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  • Fuerte advertencia de Estados Unidos contra los tratamientos de transición de género en menores

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 02/05/2025 12:38

    Las autoridades sanitarias de los EEUU publicaron una revisión exhaustiva de la atención a menores con disforia de género El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos dio a conocer un informe de más de 400 páginas que es el resultado de una extensa revisión de la atención médica que reciben los menores con disforia de género en ese país y de la evidencia que respalda los tratamientos que se aplican, realizada en cumplimiento de la Orden Ejecutiva 14187, del 28 de enero de 2025. El documento recomienda poner en primer plano las terapias exploratorias tendientes a identificar las causas del malestar, antes de optar por el “enfoque afirmativo” del sentimiento de pertenencia a otro sexo expresado por adolescentes cuya personalidad está en formación. El texto publicado alude a “la creciente preocupación internacional acerca de la transición médica pediátrica”, en relación a las medidas que cada vez más países -Reino Unido, Suecia, Finlandia, Noruega- están tomando para limitar o directamente prohibir los bloqueos de pubertad, la hormonización cruzada y las cirugías en menores de edad. “Tras reconocer el carácter experimental de estas intervenciones médicas y su potencial nocivo, las autoridades sanitarias de un número de países han impuesto restricciones”, dice el documento, y cita el caso de la prohibición, en el Reino Unido del uso de bloqueadores de la pubertad como tratamiento para la disforia de género pediátrica. En Inglaterra, el Informe Cass llevó a la decisión de prohibir los bloqueadores, hormonas y cirugías en el tratamiento de menores con disforia de género Fue ese contexto mundial el que llevó al Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos a realizar esta “revisión de la evidencia y las mejores prácticas para el tratamiento de la disforia de género pediátrica”. Tras constatar que en la última década, el número de niños y adolescentes que cuestionan su sexo y se identifican como transexuales o no binarios ha crecido significativamente, señalan que el enfoque propuesto en estos casos ha sido el tratamiento conocido como “afirmación de género”, que se basa en aceptar casi sin precauciones ni espera la identidad autodeclarada del niño para aceptar su “transición social” (cambio de nombre y, en ciertos casos, cambio registral de la nueva identidad), fármacos supresores de la pubertad para impedir el desarrollo sexual, luego hormonas de sexo contrario para adquirir caracteres sexuales secundarios y finalmente cirugías, por lo general mastectomía. La advertencia de la Mayo Clinic y, debajo, activistas trans defendiendo los tratamientos “Miles de niños y adolescentes estadounidenses han recibido estas intervenciones”, dice el informe. El aumento de la disforia juvenil se ha producido “en el contexto de una crisis de salud mental más amplia que afecta a los adolescentes”, recuerdan. El documento alude a la inquietud de “los padres de niños y adolescentes identificados como transexuales” que “a menudo se debaten sobre la mejor manera de apoyarlos” y a los que estas terapias les son presentadas como “necesarias” y “salvavidas”. Advertencias en el Reino Unido acerca de que la "transición social" no es inocua, sino que genera daño psicológico “Muchos de estos niños y adolescentes tienen afecciones psiquiátricas o del neurodesarrollo concurrentes, lo que los hace especialmente vulnerables”, advierten, por lo que “merecen recibir una atención compasiva, basada en pruebas” y adaptada a las necesidades específicas de su caso. También señalan que “el diagnóstico de la disforia de género se basa enteramente en autoinformes subjetivos y en observaciones conductuales, sin ningún marcador objetivo físico, de imagen o de laboratorio”; sólo “se centra en actitudes, sentimientos y comportamientos que, como se sabe fluctúan durante la adolescencia”, agregan, no sin sentido común. Y además, recuerdan que “las investigaciones existentes sugieren que (la disforia de género) remitirá sin intervención en la mayoría de los casos”. Dato que subraya la imprudencia de tratarla con métodos parcial o totalmente irreversibles -en menores que además están sanos físicamente- y con efectos secundarios preocupantes. La Revisión señala que muchos menores que se declaran trans tienen comorbilidades “Las controversias en torno a la transición médica de los menores van más allá del debate científico; son profundamente culturales y políticas -constata el informe de la Revisión-. El discurso público está dominado por narrativas intensamente polarizantes. Algunos ven la transición médica de los menores como una cuestión de derechos civiles acuciante, mientras que otros la consideran un profundo fracaso médico y un recordatorio aleccionador de que incluso la medicina moderna es vulnerable a errores graves”. Esto último es el caso de las profesionales francesas cuyo libro fue reseñado en una nota anterior [Ver: Hormonización y cirugías de género: un libro afirma que la medicina está olvidando su juramento de no dañar] "El sermón de Hipócrates. La medicina bajo dominio de las ideologías identitarias" Tras señalar que en la actualidad en los EEUU, el enfoque que se da a los tratamientos de la disforia de género pediátrica “se alinea con el modelo de atención de ‘afirmación del género’ recomendado por la Asociación Profesional Mundial para la Salud Transgénero (WPATH)”, la