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» La Capital
Fecha: 27/04/2025 16:43
La psicóloga, docente y escritora Sandra Suárez, que vive en Funes, desarrolló una vasta carrera como referente de la salud mental en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros y en el Hospital Escuela Eva Perón, de Granadero Baigorria, entre otras instituciones públicas La psicóloga, docente y escritora Sandra Suárez , que vive en Funes , desarrolla una extensa y prolífica carrera en la salud mental de nuestra provincia, con varios años de trabajo en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros y en el Hospital Escuela Eva Perón, de Granadero Baigorria, entre otras instituciones públicas. Una enorme remera blanca con una estrella lila, cabello largo rubio recogido y ojos verdes, Sandra habla casi sin parar con La Capital sobre su pasión por la salud mental -mate mediante- en el amplio living de su casa del barrio San Mateo, que ella misma diseñó hace unos años cuando debió guardar reposo por un accidente. Nacida el 23 de octubre de 1957 en la ciudad bonaerense de Tandil, Sandra Suárez es hija del teniente coronel del Ejército Romeo Suárez y de la profesora de Francés Matilde Meccia. “Mi papá decía que en Tandil había dos estaciones: la del tren y la del invierno”. -El invierno es muy ventoso, Tandil, Sierra de la Ventana y Sierra de los Padres son lugares mediterráneos y muy altos. Son expresiones del macizo Brasilia, como Tandilia y Ventania. -¿Naciste en Tandil, pero recorrieron el país por la carrera de tu padre? -Tal cual. Y casi siempre en barrios militares, como en el del Batallón de Arsenales 121, de Fray Luis Beltrán, o en Curuzú Cuatiá. Nos mudábamos cada tres años. Este de acá fue el último destino de mi papá. "Empecé Psicología y Arquitectura" -¿Por qué elegiste Psicología? -Yo soy de la época que elegíamos dos carreras, así que en Mar del Plata empecé Psicología y Arquitectura. Psicología tenía un edificio de cuatro pisos minimalista con rampas, hermoso, con una carrera por piso, que era una extensión aúlica de la UBA. Iba a Psicología a la mañana y a Arquitectura a la tarde o a la noche, estaba todo el día afuera y no trabajaba. La Psicología siempre me gustó: me gustó leer, esta cuestión de poner en duda, es algo más vinculado a los procesos psíquicos cómo son favorables o no para el ser humano, cómo la gente construye o no lazos saludables, qué cosas se ponen en juego al momento de una construcción subjetiva. Y qué pasa con los emergentes actuales. -¿El golpe cívico militar te cortó la carrera? -Primero nos agarró el famoso Tríptico en julio de 1975. Ya operaba la Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), se estaba gestando el golpe de Estado. Todos los estudiantes de primer año no teníamos vacaciones de invierno y en esos 15 días de julio teníamos que rendir tres materias para poder seguir en la carrera. -¿Era un filtro? -Exacto. Eran Historia, Geografía y Lengua, con gente muy retrógrada que daba estas materias. -¿Fue la antesala del golpe? -Exactamente. Era para limpiar gente de la Universidad en todos los ingresantes a primer año. Cuando vine a Rosario pregunté y acá se resistió muchísimo. A mitad de año dejé Arquitectura porque no podía hacer materias cuatrimestrales, pero por suerte en Psicología teníamos un grupo de estudio con compañeras que éramos muy aplicadas: cursábamos y rendíamos todas las materias. Así rendí 10 materias en primer año, con Tríptico y todo. En febrero del 76 una no docente nos avisó que no había más presupuesto para todos los docentes de la extensión aúlica. Cerraron todas las carreras humanísticas como Psicología y Asistencia Ocupacional. Esta no docente nos informó que nos iban a devolver los legajos, una decisión muy importante. -¿El legajo te permitía seguir en otra facultad? -Claro. Acá en Rosario no pasó eso. ¿Viste que ahora se hizo una devolución de los legajos a los familiares de los estudiantes desaparecidos? Acá (en Rosario) cerraron el ingreso a primer año, allá (en Mar del Plata) cerraron las facultades. -¿Cuál era el clima en la facultad entonces? -Hubo episodios muy graves: cuando estábamos en primer año, en 1975, vi cómo agarraron de los pelos y se llevaron a Zaida Borda de la facultad. Eran una patota, tipos de civil, de afuera, que la acorralaron. “¡Se la llevaron a Zaida!” empezaron a gritar. Zaida tenía mi edad, yo cumplí 18 años en la facultad. Se la llevaron a Zaida y nunca más supimos de ella y tampoco nadie preguntó. -¿Por qué viniste a Rosario? -Vine acá porque ¿qué iba a hacer yo con 18 años en Buenos Aires? Si yo venía de un pueblo. Mar del Plata es un pueblo, siempre vivimos en lugares cerrados. -¿Tenías familiares acá? -Estaba el tío Juan (Meccia, el periodista de La Capital), el hermano mayor de mamá. Entonces me vine, Juan era muy bueno, medio ostra como buen solterón, pero escribía muy bien, tenía una