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» Diario Cordoba
Fecha: 25/04/2025 17:03
El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, en el Congreso de los Diputados. / Europa Press Ha liado una buena Fernando Grande-Marlaska, el ministro del Interior, con su decisión de saltarse el compromiso de no comprar armas a Israel para después ser forzado a recular. El presidente, su jefe, había garantizado en sede parlamentaria que esto no sucedería por los ataques israelíes en Gaza. ¿Sabía Sánchez que Marlaska, apoyándose en un informe de la abogacía del Estado, se había puesto el compromiso gubernamental por montera? Si no lo conocía, malo. Indicaría por parte de unos de sus ministros más veteranos falta de lealtad, responsabilidad, prudencia y comunicación con un tema del que el jefe del Ejecutivo ha hecho bandera nacional e internacional. Y si sí lo sabía… mucho peor, porque conllevaría un engaño considerable a propios y a ajenos y una exhibición de cinismo impropia de quien se atrevió a ir a Tel-Aviv a leerle la cartilla a Netanyahu, para acabar reconociendo el Estado palestino superando la posición mayoritaria de la UE, que se quedó pasos atrás. Desde la Moncloa se apunta que Sánchez ni sabía ni se ha quedado quieto una vez supo. Y que ha sido él, con cierto enfado, quien ha obligado a Marlaska a dar marcha atrás con un contrato valorado en 6.642.900 euros por la compra de 15.300.000 balas del calibre 9 mm a la compañía israelí IMI Systems. Bien. Pero ese supuesto enfado, según matizan, no conlleva ceses ni otro tipo de decisiones. Tampoco dimisiones del afectado, que a priori no tiene previsto dar explicaciones sobre el asunto hasta que no hayan pasado unos días… pese a que se le exige no solo por parte de la oposición: también lo hacen los socios parlamentarios. Marlaska y el lío de las balas ha empañado la semana gubernamental. Ha ensuciado la presentación del Plan Industrial y Tecnológico de Seguridad y la Defensa (bastante incómodo para Sumar, por otra parte); ha dejado claro que a IU –que llegó a amenazar con abandonar el Ejecutivo por el contrato con Israel- no está cómoda con la tibieza pública que a ratos exhibe el equipo de Yolanda Díaz y que da cancha a Podemos, que no desaprovecha oportunidad de meterle el dedo en el ojo a la vicepresidenta y su organización. Ha evidenciado, además, que la comunicación mutua entre Sánchez y los ministros socialistas (con los que intercambia criterio información en un chat que no incluye a otros de la coalición) es extremadamente mejorable, dado que provoca agujeros capaces de generar crisis de calado. Ha dejado claro que a Díaz y los suyos les viene mejor este tipo de choques en el Gobierno que hablar sobre las cifras de inversión en defensa que, les guste o no, se exigen y se exigen ya desde la UE y la OTAN. Ha servido para que los técnicos en los ministerios, que no los políticos, adviertan oficiosamente de que descartar a Israel como mercado donde comprar armamento es éticamente loable y entendible en el contexto de las matanzas en Gaza (respuesta desproporcionadísima a las barbaridades intragables de Hamás), pero disminuye mucho las posibilidades de España de rearmarse compitiendo con otros países que están en idénticos objetivos. Tampoco se ha explicado si ese argumento es o no de la escasez de mercados y productos armamentísticos es uno de los que ha llevado a Marlaska a tomar una polémica decisión de seguir adelante con una compra en principio ‘prohibida’ por su jefe, que ha sido finalmente desautorizada. O sea, que la falta de respuestas es otro gran agujero de la semana. El lío de las balas, como decíamos, ha destapado que hay un buen puñado de contratos ‘vivos’ entre la administración española y empresas israelíes vinculadas a la defensa y la seguridad, pese a que Sánchez señaló que eso no pasaría. Desde Sumar se reclama una auditoría, los datos y decisiones. Desde las instituciones para las que se habían formalizado esos contratos, se sugiere que quizás habría que pensar si rescindir algunos de esos contratos no pondría en riesgo la seguridad del país y recalcan su respeto a los movimientos políticos, siempre que se hagan con serenidad y pensando en las consecuencias… a la vez se prevé denuncias en el tribunal de cuentas y en sedes judiciales por la rescisión de un contrato que ha enfadado a Israel (previsible), ha dejado insatisfechos a los palestinos que exigen ir más allá y ha dejado descolocados a casi todos a izquierda y a derecha… pues ya nos explicará Marlaska cuando le parezca bien su lío. El lío de las balas. El lío de todos.
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