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» Voxpopuli
Fecha: 25/04/2025 17:00
Desde la Asociación de Productores, Industriales y Comerciantes Forestales de Misiones y Norte de Corrientes, Ricardo García explicó que muchas empresas trabajan por debajo del 50% de su capacidad. “El mercado interno representaba entre el 85% y el 90% de la demanda. Esa proporción se desplomó. Hoy se vende por debajo del punto de equilibrio”, señaló. Bajar los precios, una estrategia inicial para mantener el flujo de ventas, dejó de ser sostenible. “Ya no hay rentabilidad. La situación compromete la continuidad operativa de muchas firmas”, añadió García. El mercado interno muestra signos de agotamiento, las exportaciones han perdido competitividad y no hay, por el momento, políticas activas que amortigüen el impacto en una cadena productiva clave para muchas economías regionales, especialmente en provincias como Misiones, que concentran una porción significativa de la producción nacional. Según un relevamiento reciente de la Federación Argentina de la Industria Maderera y Afines (FAIMA), la contracción sectorial contrasta con los datos generales de la industria: mientras el Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE) reflejó un crecimiento del 5,5% en diciembre de 2024, el sector maderero acumuló una caída del 13,7%. Por su parte, el segmento de muebles y colchones mostró un crecimiento interanual del 52,9% ese mes, aunque explicado exclusivamente por la baja base de comparación de diciembre de 2023, cuando la actividad había alcanzado su punto más bajo. En el acumulado anual, la caída fue del 17,8%. “El consumo se contrajo de forma alarmante. La obra pública, que históricamente dinamizaba la demanda de madera, está completamente paralizada, y el escenario para exportar empeora mes a mes”, advirtió Fernando Couto, director ejecutivo de FAIMA. A la caída del consumo se suman problemas estructurales. Couto detalló que la competitividad del sector está siendo erosionada por una combinación de presión tributaria, costos logísticos elevados y falta de financiamiento. “Exportar desde el norte del país implica recorrer hasta 1.200 kilómetros para llegar a un puerto. Las tarifas logísticas y portuarias, junto con un esquema impositivo poco flexible, nos dejan en clara desventaja frente a países con acceso directo al mar y políticas de incentivo a la industria”, explicó. César Federici, presidente del Instituto del Mueble Argentino (IMA), coincidió en que los eslabones iniciales de la cadena, como los aserraderos orientados al mercado externo, son los más comprometidos. “Algunas empresas achicaron estructuras, otras están suspendiendo turnos o aplicando vacaciones forzadas. No hay despidos masivos aún, pero sí una pérdida persistente de actividad”, detalló. El informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME) indica que, si bien la actividad de las pymes del rubro creció un 18,3% en diciembre de 2024 respecto al mismo mes del año anterior, el balance anual marca una caída del 9,8%. El deterioro fue constante a lo largo del año, con un retroceso promedio del 18% en la producción interanual. “Llevamos más de 15 meses de retracción en el consumo. Ya no es solo una desaceleración: es un proceso de contracción sostenida”, expresó García. Reclamos y propuestas del sector Frente a este contexto, FAIMA elevó una serie de propuestas al Gobierno nacional: º Reactivar la obra pública con insumos nacionales. º Facilitar el acceso al crédito para capital de trabajo. º Establecer un tipo de cambio competitivo para mejorar la rentabilidad exportadora. º Promover el consumo interno de productos industrializados en madera. “El sector forestal genera empleo en zonas donde hay pocas alternativas productivas. Cada planta que cierra es una comunidad que pierde oportunidades”, advirtió Couto. Federici también advirtió sobre el impacto en la estructura productiva: “Si no se equilibran las políticas de incentivo entre sectores como energía, litio o agro, y la industria nacional, se perderán capacidades que llevaron décadas construir”. Riesgos latentes: inversión paralizada e importaciones El IMA reveló que existen proyectos de inversión frenados por falta de certidumbre. “Había planes de renovación tecnológica y ampliación de capacidad, pero en este contexto no es viable asumir compromisos sin horizonte claro de demanda ni estabilidad”, señaló Federici. El riesgo de una apertura comercial sin regulaciones es otra amenaza latente. “Una política de importación sin condiciones de trazabilidad o contenido local puede desmantelar lo que queda del entramado productivo”, advirtió García. Este entramado está compuesto, en su mayoría, por pymes familiares: el 80% de los establecimientos vinculados a FAIMA tiene menos de 50 empleados. Estas empresas cumplen un rol clave en el tejido social de las regiones forestales, generando empleo directo y traccionando servicios asociados como transporte, logística, insumos y formación técnica. Desde Misiones hasta Buenos Aires, pasando por Corrientes, Entre Ríos, Chaco, Santa Fe y Santiago del Estero, la parálisis de la construcción redujo la demanda de productos como tableros, pisos, aberturas y tirantería. El efecto se siente especialmente en municipios con base forestoindustrial, donde se desplomaron los volúmenes de pedidos. Uno de los puntos más mencionados por los representantes del sector es la falta de interlocución. La mesa forestoindustrial, que funcionó activamente durante otras gestiones, hoy está inactiva. “Enviamos informes, propuestas, pero sin voluntad política las respuestas no llegan o llegan tarde”, resumió Federici. El financiamiento es otro obstáculo. “Las tasas no son viables para pymes, las garantías exigidas son inalcanzables y los plazos, incompatibles con nuestros ciclos productivos”, concluyó García. Frente a esta coyuntura, el sector no solo reclama medidas urgentes: pide una estrategia de mediano y largo plazo que contemple la importancia de la forestoindustria en el desarrollo regional, en la generación de empleo de calidad y en la sustentabilidad ambiental. (Economis)
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