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  • Una inesperada lección de periodismo de Leila Guerriero

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 29/04/2025 20:45

    Ezequiel Martínez, director de la Feria, con Leila Guerriero. (FEL) La actividad, en realidad, no era una clase de periodismo, era la entrega del Premio de la Crítica 2025 que Leila había ganado por su libro La llamada. Que cuenta la historia de Silvia Labayru, una mujer que fue secuestrada por la dictadura, que era parte de la Inteligencia de Montoneros, que fue violada reiteradamente, obligada a realizar trabajo esclavo y forzada a representar el papel de hermana de Alfredo Astiz, un miembro de la Armada que se había infiltrado en la organización Madres de Plaza de Mayo, un operativo que terminó con tres Madres y dos monjas francesas desaparecidas. De eso se trataba y de eso se había hablado hasta el momento. La sala estaba llena de gente joven, algo que no se le escapó a Ezequiel Martínez, director de la Feria del Libro de Buenos Aires, quien estaba en el escenario entregando el premio, quien lo destacó. Entre ellos, se veía, estudiantes de periodismo. Alguno se animó, entonces, y aprovechó la ocasión para hacerle a Leila Guerriero -una cronista consagrada- una pregunta sobre el oficio. Antes, ella ya había dado alguna pista: “Cuando yo entrevisto se puede caer el mundo, puedo estar muriéndome, no sé, de dolor, de sed, de lo que sea, y yo no me distraigo. Esa persona me ha dado su tiempo y yo estoy ahí, completamente concentrada, escuchando todo lo que puedo. Por eso es tan desgastante entrevistar a una persona”, había dicho. "La llamada", el libro premiado, ya tuvo muchas reimpresiones. Pero ahora el muchacho quería saber otra cosa. “Cuando vos trabajás con estos casos así tan documentales, ¿llegás con alguna hipótesis a esa primera conversación? En casos fuertes, ¿no puede ser que una idea preconcebida vaya minando de los detalles, los matices y las relaciones? Leila Guerriero contestó sin dudar: “No, no el asunto, que yo no llevo ninguna hipótesis Y me parece lo más saludable, porque tener una hipótesis previa es como tener un prejuicio". Y desarrolló: “Si tenés una hipótesis previa pasa lo que pasa en muchos medios de comunicación hoy día. Algunos colegas, en vez de ver lo que hay, lo que hacen es: ‘tengo esta teoría y entonces recorto y hago encajar todo’. Y, no sé, a mí me produce mucho espanto eso y me produce espanto leerlo o verlo en las noticias de la tele o lo que fuere”. Leila Guerriero, una periodista reconocida. Sin embargo, hay cosas, dijo, con las que un periodista tiene que tener cuidado. Y aconsejó: “¿Viste esa canción de Los Redondos que dice ‘Y me encadena a su show’? Lo que tenés que evitar con el trabajo de campo es que el entrevistado te encadene a su show. Entonces, la primera premisa de un periodista es que no se quiere dejar manipular de ninguna manera. Y cuando estás entrevistando a gente de lo más diversa, lo que tenés que tener es un montón de información previa. Por ahí, no sobre su historia particular". ¿Cómo fue en el caso de su investigación, que requirió unas setenta entrevistas a su protagonista? “Yo cuando la fui entrevistar a Silvia la primera vez -dijo Guerriero- no tenía ninguna clase de prejuicios. Bueno, tenía los testimonios que se había dado en los juicios de lesa humanidad, pero no sabía nada de su vida más que lo que había leído en una nota que había hecho nuestra colega Mariana Carbajal en Página 12, que era buenísima. Pero bueno, era una nota de un diario”. ¿Con eso alcanzaba? No, Guerriero sabía -tenía que saber- otras cosas. “Más allá de eso, yo tenía un montón de información sobre lo que había pasado bueno, obvio, en la ESMA, en la dictadura. No es que dije: ‘Hola, ¿qué tal? ¿qué te pasó?’ Pero hipótesis, hipótesis no. Y me parece que tenga que tenerla. Reportear, investigar, es ir viendo cada vez más claro. Cuando llegás a ver a un entrevistado, todavía ves opaco, yenés un velo delante. Cuando, cuando vas entrevistando, ese velo se va descorriendo. Lo que pasa es que si vos lo que querés es descorrer el velo de un manotazo, te deslumbrás y no ves nada tampoco. Entonces, se tiene que ir de a poquito y evitar que el entrevistado te encadene a su show. Es tan sencillo como quedarte con el entrevistado por meses". Ir a abierto, escuchar, quedarse mucho. Pero hay más: “No permitir que la única voz que haya en el libro o el artículo sea la voz del afectado, de la entrevistada. Que haya otras voces, aunque cuestionen la visión que tenés de lo que pasó. Y no tener miedo a eso. No tener miedo a confrontar. Ir de vuelta con tu entrevistado y decirle: ‘Hablé con fulano y fulano me dijo que no fue así. ¿Qué pensás de eso?’ O sea, para mí el reporteo y la escritura son un espacio de libertad, pero libertad incluso para pensar en contra de lo que yo pienso". Y reforzó: “Yo no tengo que estar de acuerdo con todo lo que dicen todas las personas que están en el libro. Tampoco es que es la objetividad, eso es un cuento chino. Pero me parece peligroso tener una hipótesis antes de ver qué hay. Primero hay que ver qué hay y después, ver qué vas a hacer con eso". Gracias, gracias, le dicen. Una pequeña clase de periodismo en medio de la Feria del Libro.

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