pluma espectacular. sandra 1.jpeg Sebastián Suárez Meccia / La Capital -¿Cómo estaba Rosario en el 76? -Era feo. Hice un grupo con unas correntinas porque los rosarinos son bastante poco inclusivos con la gente de afuera. Son ciudades distintas: esta es una ciudad de trabajo, Mar del Plata es una ciudad de turismo, donde la gente está más acostumbrada al turismo. Acá no, somos más sectarios.Cursé ese año, pero el clima ya estaba muy feo: nos pedían el documento para entra a la facultad, a veces nos lo retenían, entonces me fui. Cada marcha del 24 de marzo busco la foto de María Inés, una compañera desaparecida de la facultad, para darle un beso y llevarla. Era una militante de la JUP. Yo era una nena que me perdía en la facultad y ella era más grande y fue la mujer que me agarró de la mano y me dijo: “Vení, nena”. El clima era muy pesado y dejé la carrera. -¿Cómo la terminaste? -Me casé, tuve a mi hija, me divorcié, en el 83 entré a trabajar en Entel porque tenía que mantener a Naty y volví a la facultad. En julio del 83, cuando todavía estaba la dictadura, tuve que rendir las 10 materias que tenía aprobadas para poder mantener el plan de estudio. Eran 10 personas que te tomaban cualquier cosa -desde psicometría hasta historia de la psicología-, en una oficina con una enorme alfombra roja, rota y maloliente, donde se mezclaban lo barroco del edificio con lo retrógrado de los profesores. El tema era el control, era un panóptico. -¿Cómo el Tríptico del 75? -Peor porque era escrito y oral. Las materias filtro siempre existieron y ahora están solapadas, sobre todo en los primeros años, te lo digo como docente. "El escalofrío que te da pasar esa puerta es terrible" -¿Cómo llegaste a trabajar en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros? -Porque en la facultad nos permitieron hacer nuestro trabajo final en la Colonia de Oliveros y preparé “La dimensión antropológica de la psicosis” porque ya me gustaba no meramente lo teórico sino en qué contexto se producen determinados hechos. El trabajo fue muy bueno y tuvo un visado del director y del subdirector de Oliveros, que eran Mozzotti y Chacho Sialle. Y ya en democracia ellos nos permitieron hacer una concurrencia, que no son pagas sino un espacio de formación en Oliveros. Ahí aprendí a hacer entrevistas. -¿Luego hiciste una residencia en Salud mental? -Sí, en Oliveros rendí para la Risam (Residencia interdisciplinaria en salud mental), que nació con el Plan de Salud de Alfonsín, hecho por Rosemberg, que era una gente maravillosa, que venían de la vieja escuela. que habían participado en los 60 de los movimientos de desmanicomialización. -¿Cuál era tu trabajo alli? -Conectarme con los policías del pueblo para que mandaran un radiograma a las familias y revisar uno por uno los diagnósticos y los tratamientos en las carpetas de los 1.500 pacientes que estaban alojados en la colonia, en los 10 pabellones, en 180 hectáreas de campo, de las cuales se utilizan menos de la mitad y en el resto se siembra soja. -¿Qué sentías en ese lugar? -Más allá de los despojos que deja la salud mental yo puteaba y pensaba: “El día que yo entre acá y no me conmueva, no voy a poder seguir laburando”. El escalofrío que te da pasar esa puerta de hierro es terrible. La colonia está entre el río y el ferrocarril: ahí estaban los locos. sandra 2.jpeg Sebastián Suárez Meccia / La Capital -¿Qué significó el Plan Nacional de Salud Mental? -En el plan nacional de Alfonsín fue la primera vez que se nombró la palabra “salud mental”. Hoy nos cuestionamos por qué no hablar de salud integral en vez de hablar de salud mental, pero en aquel momento era necesario ponerlo porque si no parecía que la salud era “no estar enfermo”. Y después trabajé para la ley provincial de salud mental, que es maravillosa, y luego para la ley nacional. -¿Qué es el concepto de salud integral? -Es una mirada amplia de la salud, que incorpora a la salud mental en el Plan nacional de salud. Vicente Galli propuso como plan nacional de formación de los profesionales de la salud incorporar cinco disciplinas en la salud mental integral: médicos, psicólogos, terapistas ocupacionales, trabajadores sociales y comunicadores sociales. -¿Cuál fue tu trabajo en el Hospital Escuela Eva Perón? -En aquel momento había tres cargos: dos para médicos y uno para un psicólogo. Uno en el Eva Perón, que tenía que ser en un hospital general donde debe ser atendida la salud mental si querés que sea integral. -¿Qué es la desmanicomialización? -Hablamos de desmanicomialización y de cerrar los manicomios, como se empezó a hacer en Allen, en la provincia de Río Negro, una experiencia que fue muy buena. Esto empezó ahí: cerraron los manicomios, armaron una red de patrullas, geográficamente tenían que hacerlo de esa manera porque no es todo plano como acá. Allá tenés barreras geográficas importantes. -¿La Colonia de Oliveros y el Hospital