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» Elterritorio
Fecha: 04/05/2025 08:10
Domingo Penteado pasa sus días en la cárcel de Oberá por abusar y matar a una joven en el siglo pasado. Se aferra al perdón de su familia y se reconoce arrepentido. domingo 04 de mayo de 2025 | 2:00hs. La "Bestia Misionera" dio una nota a El Territorio en el pabellón de la UPII de Oberá. Actualmente, Domingo Jesús Penteado (69) purga una condena en la cárcel de Oberá por asesinar de forma cruenta a Norma Esther Sequeira de 16 años, en Colonia Río Victoria -jurisdicción de San Vicente-, en abril de 1995. Sin embargo, su prontuario inició 11 años antes, cuando mató a su madre de un hachazo en el paraje Machadiño, en Arroyo del Medio, a unos diez kilómetros del municipio de Cerro Azul. Su nombre se repite en los archivos judiciales de la provincia de Misiones, renglones que hablan no sólo de la morbosidad de sus actos, sino de su condición de homicida reincidente. Por esto es llamado en el común de los misioneros, y entre los profesionales de la Justicia que debieron trabajar en sus causas, como la "Bestia Misionera". Convertido a la religión cristiana, Penteado reconoció la gravedad de sus actos y anheló -en una entrevista que dio en exclusiva a El Territorio- una oportunidad para volver a reinsertarse en la sociedad. "Todos los días rezo por el perdón de mis pecados", compartió en una charla que dio a este medio tiempo atrás. "Cada día le pido a Dios que me perdone porque estoy arrepentido de todo", subrayó con gesto apesadumbrado. Si bien no intentó justificar sus crímenes, mencionó que el alcohol tuvo una gran incidencia en su historia y por ello, según confesó, nunca más bebió una gota. "Uno a veces se pasa tomando, y la junta o la mala amistad lo arrastra por el mal camino. Después uno se arrepiente tarde y tiene que pagar. Yo ya pagué y sigo pagando. Y el arrepentimiento será hasta el último día", recalcó. En esa línea, contó que "mi familia me perdonó y está dispuesta a darme una mano. Prometo caminar y no fallar", aseguró. Si bien ya cumplió la pena de 25 años de prisión por el asesinato de Sequeira (16), Penteado sigue recluido en un pabellón de la Unidad Penal II de Oberá. Funcionarios jerárquicos del Servicio Penitenciario Provincial (SPP) lo describen como un "interno ejemplar". Y aunque legalmente ya finalizó su etapa en esa dependencia, hasta hace pocos años restaba probar cómo "la Bestia" se desenvolvía en espacios libres, vinculándose con otros. "Sólo faltaría un paso más, que es observarlo en un ámbito libre", había explicado brevemente a este matutino el ex alcaide de la cárcel de Oberá, Diego Correa. Primer crimen Todavía era incipiente la experiencia de la democracia ininterrumpida en Argentina en 1984. En ese entonces, Domingo tenía 28 años cuando atacó de un hachazo en la cabeza a su mamá, Vergelina Medina de 60 años, con quien vivía en el paraje Machadiño. Quiso deshacerse de ella ocultando el cuerpo en un pozo. El ataque ocurrió en octubre de ese año. Recién cinco meses después, en marzo de 1985, confesó lo que había hecho. Esto luego de que se iniciara una investigación a raíz de una denuncia por la desaparición de la mujer -según precisan los archivos de este medio-. Ante las autoridades, argumentó que todo fue consecuencia de una discusión con su progenitora, porque ella no quería vender la chacra familiar. Estuvo pocos meses en prisión cuando en julio de ese año una junta médica lo declaró inimputable -es decir, que no comprendía la gravedad de sus actos-. Por lo que fue traslado a la Unidad Penal de Loreto. Allí pasó siete años hasta que, por orden del juez José Domingo Rotela, del Juzgado Correccional y de Menores Uno de Posadas, fue excarcelado. La decisión se basó en su supuesta buena conducta dentro del penal y por presentar un informe psiquiátrico favorable. Quedó entonces a resguardo de Pedro Galeano, joven que cumplió una condena de 12 años, también por homicidio, y de quien se hizo amigo en el pabellón de Loreto. A los pocos días, la Bestia se había escapado de la casa de su colega. Sobre esta secuencia, el exjuez Rotela reconoció -años después- que “fue una experiencia negativa” liberar al criminal. Es que bastaron pocos años para que cometiera un nuevo delito que agravaría su perfil. Condenado por femicida El delito por el que la Bestia pasó poco más de la mitad de su vida en prisión fue por la muerte de Norma Esther Sequeira, una chica de 16 años que vivía en una chacra en Colonia Río Victoria, en San Vicente. La joven salió de su casa a visitar a su hermana mayor Elva Rosa -que residía a casi 2 kilómetros-, pero nunca llegó. La encontraron sin vida y de la peor manera, el 25 de abril de 1995. Las alarmas se dispararon cuando la hermana de la víctima se encontró con sus padres de camino al pueblo y allí la familia se cuestionó el paradero de la joven Norma. Elva reconoció que no había llegado a su casa -y ni siquiera sabía de los planes de la visita-. Sin novedades por parte de los vecinos, denunciaron su desaparición ante la Policía. La adolescente fue encontrada en una zona de pajonal, no muy lejos de su hogar. Informes forenses determinaron que falleció el 22 de abril: tenía puñaladas y signos de haber sido abusada. Si bien en 1995 el caso no podía ser caratulado como femicidio por la inexistencia de esa figura penal, en la actualidad el delito condice con los agravantes para este tipo de homicidios. Por el hecho fueron detenidos ese año, Juan Carlos Rolón y Domingo “la Bestia” Penteado. Los elementos que lo incriminaban se encontraron en una casa que el imputado -que entonces se hacía llamar Batista- tenía en la colonia. La Policía encontró un puñal y una manta con sangre. "La voy piloteando" En la charla que mantuvo con El Territorio, Penteado relató sus días en la cárcel y contó que realizó cursos de carpintería y de agricultura. Algunos de los productos que hacen junto a otros reclusos se exhiben para la venta. No pierde las esperanzas de salir de prisión."Si Dios me da la posibilidad de salir de acá con vida, bien; pero si tiene otra cosa para mí, también. Acá fueron muriendo muchos, pero yo la voy piloteando. Soy sano y tengo ganas de trabajar", defendió el hombre. En esa línea, anheló "que Dios me ayude porque ya me queda poco hilo en el carretel, pero pienso hacer mi jubilación; conseguir un lente porque veo poco y arreglar los dientes, lo que un pobre necesita", enumeró.
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