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  • ¿Feliz día? En la Argentina 9 de cada 10 trabajadores y trabajadoras están quemadas

    » El Ciudadano

    Fecha: 01/05/2025 16:20

    Cada 1° de mayo, el Día Internacional del Trabajador invita a reflexionar sobre condiciones laborales: salarios, jornadas, derechos, y también inflación y desocupación son puestos en primer plano. Pero poco o nada se dice del bienestar emocional, de cómo es la sensación al enfrentar el inicio de la semana laboral. En la Argentina, el trabajo no sólo es una fuente de ingresos, un pasaporte a la dignidad, una “cultura” como se suele escuchar: también puede ser una causa silenciosa de agotamiento. Según el informe “2024 Global Workforce of the Future” del Grupo Adecco –una compañía de recursos humanos con base en Zúrich, Suiza, y presente en 60 países– Argentina lidera el ranking mundial de trabajadores con “burnout”, como se conoce internacionalmente al síndrome que se evidencia con síntomas de agotamiento extremo, estrés y alta carga mental en el trabajo. El 60% de los empleados locales manifestó haber sentido síntomas de agotamiento en los últimos 12 meses, superando a países como Eslovenia, India y Brasil. A esto se suma un estudio reciente del Observatorio de Tendencias Sociales, Educativas y Empresariales de la Universidad Siglo 21, que revela que el 24% de la población argentina señala que la mayor parte de los días siente que no puede “relajarse después del trabajo” y que “cada vez le cuesta más iniciar una nueva jornada laboral”. Además, el 32% indica que se encuentra “tan cansado que no puede realizar otras actividades”. Es el valor más elevado registrado hasta la fecha, destaca el informe de Adecco. Por su parte, el Estudio Burnout 2024, de Bumeran, otra reconocida firma de recursos humanos, el 91% de los trabajadores argentinos experimenta síntomas de estrés crónico. Pero lo más alarmante es que muchos ya ni lo reconocen como un problema: se ha normalizado el cansancio, la falta de motivación y el “estar en automático”. En este contexto, una nueva tendencia empieza a tomar fuerza: hablar del burnout silencioso. Ni media gana Se conoce como burnout silencioso a la situación de cuando trabajar sin motivación se vuelve costumbre. El burnout silencioso no explota: se filtra. No implica faltar al trabajo, sino cumplir tareas prácticamente en piloto automático, sin motivación. Lo padecen las personas que cumplen objetivos, pero que sienten un vacío al final del día. “No se trata de trabajar menos, sino de reconectar con el propósito”, plantea Fer Niizawa, experto en bienestar laboral y autor del libro “Ikigai: felicidad y sabiduría japonesa para transformar tu vida”. Su enfoque se apoya en principios de la filosofía japonesa que aprendió de su abuela y durante sus años de trabajo en Japón, y que luego combinó con su experiencia como director de Recursos Humanos de las empresas más grandes de la región. “No todos pueden cambiar de trabajo, pero sí pueden cambiar cómo se relacionan con lo que hacen. A veces, una pequeña acción puede reencender la chispa”, explica. Una clave que propone es “re-encuadrar el sentido: encontrar espacios de autonomía, reconocer logros, tener rituales de cierre del día o establecer micro-objetivos que generen satisfacción”. ¿Qué recomiendan los expertos? La Organización Internacional del Trabajo (OIT) y su investigación “Los horarios de trabajo flexibles pueden beneficiar el equilibrio entre la vida personal y profesional, las empresas y la productividad”, advierte sobre el impacto de la hiperconectividad en la salud mental: los límites borrosos entre lo laboral y lo personal aumentan la fatiga y disminuyen el rendimiento. Además, el informe de la Universidad Siglo 21 indica que las personas que experimentan burnout tienen el doble de probabilidades de sufrir trastornos mentales graves. Frente a ello, no se trata de abandonar todo, sino de adoptar pequeños cambios que mejoren la experiencia laboral desde adentro: Propósito claro: conectar con el “para qué” de cada tarea. Micro-hábitos: pausar 5 minutos entre tareas, respirar, estirar, agradecer. Desconexión digital: establecer horarios sin pantalla, incluso dentro de la jornada. Espacios de conversación: generar vínculos reales mejora el clima y la motivación. Empatía organizacional: los líderes que cuidan son los que retienen talento. “La paz mental no es un privilegio, es una necesidad”, concluye Niizawa. “Y no hace falta irse al Himalaya para alcanzarla. A veces, empieza con una sola pregunta: ¿para qué hago lo que hago?”

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