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» SL24
Fecha: 27/04/2025 17:35
Facebook Twitter LinkedIn WhatsApp Durante dos décadas, San Lorenzo fue una ciudad que resistió, gestionó y progresó a contramano del favoritismo político nacional. En plena era kirchnerista —bajo los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner— el reparto de fondos federales se orientó claramente hacia comunas y municipios políticamente afines. Obras de infraestructura de gran envergadura se multiplicaban en distintos puntos del país, impulsadas por el Ministerio de Planificación Federal comandado por Julio De Vido. Sin embargo, San Lorenzo, ciudad estratégica del cordón industrial de Santa Fe, quedaba marginada de esos millonarios flujos de recursos. A pesar de esa discriminación, San Lorenzo no se detuvo. No sólo no se paralizó, sino que emprendió una transformación profunda y sostenida: hoy cuenta con el 95% de sus calles pavimentadas y más del 90% de sus barrios conectados a redes de cloacas, indicadores que la posicionan entre las ciudades con mejor infraestructura urbana del país. Lo notable es cómo lo logró. Mientras otros municipios endeudaban sus finanzas para mostrar resultados en épocas electorales, San Lorenzo trabajó de forma ordenada, administrando recursos propios, priorizando inversiones estratégicas y resistiendo las tentaciones del endeudamiento irresponsable. El proceso no fue instantáneo ni espectacular: fue, en cambio, un modelo de trabajo planificado, sostenido año tras año, con una visión clara de largo plazo. Antes de 2007, San Lorenzo era otra ciudad. Más allá de calle Presidente Roca, es decir, a sólo cinco cuadras de la tradicional Avenida San Martín, las calles eran de tierra. El oeste, el sur y el norte de la ciudad eran barrios olvidados, donde los microbasurales crecían en esquinas sin pavimentar y las condiciones sanitarias estaban lejos de ser dignas. Era la imagen de un abandono estructural. Hoy, en cambio, San Lorenzo ofrece un entramado urbano mucho más integrado, con servicios esenciales de calidad, espacios públicos renovados, una notable mejora ambiental y una infraestructura que acompaña el crecimiento económico y demográfico de la región. Mirá también Pullaro anunció que la Convención Constituyente de Santa Fe comenzará el 14 de julio Es habitual que los análisis superficiales reduzcan este fenómeno al argumento de que “San Lorenzo y Puerto San Martín recaudan mucho”, insinuando que el desarrollo es simplemente fruto de una buena caja. Pero esa visión olvida un dato esencial: la existencia de recursos es una condición necesaria, pero no suficiente. Sin gestión profesional, sin capacidad de proyectar, ejecutar y controlar obras públicas, los recursos pueden perderse en burocracia, corrupción o ineficiencia, como ha sucedido en muchos municipios del país. El crecimiento de San Lorenzo y de Puerto San Martín en infraestructura crítica, en saneamiento, en pavimento y en calidad de vida no fue automático. Requirió visión estratégica, equipos técnicos capacitados y una administración responsable que no sucumbió a la improvisación ni al clientelismo. La transformación de San Lorenzo, entonces, es también un testimonio político: demuestra que, aún en un contexto de discriminación financiera por parte del gobierno nacional, es posible hacer de la administración pública una herramienta eficaz de progreso. Que una ciudad puede elegir no victimizarse, no resignarse, y construir su propio destino. Quizás el mayor legado de estos años no sea sólo la cantidad de calles pavimentadas o la red de cloacas extendida. Quizás el verdadero legado sea haber consolidado una identidad de ciudad que no depende de favores políticos, que entiende que los recursos públicos deben gestionarse con transparencia, y que el desarrollo es el fruto de la perseverancia y la planificación, no de la dádiva. San Lorenzo es hoy un polo de atracción para quienes buscan calidad de vida, oportunidades de trabajo y servicios urbanos de primer nivel. Y es, también, un ejemplo de que aún en los momentos más adversos, cuando el Estado nacional cerraba la puerta de los recursos, la determinación de una comunidad y su liderazgo local pudieron abrir ventanas de crecimiento.
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