revisión señala que los protocolos que esta ONG recomienda “se adoptaron internacionalmente antes de la publicación de los primeros estudios de resultados”. Vale aclarar además que, aunque busca presentarse como una voz oficial, la WPATH es una asociación formada por los profesionales que comparten el modelo afirmativo y dominada por el activismo trans. Las autoridades de los países que han restringido las terapias afirmativas, “recomiendan ahora enfoques psicosociales, en lugar de intervenciones hormonales o quirúrgicas, como tratamiento principal”, dice la revisión. Por ese motivo, aclara, se ordenó en Estados Unidos una “evaluación metodológicamente rigurosa de la evidencia que sustenta la medicina pediátrica de género”, específicamente de “la evidencia directa con respecto a los beneficios y daños del tratamiento para niños y adolescentes con disforia de género”. Aclaran que a pesar de que el corto período en el cual se vienen aplicando estos tratamientos dificulta la evaluación tanto de sus beneficios como de sus daños, “pueden extraerse importantes conclusiones de los conocimientos establecidos sobre la fisiología humana y los efectos y mecanismos de los agentes farmacológicos utilizados”. La promoción casi festiva del transgenerismo infantil Entre ellas, enumeran los “riesgos de la transición médica pediátrica”, a saber: “infertilidad/esterilidad, disfunción sexual, deterioro de la acumulación de densidad ósea, impactos cognitivos adversos, enfermedades cardiovasculares y trastornos metabólicos, trastornos psiquiátricos, complicaciones quirúrgicas y arrepentimiento”. Advierten que estudios realizados sobre los protocolos elaborados por la WPATH y la Endocrine Society, no son recomendables porque “carecen de rigor en el desarrollo y transparencia”. La WPATH ha sido señalada, recuerdan, por suprimir “revisiones sistemáticas que sus líderes creían que socavarían su enfoque de tratamiento recomendado” y porque en sus últimos protocolos eliminó “casi todos los mínimos de edad recomendados para las intervenciones médicas y quirúrgicas en respuesta a presiones políticas”. Sigue una lapidaria constatación: “El modelo de atención de ‘afirmación del género’, tal como se practica en las clínicas de EEUU, se caracteriza por un proceso dirigido por el niño en el que a menudo se minimizan u omiten las evaluaciones exhaustivas de salud mental, y las intenciones del paciente sirven de guía principal para las decisiones de tratamiento”. Y agregan: “En algunas de las principales clínicas pediátricas de género del país, las evaluaciones se realizan en una única sesión de dos horas de duración”. A muchas familias argentinas les resultará familiar esta descripción de cómo actúan los servicios de atención a menores trans, ya que la misma liviandad e imprudencia se verifica aquí en muchos casos, como lo informa la asociación Manada que agrupa a madres y padres de adolescentes con disforia de género. Otro paralelo con la situación local es la acusación que hace la revisión a “las asociaciones médicas estadounidenses” por desempeñar “un papel clave en la creación de la percepción de que existe un consenso profesional a favor de la transición médica pediátrica”, cuando en realidad se trata del lobby ejercidos por “un pequeño número de comités especializados, influidos por WPATH” “No está claro que las opiniones oficiales de estas asociaciones sean compartidas por la comunidad médica en general”, sugieren. Lo mismo vale preguntarse para el caso de la Argentina donde la Sociedad Argentina de Pediatría, o mejor dicho su Comisión Directiva, emitió una declaración defendiendo el uso de bloqueadores de pubertad (no para los casos médicos para los que fueron elaborados sino para púberes angustiados por su desarrollo sexual), de hormonas cruzadas y hasta de cirugías a menores. Comunicado que obviamente no fue consultado con sus 20 mil socios que en su mayoría no deben ni siquiera conocer ese texto. “La evidencia sobre los beneficios de la transición médica pediátrica es muy incierta, mientras que la evidencia sobre los daños es menos incierta”, dice una de las conclusiones del informe. Luego hace una consideración ética sobre la medicina: “Cuando las intervenciones médicas plantean riesgos innecesarios y desproporcionados de daño, los profesionales sanitarios deben negarse a ofrecerlas aunque los pacientes las prefieran, soliciten o exijan. No hacerlo aumenta el riesgo de daño iatrogénico y reduce la medicina al consumismo, amenazando la integridad de la profesión y socavando la confianza en la autoridad médica”. Insisten en la necesidad de más y mejor investigación sobre una práctica médica que evidentemente está todavía en etapa experimental. Con el riesgo de convertir a muchos niños en cobayos. La romantización de la transición de género infantil Otra conclusión extremadamente importante: “No se ha encontrado ninguna asociación entre disforia de género y tendencia al suicidio, y no hay pruebas de que la transición médica pediátrica reduzca la incidencia de suicidio”. Esto es crucial porque uno de los principales caballitos de batalla con el que los partidarios del enfoque afirmativo amenazan a los padres: “Es preferible una hija trans antes que un hijo muerto”. Concluyen con una recomendación: “La psicoterapia es una alternativa no invasiva a las intervenciones endocrinas y quirúrgicas para el tratamiento de la disforia de género pediátrica. Las revisiones sistemáticas de la evidencia no han encontrado pruebas de efectos adversos de la psicoterapia.”

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