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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/04/2025 06:45
Tráiler del documental "High and low - John Galliano" En el universo de la moda el genio suele caminar de la mano de la controversia. Y pocos nombres han generado tantas pasiones encontradas como el de John Galliano. Protagonista del documental High & Low de Kevin Macdonald (disponible en Mubi y desde esta semana, en Max), el diseñador británico se convierte aquí en figura central de una narrativa que oscila entre la celebración de su talento, la condena por sus actos y un gran interrogante ético sobre la posibilidad del perdón. La película abre con una bofetada: las imágenes ampliamente difundidas de Galliano, ebrio, profiriendo insultos antisemitas en un bar parisino. No hay preámbulo ni justificación; Macdonald elige enfrentar al espectador con el momento de mayor ignominia de su sujeto de estudio. Así, establece desde el inicio que no se trata de un ejercicio de relaciones públicas, sino más bien de una compleja exploración sobre el ascenso y la caída de un ícono de la moda contemporánea. "High & Low - John Galliano", dirigido por el británico Kevin McDonald, repasa la carrera del diseñador británico, desde sus orígenes a la consagración y una fulminante destitución en 2011 (Foto: EFE) Genio dramático de la moda Galliano no solo diseñaba ropa. Creaba universos. Desde su deslumbrante colección de graduación Les Incroyables, inspirada en la moda revolucionaria francesa del siglo XVIII, hasta las fastuosas puestas en escena en Givenchy y Dior, su visión fue siempre profundamente teatral. En sus desfiles, las modelos no caminaban: interpretaban. Eran princesas en fuga, náufragas del tiempo, figuras sacadas de relatos de fantasía que se entretejían con tocados imposibles y textiles cargados de narrativa. Este enfoque performático transformó la pasarela en espectáculo y elevó al modisto al estatus de mito. Figuras como Naomi Campbell, Linda Evangelista y Kate Moss orbitaban en torno a su genio, mientras la siempre influyente Anna Wintour y el tajante André Leon Talley oficiaban de padrinos culturales. La moda, en manos de Galliano, era cine, ópera, delirio. John Galliano tuvo el mundo a sus pies y luego cayó al abismo de la cultura de la cancelación Pero esa misma intensidad creativa que alimentaba sus colecciones también parecía impulsarlo a la autodestrucción. La industria, voraz y adicta a la novedad, exigía sin tregua. Hasta 32 colecciones al año se esperaban de su inspiración en la etapa de mayor consagración. Y Galliano, atrapado entre los flashes, las expectativas y una imagen de sí mismo que se volvía cada vez más irreal, comenzó a depender del alcohol y las pastillas. El cóctel dio como resultado un personaje público cada vez más extravagante. El otro lado de la belleza High & Low expone con honestidad el derrumbe. La muerte de su amigo íntimo y asistente Steven Robinson —descrito como alguien que prácticamente abandonó su vida por servir a Galliano— fue un punto de inflexión emocional. La desconexión con la realidad se intensificó. Las adicciones se agravaron. Y finalmente, en 2011, sobrevino el escándalo. Las grabaciones de Galliano lanzando insultos de corte racista y antisemita en La Perle, su bar habitual en París, sellaron una muerte civil. El entonces director creativo de Dior fue despedido de forma inmediata y enfrentó cargos judiciales. Aunque alegó no recordar los hechos —producto del estado de intoxicación en que se encontraba—, las palabras estaban allí, grabadas, y la sociedad ya no estaba dispuesta a mirar para otro lado. Lo que el documental de Macdonald pone en juego no es solo la reconstrucción de ese episodio, sino una meditación sobre el lugar que ocupan el talento, la memoria y el arrepentimiento en el contexto contemporáneo de la llamada “cultura de la cancelación”. La supermodelo Naomi Campbell en una escena del documental “High & Low-John Galliano"(Foto: MUBI vía AP) Un espejo de la industria En varias de las entrevistas, surge una frase recurrente: “Él es moda”. Galliano es leído como una alegoría viviente del sistema que lo elevó y lo expulsó. Su historia resuena con ecos de tragedias previas en el mundo del diseño —como la de Alexander McQueen— y revela la estructura que muchas veces asfixia a los creadores detrás del glamour: la explotación emocional, la mercantilización del trauma, la negligencia sistemática hacia la salud mental. La industria celebró su irreverencia cuando hacía que las modelos arrojaran caballas al público o desfilaran con ropa inspirada en homeless. Solo cuando su comportamiento cruzó la línea del discurso de odio, el juego se terminó. Por cierto, el cuestionamiento moral fue selectivo y tardío. La película no absuelve a Galliano. Tampoco lo condena. Muestra a un hombre roto, visiblemente afectado por el remordimiento, pero aún con zonas opacas en su comprensión del daño causado. Su esfuerzo por reconstruirse —que incluyó rehabilitación, juicios, disculpas públicas y encuentros con líderes de la comunidad judía— no borra las huellas del agravio. John Galliano enfrentó cargos judiciales y condena pública luego de una célebre filmación en donde se lo veía vertiendo insultos racistas (Foto: AP) ¿Perdón a John Galliano? Las preguntas que se abren a partir del documental son incisivas: ¿puede el genio justificar el error? ¿Hasta dónde llega la responsabilidad individual cuando el entorno alimenta las derivas más oscuras? ¿Y qué papel juega el poder —social, cultural, económico— en la determinación de quién merece redención? Galliano, con su vestuario de pirata napoleónico, su teatralidad camp y su voz aún temblorosa, aparece ante la cámara como un personaje de Shakespeare: un bufón trágico, víctima de su hybris, a quien le fue concedido el milagro de una segunda oportunidad. Pero en esa oportunidad también vive el recuerdo indeleble de lo dicho y hecho. La alta costura puede olvidar rápido, pero la memoria social es menos complaciente. High & Low no es solo el retrato de un hombre, sino una disección lúcida de una cultura que exalta el espectáculo sin medir los costos, donde se canoniza a sus ídolos y luego se los arrastra cuando caen. Galliano fue ambos extremos, y tal vez —precisamente por eso— su historia no deja de incomodar.
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