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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/04/2025 04:34
Escobar le había dicho a su esposa que se prepara "para ser Primera Dama" (crédito Editorial Planeta) “Parce –compañero- Pablo, tiene que meterse en la política, usted sabe que mucha gente lo quiere y lo sigue adonde vaya”, le sugirió Jorge Mesa, alcalde de Envigado, mientras conversaban durante una comida informal en casa de Nora, madre de su esposa, Victoria Eugenia Henao. Pablo Emilio Escobar Gaviria abrió grandes sus ojos graficando una mezcla de sorpresa y tentación y no tardó nada en introducirse de lleno en ese mundillo que lo sedujo desde el primer día, pese a la advertencia terminante de su suegra: “¿Se le olvidó quién es y qué hace? Si se mete ahí no habrá alcantarilla del mundo donde pueda esconderse. Nos va aponer en peligro y dañar la vida a todos, piense en su familia”, disparó la señora. Por supuesto, el narcotraficante no se quedó callado, como nunca lo hacía, más allá del respeto que le tenía a la mujer: “Quédese tranquila que yo hago las cosas bien hechas”, replicó con educación pero firme. Pablo Escobar junto a su hijo Juan Pablo (Europa Press) La campaña de Pablo Escobar El tema no le era ajeno, en 1979 había logrado un lugar como concejal de la mencionada ciudad por la agrupación de William Vélez, oriundo de Antioquia. Y entonces de inmediato el dirigente político Mesa empezó a hacer números hablando de la cantidad de sufragantes que lo acompañarían y logró que Pablo se envalentonara recordando las obras que había financiado en el ámbito que lo apasionaba, el deportivo, construyendo campos de fútbol, vóley básquet, pistas de atletismo, para bicicletas, para patinar, salas médicas, todas con su respetiva iluminación, hecho que los vecinos agradecían porque ayudaba a instalar la cultura del deporte en los jóvenes, alejándolos de los peligros de la calle. Su esposa, Victoria Eugenia Henao, y su hijo, Juan Pablo, al principio empezaron acompañarlo. Corría 1981 y Escobar recorría los vecindarios, en este caso el barrio Moravia, territorio del padre Elías, párroco del lugar que lo elogió y hasta pidió que lo aplaudieran por su labor comunitaria. Luego fue el turno de Pablo, quien no dudó en arremeter contra el diario El Espectador, que lo cuestionaba en su flamante rol: “Ese periódico representa a la oligarquía colombiana. Esta empresa periodística distorsiona la noticia y le inyecta veneno morboso y ataca a las personas: No tienen en cuenta los valores ni que las acciones que llevamos a cabo tienen el respaldo de la comunidad”. De todos estos comienzos, proyecciones y puestas en marcha fue testigo privilegiado nada menos que su hijo Juan Pablo, quien de niño lo acompañaba en cada acto, y luego plasmó todas las vivencias tanto positivas como negativas en un libro, “Pablo Escobar, mi padre”, de Editorial Planeta, fuente indispensable para esta nota, que reflejó como nadie todo el derrotero de su padre en la política que terminó de la peor manera. Pablo Escobar durante un acto de su campaña (Colprensa) Cómo evitar la extradición a Estados Unidos El tema fue que entre sus actos generosos a beneficio de la gente, también interpuso sus objetivos personales. Uno que lo preocupaba sobremanera fue pelear contra la extradición a los Estados Unidos que quería imponer el gobierno colombiano y el país del norte a los narcos. Y entonces se dedicó a reunir a lo más espeso de la mafia que manejaba la cocaína en todo el territorio, entre ellos dos capos de los más temidos del Cartel de Cali, los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela. Por entonces todavía no eran conocidos como narcotraficantes sino como empresarios y todavía no tenían prontuario. Para ese cónclave tan importante para él, Pablo decidió convocar nada menos que a Virginia Vallejo, la conductora estrella de la televisión del momento, que además de desplegar sus habilidades profesionales durante el evento, deslumbró a Escobar, y juntos iniciaron una apasionada historia de amor. Así Pablo pasó a formar parte del MRL (Movimiento de Renovación Liberal en el segundo puesto de la lista que llevaba como cabeza al letrado Jairo Ortega para la Cámara de Representantes. Su primer discurso político lo dio ante mil quinientas personas en el barrio La paz que lo vivaron de principio a fin. Dos meses le llevó la campaña donde también debió enfrentar algún que otro mal momento como en la ocasión donde alguien pasado de copas lanzó un insulto contra todos los políticos. “Me contaron varios de sus guardaespaldas que dos policías sacaron a empujones al tipo, lo soltaron cerca del barrio La Aguacatala y se lo entregaron a hombres de mi padre que lo acribillaron a tiros”, relató su hijo en su obra, “Las historias que no deberíamos saber”, publicada en 2016. Pablo Escobar quedó en la mira de la DEA tras su campaña política (Colprensa) El final de su carrera política Todo terminó mal cuando el candidato a presidente Luis Carlos Galán por el Nuevo Liberalismo, partido al que adhirió el MRL de Escobar, puso el grito en el cielo cuando se enteró del mencionado acuerdo. Y entonces decidió la expulsión lisa y llana tanto de Escobar como del abogado Jairo Ortega, a quien no dudó en reprocharle