe de la Policía Federal y oriundo de la provincia pero identificado con el centralismo porteño— se produjo un desplazamiento masivo de los cuadros más experimentados y respetados de la Policía de Entre Ríos. La línea de conducción fue reemplazada por funcionarios que, según denuncias recogidas en una charla radial reciente, no cuentan ni con el respeto interno ni con el conocimiento territorial necesario. Las críticas más duras no provienen solo de sectores políticos, sino de referentes sociales, ciudadanos comunes y seguidores atentos de las políticas de seguridad, como el que participó de una charla difundida por redes, donde describió con crudeza una fuerza policial desorientada, atravesada por internas y subordinaciones rotas. Se denunció, por ejemplo, que subcomisarios imparten órdenes a comisarios principales, alterando el principio básico de verticalidad. La situación más alarmante fue descripta en Concordia, señalada como una ciudad “al borde del estallido”, con niveles de violencia, tráfico de drogas y presencia de armas en ascenso sostenido. “Concordia es la Rosario entrerriana, pero sin los Monos”, se escuchó en el audio, aludiendo a la peligrosidad creciente de los grupos delictivos locales y al vacío de autoridad efectiva. También se mencionaron nombres de oficiales vinculados a hechos graves —algunos detenidos por delitos aberrantes— que siguen teniendo protección o recursos del Estado, mientras las comisarías carecen de móviles, personal formado y apoyo logístico. La presencia de policías custodiando a personas imputadas por abuso o corrupción también fue cuestionada con vehemencia. La figura de Roncaglia, a quien el denunciante calificó de “vendehumo”, aparece en el centro de las críticas. Acusado de utilizar su cargo para beneficiar a ciertos sectores, designar mandos funcionales a su línea y debilitar la estructura interna de la policía, su gestión es señalada como una de las principales responsables del deterioro. “Está destruyendo la policía que teníamos hasta el 31 de diciembre”, se lamentó en el testimonio. En ese contexto, cobra relevancia la figura de Marcelo Troncoso, actual ministro de Gobierno y Justicia y uno de los tres pilares del gobierno de Rogelio Frigerio, junto a Mauricio Colello. Como único integrante “entrerriano de pura cepa” en el núcleo de poder, muchos consideran que debería asumir un rol más activo en la política de seguridad. “El pueblo confía en Frigerio, Colello y Troncoso”, se dijo. Y esa confianza hoy está puesta a prueba. A la espera de acciones concretas, el paralelismo con Santa Fe deja un mensaje claro: cuando los cuadros mejor formados son desplazados, cuando la cadena de mando se descompone, y cuando un policía siente que ya no tiene función ni sentido, el desenlace puede ser trágico. El caso Gamero debería servir de advertencia. Entre Ríos todavía está a tiempo. (Roca)

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