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» El litoral Corrientes
Fecha: 04/05/2025 02:44
La fotografía que armaron los principales referentes de un heterogéneo ensamble opositor circuló rápidamente por las arterias del poder en razón de la hipotética potencia electoral que la suma de todas las fuerzas políticas allí representadas podría significar de cara a los comicios que más les importan a los correntinos. La elección de un nuevo gobernador se ubica en el centro de la expectativa colectiva en razón de que el calendario de recambio ejecutivo va a contrapelo de la periodicidad nacional. Pero aun si Corrientes eligiera a su timonel de consuno con las votaciones presidenciales, la tradición de una provincia que históricamente se rebeló contra los mandatos impuestos por el centralismo porteño habita en el ADN de su pueblo, que concentra su interés en la definición local porque la Provincia se desenvuelve desde siempre en el concierto nacional como un macizo autónomo. Más allá de sus distintos grados de acercamiento o distanciamiento con el Gobierno Nacional de turno, el Taragüí representa para sus habitantes una patria chica en la que se puede vivir sin la injerencia, la dependencia o la alianza con Balcarce 50 en razón de su gran virtud: es perfectamente capaz de vivir con lo propio, aunque eso propio sea menos de lo que otros distritos provinciales han recibido en concepto de favores políticos en los últimos lustros. Entonces, ¿de qué van Camau Espínola, Perucho Cassani, Lisandro Almirón y otros al posar codo a codo en el Hotel de Turismo? Es un gesto importante por supuesto. Los allí reunidos, en su gran mayoría, son figuras de peso en la constelación política vernácula y una eventual mancomunión de todos los sectores que cada uno de ellos lidera implicaría la conformación de un bloque pluripartidario de cuidado. Pero la política no es matemática y ellos lo saben. La prueba piloto que representó la cumbre del Turismo desató una onda expansiva que llegó a la Casa Rosada, donde la hermana presidencial, Karina Milei, paladeó un aperitivo de lo que podría ser el encolumnamiento -cual vagones de La Libertad Avanza- de expresiones partidarias históricas como el Partido Liberal, Encuentro Liberal y los fragmentos de un justicialismo que desde hace años se viene pulverizando. El anhelo libertario se dejó escuchar en los corrillos. Los teléfonos vibraron en las mesas decisionales y, rápidamente, surgieron los reparos. Todos los allí reunidos coinciden en una idea general de cambio, pero mantienen diferencias de fondo relacionadas, en especial, con las candidaturas. ¿Quién se atrevería a decirle a Perucho, con toda su trayectoria, que no merece encabezar la fórmula? ¿Y a Camau, el único que pudo devolverle la competitividad al PJ en 50 años de historia? ¿Y a Lisandro Almirón, un remero de distintos mares que supo ver antes que nadie las potencialidades de Javier Milei, gracias a lo cual mantiene una relación aceitadísima tanto con Karina como con Lule Menem, el estratega detrás de la secretaria general de la Presidencia? Todos los allí presentes son caciques de sus agrupaciones y abrigan intereses legítimos que no están dispuestos a resignar, pero además hablan de un cambio que ya se produjo. Al menos para el votante correntino tipo, Gustavo Valdés no es lo mismo que Ricardo y Arturo Colombi aunque los tres hayan emanado de la misma piedra fundamental. El correntino de a pie que tiene conciencia del camino elegido tanto en 2001, como en 2005, como en 2009 y finalmente en 2017, cuando el actual gobernador llegó al poder con la inteligencia de la que careció el primo Arturo: el ituzaingueño no asumió con la idea de cortarle el rostro al patriarca sino de continuar su legado hasta superarlo con una mezcla de eficacia administrativa y perfil vanguardista. Muchas veces, en la continuidad está el cambio y quien lo quiera negar que revise la historia vaticana reciente, cuando el conservador Ratzinger convocó al reformista Bergoglio para semblantearlo meses antes de su abdicación. Benedicto le allanó el camino a Francisco. ¿Pero puede decirse que Francisco haya sido lo mismo que Benedicto? Desde luego que no. Valdés desarrolló una comunicación directa a través de las redes sociales y se apropió del lenguaje de la inmediatez para ser él quien condujera la agenda política desde sus posteos, incluidos los cronogramas salariales y los anuncios de Estado, que luego fueron refrendados por los cronistas de exteriores ya no en calidad de primicias pescadas en Salta y Mayo, sino como meras confirmaciones del dato de dominio público ya entregado a las vertientes digitales por el