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Parana » Plazaweb
Fecha: 01/05/2025 00:51
Mariano Werner fue sancionado por la Comisión Asesora y Fiscalizadora (CAF) de la Asociación Corredores Turismo Carretera y deberá largar último en su serie durante la 5ª fecha del Turismo Carretera en Termas de Río Hondo. ¿El motivo del castigo? No haber reducido la velocidad como líder tras el anuncio de neutralización durante la carrera especial en Toay. Según el reglamento deportivo, infringió el artículo 25 al no acatar las señales del ingreso del auto de seguridad. Sin embargo, la polémica no se detiene en la maniobra del tricampeón, sino en la falta de reacción institucional frente al error clave que desató el caos: la demora de más de una vuelta del auto de seguridad para salir a pista, mientras las banderas ya flameaban y el sistema Race Pro lo anunciaba. La CAF penalizó al piloto, pero evitó investigar el rol de los comisarios deportivos, reavivando la discusión sobre la transparencia y autocrítica del ente rector. La resolución cayó como un balde de agua helada en un campeonato que ya venía torcido para el entrerriano. Luego de dos abandonos en las últimas tres carreras, el piloto del Fadel Werner Competición no levanta cabeza. Y esta sanción no hace más que sumar piedras en el camino. Según el comunicado de la CAF, Werner infringió el artículo 25 del reglamento deportivo, que regula la neutralización de una carrera. El texto indica que el piloto no redujo la velocidad como se exige cuando se anuncia la salida del pace car, generando confusión en el pelotón. En su defensa, Werner entregó a la CAF la cámara onboard de su Ford Mustang y los audios con su equipo durante la carrera. Argumentos que, sin embargo, no torcieron la decisión del organismo fiscalizador, que ratificó la sanción. Pero el punto más polémico no es ese. Lo que genera escozor entre pilotos, equipos y fanáticos es lo que el comunicado no menciona: la evidente demora en el ingreso del auto de seguridad, que tardó más de una vuelta y media en salir a pista luego del trompo de Andrés Jakos. Durante ese lapso, los autos seguían a fondo mientras las señales oficiales indicaban lo contrario. En ese caos, varios equipos aprovecharon para entrar a boxes y hacer la recarga obligatoria de combustible. Werner, uno de ellos, salió cuarto… hasta que su motor dijo basta por una bujía rota. El abandono lo dejó 25º en el campeonato, a 27,5 puntos de Agustín Canapino, último en zona de clasificación a la Copa de Oro. Ahora, con la penalización para la próxima fecha en Santiago del Estero, el panorama se complica aún más. Deberá largar último en su serie, forzado a avanzar sí o sí si quiere seguir soñando con pelear el título. Lo curioso – para muchos indignante- es que la CAF no abrió ninguna investigación interna sobre la demora del auto de seguridad ni el rol de los comisarios deportivos. No es la primera vez que esto ocurre: el ente fiscalizador suele mirar para otro lado cuando se trata de revisar su propio accionar o el de las autoridades de carrera. El ejemplo más recordado es reciente: el escándalo en el cierre del torneo 2024 del TC en La Plata, cuando un grupo de personas invadió la pista y lanzó papeles al auto de Werner, obligándolo a largar desde boxes. ¿La solución de la CAF? No sancionar a los responsables del autódromo por los evidentes problemas en la seguridad, sino cambiar el reglamento para que, de ahora en más, los comisarios puedan autorizar que un piloto largue desde su lugar en la grilla aunque reciba una “ayuda externa”. El caso Werner vuelve a poner sobre la mesa un tema recurrente en el automovilismo argentino: la falta de autocrítica de los organismos que regulan la actividad. La CAF y la ACTC operan con una lógica interna que muchas veces parece ajena al sentido común y al análisis técnico serio. Cuando un piloto comete un error, el castigo es inmediato. Cuando lo comete el sistema, se diluye en el aire. Se penaliza a quien está expuesto, no a quien toma decisiones desde una torre. Y en ese juego desigual, los pilotos quedan a merced de decisiones que, muchas veces, parecen tener más que ver con el orden político del automovilismo que con lo deportivo. Werner no es inocente: como líder, tenía la responsabilidad de respetar la señalización. Pero tampoco es el único culpable. Penalizarlo sin revisar lo que pasó con el ingreso tardío del auto de seguridad es aplicar la ley de manera selectiva, como si el reglamento solo rigiera para quienes están en la pista. El Turismo Carretera vive de su historia y su épica, pero también debe cuidarse de que esa épica no quede en manos de decisiones cuestionables. La credibilidad se construye con justicia, y la justicia se construye con responsabilidad compartida. (Auto Mundo)
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