Eva Perón fueron de avanzada? -Sí, tanto Oliveros como el Hospital Eva Perón fueron parte del Plan de Salud Pública de (el médico sanitarista Ramón) Carrillo, en el Primer Plan Quinquenal. "Hay grupos más vulnerables a caer en consumos por identificación" -¿Hubo en el Hospital Eva Perón un pabellón para pacientes con consumos problemáticos de sustancias? -Si. Donde ahora está el chalet de Salud mental había un pabellón de Desintoxicación, con pacientes muy jóvenes, atendidos por toxicólogos que hacían todo el plan medicamentoso para la desintoxicación, y todo un armado terapéutico para poder abordar la problemática del trayecto, que incluía no sólo el consumo sino el síndrome de abstinencia. Lamentablemente eso duró poco porque hubo algo terrible: dos enfermeros que pasaban falopa. Ni lerdo ni perezozo el director del hospital, que no estaba de acuerdo con ese trabajo, lo cerró. -¿En casos de pacientes jóvenes que padecen un consumo problemático de sustancias y un cuadro psiquiátrico se puede establecer si uno originó al otro? -Es un cuadro complejo para salir. En el caso de consumos problemáticos en el mundo capitalista actual muchas veces las sociedades no protejen, no acojen ni tienen previsto desde la política programas de abordaje y de inclusión porque esto es algo que atraviesa a todas las clases sociales, pero sí es muy probable que en determinados grupos étnicos sean más proclives o más vulnerables a caer en consumos problemáticos por identificacíón. ¿Por qué yo fumaba a los 14 años? Era una moda, una forma de estar con el resto, de pertenecer al grupo. -Era como tomar un café. -Exacto, pero era una droga legalizada. ¿Por qué los jóvenes toman alcohol y mezclan? Vos podés pensar que una adicción tiene un origen diferente al de una patología, lo que pasa es que en una formacón subjetiva que se está armando, como decía Francais Doltó -una francesa que describió muy bien el marasmo, que es la muerte de cuna de los bebés por falta de afecto-. Los seres humanos necesitamos afecto y apego, si no te morís. Yo tuve un profesor de la facultad que decía: “El ser humano es como una pizza, a la que le falta una porción”. -¿En qué sentido? -Freud habla de las series complementarias: lo genético, lo congénito y lo adquirido. Lo genético es tu conformación morfológica, lo congénito es cómo funcionan tus órganos, y lo adquirido es la vida social. Lo adquirido es lo que nos falta. ¿Cómo llenás ese espacio? Con la subjetividad. Pero ese pedazo no se hace solo: necesita de un otro. Y en esto necesitás del contacto del otro. Entonces esta mujer agarraba un pañuelito con el olor de la madre y se lo ponía al bebé en la cuna. ¿Cómo percibimos al mundo cuando todavía no llegamos al mundo? Por los sentidos: el olfato, el tacto, el oído. Por eso Freud decía, en sus textos más antropológicos como “La psicología de las masas”, “El malestar en la cultura” y “El porvenir y la ilusión”, que “somos animales políticos”. Porque si vos nos sacás la política -como muchas veces se quiere hacer ahora- ¿qué te queda? La pulsión y nada más. sandra 4.jpeg Sebastián Suárez Meccia / La Capital -¿Todo consumo de sustancias es problemático? -Vos me preguntabas por las adicciones: ¿todo consumo es problemático? Y no sé si todo consumo es problemático. Hay un consumismo que potencia y que hace que la gente tenga una tendencia al consumo. Lo que pasa es que en las distintas etapas de la vida a veces tenés más recursos y a veces no los tenés como para poder dominar o hacerte a un costado cuando ves que te hace mal. El asunto es cuando te daña, entonces ahí se torna problemático y eso afecta y deteriora la salud. Vos me preguntabas si era el huevo o la gallina, qué era primero si el consumo problemático o la patología: a veces hay condiciones que crean un camino para el malestar. -¿Los perros no sufren marasmo? -Si a un perro lo humanizás demasiado y lo dejás, seguro que se te va a morir. -¿Por qué elegiste formarte y trabajar en saludl? -En realidad yo nunca dudé que iba a trabajar en salud. Lo de Arquitectura era porque me gustaban el arte y el diseño, pero no soy buena para dibujar y me di cuenta que me iba a costar bastante más. Tengo muy mala caligrafía. Hoy con el autocad hacen otras cosas, pero en aquel momento la tinta china no era para mí. Siempre pensé que iba a trabajar en hospitales públicos, en lugares públicos, y que me iba a formar en salud porque siempe me gustó y me interesó la salud en general. Me inquieta, me gusta investigar, me genera mucha satisfacción poder pensar y planificar un tratamiento para que alguien pueda salir adelante, y porque para mí el concepto de salud es básico para la vida. La salud es la vida misma: si no tenés salud no tenés vida, no tenés posibilidades de proyectarte ni de nada. Hablo de salud integral, dentro de la cual también está la salud mental.
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