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  • “Un niño pobre es invisible, pero un adolescente pobre empieza a ser visto peligroso”

    Parana » AnalisisDigital

    Fecha: 24/04/2025 10:37

    El despacho de Marisa Graham es pura luz. Está en el piso 12 de un edificio ubicado casi en donde se juntan las avenidas Luis María Campos y Santa Fe. La Defensoría de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes que ella lidera ocupa cuatro pisos. Sobre una biblioteca baja, en el que la titular de este organismo guarda libros, bliblioratos y pilas de papeles, hay una caja que dice: “Las cartas de la vida”. El juego en cuestión, hecho por la Federación Argentina de Enfermedades Poco Frecuentes, propone que quienes lo jueguen puedan ponerse en el lugar de quienes transitas esas enfermedades. Esa búsqueda de empatía sintetiza bastante bien la mirada que Graham tiene sobre cuán determinante es el contexto, el lugar donde nacen y crecen, para definir la trayectoria de vida de los chicos y chicas de nuestro país. “El quintil que más gana tendrá niñas y niños con mejores oportunidades. No tendrán el mismo punto de partida que los del quintil que menos gana”, dice esta abogada y profesora de la Universidad de Buenos Aires, que está al frente de la Defensoría desde 2020 y actualmente espera que la Comisión Bicameral Permanente de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes defina si le prorrogan el mandato o designan un sucesor o sucesora. “Antes no se hablaba de la niñez como se habla ahora. Pero de todos modos, los niños siguen siendo sujetos sociales muy invisibilizados. Y la niñez pobre es todavía más invisible. Y cuando esos niños se convierten en preadolescentes o adolescentes dejan de ser invisibles porque pasan a ser peligrosos”, reflexiona en un diálogo con La Nación en el que opinará sobre las políticas de este gobierno aplicadas a la infancia y la adolescencia, sobre el impacto de las pantallas en el desarrollo de los chicos, y también sobre la baja de la edad de imputabilidad, entre otros temas. Durante el año pasado la Defensoría monitoreó más de 500 comedores comunitarios de todo el país. “El 84% de esas organizaciones nos contaron que aumentaron los niños y niñas y adolescentes que se acercan a buscar un plato de comida. Sin embargo, muchos comedores y merenderos cerraron y otros, que daban cuatro comidas al día, ahora dan una sola. También que los que cerraron están haciendo colapsar a los más cercanos”, dijo. “Un gobierno tiene derecho a cambiar una política por otra que considera mejor. Pero no podés cortar la que está hasta que se te ocurra esa nueva política. Hasta ahora no terminaron de instrumentarla y ya pasó más de un año. Por otro lado, la mayoría de los comedores que surgieron después de 2001 no tienen personería jurídica, que es una condición para que ahora reciban asistencia. Y además me cuentan que el trámite es engorroso, A veces en los barrios ni siquiera tienen Internet. Por otro lado, también es cierto que aumentaron la Asignación Universal por Hijo y mucho. Eso está bien, pero eso no es un programa, eso es un derecho”, manifestó. En nuestro país, 6 de cada 10 chicos son pobres. “Son hijos de mamás y papás que no tienen trabajo, o que trabajan en forma intermitente o tienen trabajos informales. Son chicos que viven en lugares con hacinamiento, donde hay privación de todo y donde, muchas veces, el Estado no está presente. Ni para socorrerlo ante una emergencia ni para entregarle un certificado de discapacidad”. Para superar ese contexto en el que está inmerso, ¿alcanza con que ese chico se esfuerce? “Hay pibitos o nenitas que son más despiertos que otros, es cierto. Pero el mérito solo no basta. Un niño, una niña de 8 o 9 años que a la noche cena con su mamá, con su papá o con los adultos con los que vive, que lo cuidan, que lo quieren, que lo crían y le dan de comer y le dicen ‘bueno, ahora a la cama’ y lo acompañan a la cama y lo arropan, le leen un cuento o le dan un beso y lo abrazan y le dicen ‘hasta mañana’, ese niño se despierta en la mañana para enfrentar el proceso de aprendizaje de una manera distinta a aquel niño que no cenó y que no tiene un adulto que lo cuide, no por maldad, sino porque ese adulto tampoco tiene su propia contención. Y cuando un sujeto no puede con su vida ni con su alma tampoco puede cuidar a otros”. El punto de partida es distinto. “El problema en la Argentina no es solo la pobreza que ya de por sí se sufre mucho, sobre todo las y los adolescentes, que son los primeros en resignar el colchón, para que duerma el abuelo, o el plato de comida, para que coma el hermanito. El gran problema de la Argentina es la desigualdad. El quintil que más gana tendrá niñas y niños con mejores oportunidades y que no tendrán el mismo punto de partida que los del quintil que menos gana. Ellos serán los que están muy en el fondo. El problema que nosotros tenemos ahora es cómo acortar esas brechas y poder decir: ‘No, mire, no es que este niño o esta niña no ha hecho los méritos suficientes para tener la misma calificación que este otro o esta otra. Simplemente que partió de más atrás’”. Una mirada de las infancias y adolescencias en la pobreza “Las infancias y las adolescencias en particular, pero la niñez en general es un sujeto social invisible. Antes directamente no se hablaba de la niñez o de la adolescencia como se habla ahora. Pero la niñez pobre es todavía más invisible. Y cuando se convierten en preadolescentes o adolescentes dejan de ser invisibles, pero pasan a ser peligrosos. La niñez pobre en general es un peligro latente. Está esta idea de que una nena o un nene de 10 años no es peligroso, pero va a llegar a serlo casi inevitablemente. Es como que hay un sino trágico. Va a terminar robando, va a terminar