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» Primerochaco
Fecha: 28/04/2025 09:48
Hay imágenes que no necesitan demasiadas palabras. En la Basílica de Santa María la Mayor, donde ahora descansa el papa Francisco, el cardenal Christoph Schönborn, de rodillas, rezaba en silencio frente a la lápida de su amigo. La escena fue breve, íntima, pero difícil de olvidar. Schönborn había llegado hasta allí junto con todos los cardenales, entre los que se encontraba también el futuro papa, cuya designación se conocerá en el próximo cónclave. Se reunieron para celebrar una misa por el descanso de Francisco en su última morada. Schönborn, que fue arzobispo de Viena hasta su retiro en enero de este año, es uno de los pocos hombres de Iglesia que supo combinar la firmeza de la doctrina con la ternura del encuentro. Durante años fue uno de los confidentes más cercanos de Francisco, y su apoyo incondicional a gestos como el acercamiento a los divorciados o la apertura a nuevos modos pastorales, tejió entre ambos una complicidad hecha de respeto y de coraje. En el cónclave de 2013, Schönborn figuraba entre los “papables” más serios. Muchos lo veían como una opción natural tras la renuncia de Benedicto XVI. Pero él mismo contaría después que en aquella votación había percibido lo que llamó “señales sobrenaturales” que apuntaban a otro nombre: Jorge Mario Bergoglio. No se resistió. Acompañó con su voto y su entusiasmo al que terminaría siendo Francisco. Por eso, verlo ahora, recogido frente a su tumba, en una basílica cargada de historia y de silencios, tenía algo más que la solemnidad de un homenaje. Era la despedida de un amigo. Sin flashes, sin discursos. Solo el murmullo de las oraciones, el crujido de los bancos de madera y el rumor interminable de los fieles que siguen llegando a honrarlo. El momento fue registrado por Cadena 3 y quedó como testimonio de una despedida silenciosa: la de un pastor que rezaba por su amigo, entre la historia viva de la Iglesia y el futuro que, muy pronto, comenzará a escribirse.
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