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  • El peligro invisible: ¿por qué ocurren tantos accidentes en las intersecciones urbanas?

    » Primerochaco

    Fecha: 02/05/2025 02:23

    Por Pablo Eikel, especialista en seguridad vial El tránsito urbano sigue siendo uno de los mayores desafíos para la seguridad vial, especialmente en las intersecciones, donde la mayoría de los accidentes se concentran. Aunque esta realidad no es exclusiva de la Argentina, la situación local presenta características particulares que agravan el problema. “En todo el mundo, si uno observa un mapa de siniestros viales, va a notar que la mayoría de los accidentes ocurren en los cruces de calles y avenidas”, explica Pablo Eikel, especialista en seguridad vial. Esta concentración no es casual: en esos puntos convergen vehículos que se desplazan en distintas direcciones y sentidos, lo que multiplica los riesgos. Uno de los factores críticos es la convivencia desordenada de múltiples tipos de usuarios: peatones, ciclistas, motociclistas, colectivos, camiones y autos particulares. “A diferencia de muchos países donde se ha avanzado en ordenar el tránsito, aquí conviven todos los vehículos en un mismo espacio. Esto genera conflictos permanentes”, advierte Eikel. Algunas ciudades como Rosario, Córdoba y Buenos Aires han comenzado a implementar medidas como carriles exclusivos para motos y bicisendas, y zonas de detención diferenciadas para motociclistas, pero la situación sigue siendo crítica en gran parte del país. La clave: visibilidad y respeto por las normas Uno de los problemas más graves en los cruces urbanos es la obstrucción de la visibilidad. Eikel señala que “cuando no está despejado el triángulo de visibilidad, no podemos anticipar la presencia de otros vehículos ni tomar decisiones a tiempo”. Este triángulo es el área libre que permite a los conductores ver con claridad el flujo del tránsito desde las esquinas. El especialista destaca prácticas comunes que aumentan los riesgos: “Muchos vehículos estacionan sobre la ochava, lo cual está prohibido justamente porque obstruye la visión”. Esta infracción, frecuente en cualquier ciudad, afecta tanto la seguridad de los automovilistas como de los peatones. La situación se agrava con la proliferación de locales comerciales que utilizan la vereda y la calle como extensión de su espacio, como talleres, lavaderos o kioscos, dificultando aún más la visibilidad. “Si ocurre un accidente y hay un vehículo mal estacionado que obstaculiza la visión, esa persona es responsable”, advierte Eikel, recordando que estas pequeñas infracciones pueden tener consecuencias fatales. El desconocimiento de los puntos ciegos Otro tema central es la falta de conocimiento sobre los puntos ciegos de los vehículos más grandes, como colectivos y camiones. “He presenciado accidentes donde la moto se ubica justo delante del camión, en un ángulo donde el conductor no puede verla. Eso es desconocimiento total del riesgo”, relata el especialista. La recomendación es clara: jamás ubicarse en los ángulos muertos de los vehículos grandes, especialmente al detenerse en semáforos o cuando estos están girando. La agresividad en el tránsito: un factor que agrava Eikel también señala un fenómeno cada vez más preocupante: la creciente agresividad en el tránsito. “Hoy los conductores están con la mecha muy corta. Hay mucha violencia verbal y, a veces, física, especialmente entre motociclistas y automovilistas”, comenta. La recomendación es no engancharse en discusiones y recordar que cualquier altercado puede escalar rápidamente y derivar en situaciones de violencia grave. La proliferación de motos y la falta de formación La región del nordeste argentino presenta además una particularidad: la altísima tasa de circulación de motocicletas. En ciudades como Presidencia Roque Sáenz Peña, según datos de tránsito, hay cinco veces más motos que autos y otros vehículos pesados. Esta realidad genera complicaciones en materia de estacionamiento y seguridad vial. El acceso fácil a las licencias de conducir también es un problema estructural. “Muchos municipios pequeños venden las licencias sin pedir ninguna prueba real de manejo. El intendente firma una autorización que habilita a circular incluso fuera del país, y muchas veces la persona no sabe manejar”, denuncia Eikel. Esto, sumado a cursos de formación básica, deja a muchos conductores sin conocimientos fundamentales, como la gestión de puntos ciegos o las prioridades de paso. La necesidad de una formación más exigente El especialista propone mirar modelos exitosos como el de Suecia, donde el curso para obtener la licencia dura un año completo. “Allí se ha logrado bajar drásticamente la mortalidad vial porque la gente que obtiene la licencia realmente sabe manejar”, asegura. La conclusión es clara: mejorar la seguridad vial requiere, además de infraestructura, una fuerte inversión en educación y control. Solo así será posible reducir los siniestros en los cruces urbanos, esos puntos críticos que hoy son verdaderas trampas para conductores y peatones.

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