jefe del Ejecutivo. El gobernador actual representó el cambio que la correntinidad esperaba en aspectos que, en su momento, parecían poco relevantes para la política tradicional, pero que hoy son esenciales para una juventud sub 30 que solamente destina dos segundos a los contenidos y se detiene a consumir el mensaje si el mensajero acierta en los modos. Y así como el presidente Milei acertó con la imagen de la motosierra, la melena ensortijada y el lenguaje procaz, Valdés se instaló como el referente de una Corrientes moderna, abierta a las inversiones tangibles, a la cooperación público-privada y (por qué no) a la dinámica atlética de un líder que no necesita el carácter acaudillado de un “capofamiglia” para mandar. El carisma del actual mandatario entró al corazón del electorado por sus cualidades dialécticas, por su estética juvenil (asumió con menos de 50 años y cuidó la silueta mientras sus eventuales rivales se pasaban de postres) y ganó la confianza de las mayorías al blindar el cronograma salarial en una provincia que no nadará en la abundancia, pero que no padeció los cimbronazos del ajuste libertario porque estaba (y está) desendeudada, con fondos para afrontar urgencias pero también para dinamizar la economía mediante obras de infraestructura que se traducen en empleos, turismo y crecimiento. Lo otro que se valora, quizás más puertas adentro que afuera de la política profesional, es la tranquilidad social alcanzada como resultado de la ausencia de persecuciones ideológicas. El mandatario actual no fue por la cabeza de sus antecesores ni en el terreno judicial ni en el plano mediático. Se cuidó de no abrir frentes innecesarios y, en vez de romper, heredó por efecto sedimentario. Así como Ricardo fue “el” hombre fuerte de hace 15 años, Gustavo es hoy el gran elector que se acerca al final de su mandato. Por su sillón se juntaron el agua y el aceite, para coquetear con el poder concentrado de Karina Milei. ¿Se mezclan el agua y el aceite? En la química es posible, pero como consecuencia de forzar la naturaleza de mutua repelencia que los caracteriza, ambos componentes forman una emulsión poco saludable que no debe ser consumida en exceso porque tapa las arterias. De la margarina hablamos. ¿Querrán los correntinos reemplazar manteca por margarina? ¿Estarán dispuestos a correr el riesgo? En las tertulias de parroquianos bienpensantes que debaten ideas opuestas sin por ello romper amistades, se habla de lo que podría pasar si las medidas nacionales se aplicaran en las provincias sin la red de contención social que los gobernadores proporcionan. ¿Soportaríamos el despido masivo de empleados públicos, el cierre de entes estatales, la reducción de la asistencia social, las privatizaciones y las campañas de desprestigio contra periodistas? En el orden nacional la receta del presidente Milei funciona a cambio de un alto costo social que se patentiza en las marchas de los jubilados, reprimidos cada miércoles casi por costumbre. La ola de inseguridad creciente en el AMBA, donde la vida vale menos que un celular, desnuda la otra cara del programa de dolarización endógena, desinflación y macroeconomía saneada. Si un refugio queda en la Argentina libertaria que se respira en las bravatas del Gordo Dan y en las provocaciones amedrentadoras de Santiago Caputo al tomar de la credencial a un fotógrafo nada más que por tomarle una instantánea, son las provincias. Corrientes es nada menos que un techo donde ampararse de la ausencia del Estado proclamada por los alumnos de la escuela austríaca. Lo saben los políticos de raza a quienes tanto respeta quien esto escribe y, también, lo sabe Jorge Antonio, un bonaerense de Isidro Casanova que vendió todo lo que tenía y se vino con su familia a vivir a la capital correntina en 2022, cansado de la malaria y el peligro de las entraderas. ¿Cómo hizo? Se capacitó en teletrabajo y cargó solamente lo que cabía en sus dos autos viejos, un Renault 12 de los 80 y un Renault 19 de los 90. En su publicación, celebrada por miles en Facebook, recomienda: “Tienen que estar decididos y con ganas de cambiar de vida y ser felices. Leí que en el interior los salarios son bajísimos y es cierto. Por eso hay que prepararse. Antes de dar el paso, aprendan un oficio, peluquería, herrería o electricidad, porque a los que saben hacer esas cosas no les falta laburo donde vayan”. Jorge vive en Corrientes agradecido a la Provincia que le abrió los brazos. Relata su historia en un grupo llamado “Migrar al Interior” y está seguro de haber elegido un destino que les ofrece mejores oportunidades a sus hijos.
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