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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 04/05/2025 02:50
Javier Martínez en una postal porteña (Crédito: Stefania Parese - Producción: Circo Bohemio) “Cuando uno no tiene más nada que decir, comienza el viaje de callar.” Así escribió alguna vez Javier Martínez. Y hace exactamente un año, un sábado gris de esos que parecían escritos por él, trajo la noticia que nadie quería oír. El baterista, cantante y poeta del blues argentino había muerto en Buenos Aires. Tenía 79 años y estaba internado en terapia intensiva en un centro de alta complejidad del barrio de Almagro, luego de una internación que desde su entorno calificaron como “un tema delicado”. Con su partida se cerró un capítulo esencial de la historia del rock nacional. Nacido el 18 de marzo de 1946, Martínez se sumergió en el torbellino creativo que agitaba el centro porteño durante los años 60. Fue en La Cueva, aquel antro mítico de la avenida Pueyrredón, donde su talento empezó a encontrar forma. En ese crisol de guitarras eléctricas y poesía urbana, cruzó caminos con otros fundadores del movimiento, como Miguel Abuelo, Tanguito, y Moris.También se forjó en los veranos lisérgicos de Villa Gesell, donde integró Los Beatniks junto al mencionado Moris y Pajarito Zaguri. Con ellos grabó en 1966 el iniciático “Rebelde”, aquel simple que promocionaron en las calles de la ciudad como quien reparte panfletos revolucionarios. Manal: Jugo de tomate Pero fue en el Instituto Di Tella, vanguardia del arte y el pensamiento de época, donde comenzó a gestarse el manifiesto sonoro de su generación. El 5 de octubre de 1967, un espectáculo titulado Beat Beat Beatles en la Sala del Centro de Experimentación Audiovisual lo mostró junto a Claudio Gabis, que tocaba en en Bubblin’ Awe. Esa noche marcó el inicio de Manal, banda que se atrevió a cantar blues en español, desafiando la hegemonía anglosajona con un gesto simple pero revolucionario: usar su idioma para contar lo que pasaba en las calles de Buenos Aires. Con Alejandro Medina sumado al bajo, el trío quedó conformado. Debutaron en noviembre de 1968 en la Sala Apolo y al poco tiempo editaron su primer simple bajo el sello Mandioca, fundado por el editor literario Jorge Álvarez. Fue el prólogo de una obra que dejaría huella. Manal, Avellaneda Blues El disco homónimo de Manal, publicado en 1969, no fue solo un álbum: fue una declaración de principios. Temas como “Avellaneda blues” o “Avenida Rivadavia” le dieron un sonido al cemento caliente, a las fábricas, a la alienación urbana. “No pibe” y “Jugo de tomate frío” (que hoy suena en El Eternauta) fueron, directamente, himnos generacionales. “Para ser un hombre más” y “Que pena me das” funcionaron como espejos críticos de una sociedad sacudida por dictaduras, pobreza y represión. Manal no sonaba como nadie. No era la imitación de un sonido ajeno. Era crudo, directo, porteño. Inventó el lenguaje del blues criollo en medio de una época donde cantar en español era casi un sacrilegio. Pero Javier, con su voz rasposa, lo hizo con la seguridad de quien sabe que la realidad duele más en el idioma propio. "No pibe", de Manal Tras su disolución en 1973, cada miembro tomó un rumbo distinto. Martínez partió a España, Gabis eligió Brasil, y Medina se quedó en Buenos Aires. Pero algo había cambiado en la escena: la reunión de Almendra en 1979 reavivó el fuego del pasado. Así fue como Manal regresó en 1980 con seis históricos recitales en el estadio Obras Sanitarias. Publicaron un nuevo álbum, Reunión, y salieron de gira. El recital en vivo fue reeditado en vinilo en 2023, con sonido restaurado y temas adicionales que permitieron revivir esa mística. Tocaron de todo: los clásicos, lados B, temas de El León, y composiciones en solitario como “Sol del Sur” (de Martínez) y “Más allá del Valle del Tiempo” (de Gabis). Fue el testamento sonoro de un trío irrepetible. Gabis, Medina, Martínez: Manal, el blues criollo Pero hubo una vez más, y fue la última. Manal tocó con su formación original el 1 de octubre de 2014, en un evento tan exclusivo como misterioso. En la inauguración de Red House, la sala de conciertos de Jorge “Corcho” Rodríguez, Martínez, Gabis y Medina subieron al escenario sin previo aviso. No hubo prensa. Sólo unos pocos elegidos presenciaron ese reencuentro secreto. Entre reunión y reunión, Javier Martínez no dejó de crear. Su discografía solista lo muestra como un compositor maduro, sarcástico, siempre inquieto. Editó Sol del Sur (1983), Corrientes (1993), Swing (1998), Basta de boludos (2003, reedición de Swing con extras), Pensá Positivo (2015) y Concierto en el Estudio (2020). Su última obra fue Darse cuenta (2021), publicada bajo el nombre Manal Javier Martínez junto al guitarrista Pino Callejas. Credito: Foto: Stefania Parese - Producción: Circo Bohemio En octubre y noviembre de 2024 todavía estaba de gira. Subió a los escenarios como quien sube a casa. Su voz estaba intacta. El swing también. Con la muerte de Javier Martínez se apagó una voz única. Fue un pionero. Pero también fue un rebelde, un cronista, un dramaturgo del asfalto. Ya no habrá otro como él. Y eso duele.
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