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» Misionesparatodos
Fecha: 04/05/2025 12:23
Podría significar “Los tontos aprueban”. Pero el presidente Milei usó la acepción maradoniana. El Presidente dijo esta semana en un acto de apoyo a Adorni que “hay mucho por hacer, pero lo que se hizo está fuera de los manuales en términos de logros y ahora es el momento de empezar a discutir el crecimiento”. Y agregó que “no hay que ponerse ansioso, entiendo que la gente necesita los resultados, pero hay que saber que CON los resultados artificiales el costo termina siendo enorme…”. ¿Ahora crecimiento? ¿Bajar la ansiedad? Muy interesante. Un gobierno que venía jactándose de la motosierra y el ajuste está tomando nota de que el discurso del ajuste tocó un límite y ahora hay que adecuar las expectativas y poner un horizonte. Lo marcamos en esta columna hacia la última parte del año pasado: llega un momento que la sociedad reclama esperanza, no solo saña morbosa. Esto significa que algo no está andando del todo bien “de acuerdo al plan”. Esta semana se conoció un nuevo registro del Índice de Confianza en el Gobierno de la Universidad Di Tella. Va el quinto seguido que marca una caída. Es decir que el último registro en ascenso fue el de noviembre, cuando estaba por cumplir un año. La evaluación general de la gestión estaría rondando el 40% positivo, y el peor atributo de los cinco medidos es la preocupación por el interés general. Se refiere a cierta falta de empatía que registran nuestros propios estudios de opinión pública. Todo toca un borde. Llega un momento en que un discurso, por acertado que sea, ya no genera la atracción inicial. Por lo tanto, hay que revisar el foco y hacer un refresh. En comunicación de gobierno lo central es administrar expectativas y estas se están quedando cortas. Sobre todo, cuando la inflación bajó, pero no lo suficiente, y encima tuvo un rebote. Pero claro, el león no está acompañando con sus gestos y dichos ese cambio de tendencia en el electorado. Si habla de “no odiar lo suficiente”, todo su giro discursivo irá al bote de la basura. No es que no esté leyendo la realidad, pero su naturaleza vehemente lo traiciona. Varios observadores del mundillo violeta –los odiados periodistas, colegas consultores, dirigentes del propio palo– creen que el modelo decisorio implícito es mucho más azaroso de lo que se supone, cambiando el foco con frecuencia, sin una guía racional. Las contradicciones señaladas en el párrafo anterior, sumado a este último comentario, pondrían en duda que “todo marcha de acuerdo al plan” (TMDAP). Una larga bibliografía indica que, en general, en política y el manejo del Estado, predominan más bien algunos conceptos generales orientadores, pero que la lógica “ensayo y error” es la que reina. Ergo, TMDAP es un poco relativo. Mr. TMDAP –¿con libro a pedido?– debió ser ratificado en su rol por el propio “osito mimoso” y contradicho por el jefe de Gabinete, nada más y nada menos. Nadie aclara lo que es obvio y se da por sentado. Señal de que no es tan obvio. En esta columna de hace un mes –“Liberación o dependencia”– indicamos que el “triángulo de hierro” ya no era tal, sino que existía una vara con dos polos separados del tercer elemento. El susodicho está acumulando una importante cantidad de enemigos íntimos a medida que se deben definir estrategias y candidaturas. Continuará. Una regla habitual de la política es que cuando no existe un enemigo suficientemente amenazante, un grupo tiende a concentrar sus ansias de poder y conflicto hacia el interior. Eso estaría sucediendo, mientras que Cristina vs. Axel cada semana inauguran una nueva temporada en las plataformas de streaming, y el ex Emir de Cumelén tomó nido de ametralladora para dispararles a varios exdiscípulos, además de al Gobierno. Recuerden: la que corta el bacalao es “el Jefe” y lo más probable es que gane las discusiones de fondo contra cualquiera que la contradiga. ¿Será por eso que Mr. TMDAP se venga dándoles una mano a personajes que ella detesta en distintas geografías? Como todo poder que se autoconsidera omnímodo, el gobierno libertario se da todos los gustos. Por ejemplo, los “radicales peluca” –con Campero a la cabeza– se quejan de que aceptaron sacarse la foto en la Casa Rosada y ahora no logran cobrar el favor, reforzando el mito del “mal pagador”. Cuando el diputado tucumano se lo comentó a un colega violeta, este le respondió: “Bienvenido a LLA”. ¿Entre los resentidos está Santilli, al que le ofrecen como mucho el tercer lugar en la lista de PBA, y entonces amenaza con ir por afuera como opositor republicano? Estamos a dos semanas de la crucial elección en la CABA y, más allá de los porcentajes que arrojan las encuestas, los grupos focales indican una dificultad seria del PRO para justificar un apoyo del segmento moderado no peronista. Se ha instalado alguna percepción sobre los negociados amarillos, y quizá eso explique la advertencia de Macri respecto a que la Argentina no mejoró en el ranking de Transparencia Internacional, sembrando sospechas sobre si el actual es un gobierno de manos limpias. Las denuncias sobre pedido de colaboraciones en el PAMI no ayudan. Hace dos meses –en la columna “Lijo Mansillado”– nos preguntábamos si eran verdad los rumores sobre las tarifas de algunos funcionarios solo para reunirse. ¿Es cierto que Mogetta se va porque hubo un mal entendido en ese sentido con Mr. TMDAP? Mensaje en calabrés: “¿Qué hablás de mí? ¿Y vos no estás sucio también?”. Pareciera que no solo hay olor a pis en la ciudad de la furia. En síntesis, el Gobierno no se puede quejar. Los K se pelean sin parar. Los amarillos pueden quedar heridos de muerte en CABA. El campo está liquidando más que el año pasado. Va a ganar en Chaco. La inflación de abril va a estar menos que en marzo. Le bajan las retenciones a la mayoría de las exportaciones industriales. YPF baja la nafta. Las automotrices se cuidan por temor a Toto “Moreno”. Desde el ámbito del poder llegan buenas noticias, pero no siempre la sociedad acompaña en la misma dirección. LTA puede significar “Los tontos aprueban” o “los temidos anarcocapitalistas”. Pero no. De todas las acepciones posibles, el Presidente usó la maradoniana. Por Carlos Fara
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