cómo pudo aceptar la incorporación individuos que desarrollan tareas que están contrapuestas con “nuestras tesis de restauración moral y política del país. No puedo permitir que la lista de su movimiento tenga vínculo alguno con mi candidatura presidencial”. Pablo enfureció, pero de la mano de Ortega buscó otro destino: el político Alberto Santofimio Botero, líder de Alternativa Liberal, que luchaba por sitios en el Congreso. Y juntos presentaron sus candidaturas en Medellín, donde Escobar era venerado por el público y lo llamaban “el Mesías de la región”. Eso lo impulsó entonces a desarrollar y lanzar un plan denominado “Medellín si tugurios”, que prometía cinco mil nuevas casas construidas para aquellos que no poseían vivienda alguna. Para promocionar su obra no reparo en gastos ni en esfuerzos. Entonces promocionó una corrida de toros en la plaza de la Macarena. Y para que fuera impactante hizo traer los animales en vuelos desde Madrid, y convocó a dos destacados toreros colombianos como Pepe Cáceres y César Rincón, sumando al show a reinas de belleza del renombre de Julie Pauline Sánchez y Rocío Luna. Para su intensa actividad política Escobar no dudaba en pedir aportes a sus colegas narcos, que veían con buenos ojos que uno de ellos abriera puertas en la política lo que les garantizaba un importante grado de impunidad futura. Escobar tenía una cuenta pendiente. Quería conocer cómo se había enterado el candidato Luis Galán de sus actividades con el narcotráfico ya que por entonces no se conocían como ocurrió tiempo después. E indagando le confirmaron que quien lo delató fue el doctor René Mesa, médico cercano a la familia. Y entonces uno de sus lugartenientes sicarios recibió la orden de terminar con su vida y lo ejecutó en su propio consultorio. Virginia Vallejo, la estrella de la TV que fue amante de Pablo Escobar (Cordon Press) La campaña quedó atrás y Pablo la superó con éxito. Así, en marzo de 1982 fue electo Representante de la Cámara. Según cuenta su hijo Juan Pablo, mientras se alistaba para el día de su asunción meses más tarde le dijo a su esposa: “Preparate para ser la primera dama de la Nación”. Lo que se venía ahora era la elección presidencial en la que competirían el liberal Alfonso López Michelsen, que ya había ostentado la primera magistratura, Gerardo Molina para el Frente Democrático de izquierda, Belisario Betancur Cuartas por el conservadurismo, y el ya mencionado Luis Galán del Nuevo Liberalismo. Los narcos jugaban a dos puntas, apoyando tanto a López como a Betancur para tener dos frentes cubiertos. Pablo se reunió con López, realizó su aporte, pero al tiempo se supo que los mafiosos lo estaban ayudando. El 20 de julio de 1982 Escobar llegó en una limusina Mercedes Benz para asumir como congresista. Su esposa lucía un vestido colorado y negro del diseñador italiano Valentino y Pablo debió pedirle una corbata prestada al portero del palacio legislativo porque sin ella no lo dejaban entrar. Luego, en agosto de ese año vino la asunción presidencial de Betancur. Y tanto Pablo como sus colegas narcos se mostraron aliviados porque el primer mandatario no se refirió en ningún momento a la tan comentada extradición. Por el contrario, se hablaba de amnistías e indultos para los grupos guerrilleros como las FARC, el M19, EPL y ELN. Para festejar las asunciones y el alejamiento del fantasma de la extradición, Escobar y un grupo de narcos viajaron a las playas de Río de Janeiro donde gastaron cientos de miles de dólares. Al regreso Pablo se sintió poderoso. Lo llamaban Robin Hood y los medios de comunicación le preguntaban si sentía como tal, a lo que respondía: “Es un calificativo interesante porque quienes conocen su historia saben que luchó y que salió en la defensa de las clases populares”. Pablo Escobar junto a su esposa y su hija (Editorial Planeta) Escobar, acorralado Pero el diario El Espectador publicó que en marzo de 1976 Escobar y cuatro individuos habían sido detenidos con pasta de coca. Eso lo demolió porque había pagado para hacer desaparecer esos antecedentes en la justicia, pero no pudo lograr lo mismo en los archivos del periodismo. Además había ordenado asesinar a los investigadores del DAS –Departamento Administrativo de Seguridad- que llevaron a cabo la pesquisa. Apuntó al director del periódico Guillermo Cano y lo señaló como culpable de esa herida política. Para colmo el juez de Medellín Gustavo Zuluaga reabrió la investigación por la muerte de los detectives del DAS y entonces la embajada de los Estados Unidos le canceló la VISA. Y el 26 de octubre de 1983 le quitó su lugar de congresista y por ende la inmunidad parlamentaria de la que gozaba. En enero del año siguiente Pablo resolvió apartarse de la actividad pública y escribió contra los políticos en general: “Seguiré en lucha contra las oligarquías y las injusticias y contra los conciliábulos partidistas, autores del drama eterno de las burlas al pueblo”. Su ambición política le había costado cara. Lo colocaron en los focos de la DEA -Administración de Control de Drogas (Drug Enforcement Administration), la agencia del Departamento de Justicia de los Estados Unidos dedicada a la lucha contra el tráfico y consumo de drogas.
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