delinquiendo, lo cual no es verdad”. “La historia de la niñez y la adolescencia es un corsi e ricorsi. Avanzás y retrocedés”. “Si hablamos en términos de derechos concretos, yo creo que estamos en un momento de retroceso. Fíjate lo que está pasando con la idea de bajar la edad de imputabilidad. Esto yo lo he vivido. No es la primera vez, pero esta idea de bajar la edad estigmatiza absolutamente”. La baja de la edad de imputabilidad “En los años 90 hubo una idea de bajar la edad a los 12 años y fue una corriente en América Latina, a punto tal que la mayoría de los países de nuestra región la bajaron a los 12 años. Fue hace tres décadas y siguen teniendo índices de criminalidad muchísimo más altos que los nuestros: más de 20 puntos, mientras que nosotros, con una edad mínima de 16, tenemos 4 puntos. Pero esta evidencia no se ve”, manifestó. “Hay un estudio de Unicef maravilloso que toma a chicos y chicas de 12 a 17 años que concluye que el 0,45 % de esa franja etaria está implicado en alguna causa. Implicado en una causa, es decir que no han sido condenados. Si vos lo leés al revés, en vez de hablar del 0,45, hablemos del 99,5 que está haciendo otras cosas. Está yendo a la escuela, está tratando de vivir como puede”. Agregó que “los medios de comunicación, sobre todo los audiovisuales, son parte del problema cuando repiten hasta el hartazgo las imágenes de los chicos cuando delinquen. También es cierto que a todas y a todos nos impactan más esas imágenes y está bien, porque habla de nuestra humanidad. Ver un niño o un adolescente que está en una actitud tan violenta genera angustia en uno. Y más violencia. Ahí es cuando se empieza a decir que hay agarrarlo de chiquito, incluso si cometió un hurto, porque está esa idea de que si ahora hizo esto, inexorablemente va a llegar al extremo de un delito grave, cosa que no está demostrado en la vida real”. “Nosotros ubicamos algunas experiencias interesantes en algunos municipios de la provincia de Buenos Aires. El que más me gusta es el de Ensenada, pero también es cierto que Ensenada es un distrito chico. Algo parecido hace San Martín, que es un municipio grande. También Almirante Brown, 3 de Febrero y Avellaneda. Todos de distinto color político, porque afrontar este tema no tiene que ver con un color político sino con tener ganas de hacerlo. Lo que tienen todos ellos es un programa de contención en el que interactúa mucho la comunidad. Por ejemplo, en Ensenada, al chico se le designan vecinos que sean madrinas o padrinos y que lo acompañen y la o la acompañen. Además, se trabaja mucho con los clubes de barrio”, mencionó. Y luego amplió la mirada. “En la provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tenés casi al 40% de los niños de la Argentina. Y además, en la mayoría de nuestras provincias casi no hay delitos de niños. Este es un problema de CABA, del Conurbano, de Córdoba y Santa Fe. Si vas a hacer una ley nacional para cuatro jurisdicciones, le estás generando un problema al resto”. “El propio comité de los Derechos del Niño nos viene recomendando desde el 2002 la reforma la ley la 22.278, que establece el régimen penal de minoridad, pero sin bajar la edad, sin agravar las penas, que para los punibles haya justicia restaurativa y que la privación de libertad sea el último recurso. En este sentido, lo primero que habría que resolver es el problema de los lugares de encierro de los chicos”. Acotó que “en la mayoría de los casos no resuelven el problema de la posible reincidencia”. “Como allí hay chicos que no tuvieron oportunidades, cuando pasaron por ahí, al salir de nuevo tienen menos oportunidades que antes. ¿Quién va a tomar a un pibe que salga a los 18 años del Instituto Belgrano y quiere trabajar? ¿Quién va a tomar a un chico que viene de cumplir una pena por haber cometido un delito?” Los chicos que cometen un delito pero no son imputables “Con el chico o chica que está incumpliendo la norma con mayor o menor gravedad la respuesta no puede ser cero, que vuelva a su casa lo más tranquilo y contento. Primero, porque a veces en su casa está el problema. Y si quiero que vuelva, porque él quiere volver y tiene una familia que está dispuesta a recibirlo, hay que acompañar a esa familia para que pueda contenerlo. Lo que también habría que hacer es ponerse a investigar con seriedad quién le pone una 9 milímetros a un nene de 14 años. En el momento que le pusieron un arma en la mano, ese pibe se convierte en un esclavo. Y sale a matar o a morir. El caso típico es el del pibe de 15 años que mató al playero en Rosario. Ese pibe sale a matarlo o morir, le dieron una orden y si no la cumplía, el muerto era él. Hay mucho para trabajar al respecto”. Medidas regresivas En el último informe de la Defensoría, cuando se evalúa la gestión del Estado en materia de niñez y adolescencia, se remarca que se han tomado medidas regresivas. ¿A qué se refiere? “Hay menos presupuesto dedicado a la infancia. La Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia se redujo a una subsecretaría; la de Políticas Familiares, creo yo, quedó solo con dos programas, te diría, importantes. Los demás han sido descentralizados. Esta idea de que las provincias se hagan cargo con los recursos que tienen y las provincias te dicen: “No tengo recursos”. Ahí estamos en un cuello de botella, ahí está la regresión”. Hoy los chicos juegan lo suficiente. “Los encerramos en nuestros hogares pensando que están más cuidados y le damos una pantalla. Desde chiquititos. Hay cochecitos de bebés que ya vienen como un espacio para poner una pantalla. Y después en la escuela: les sacan el recreo como castigo o no los dejan correr en el recreo. Es un juego reglado. Entonces, la maestra les dice: “Pueden jugar, pero a A, B o C”. Y hay un momento en que necesitan de un espacio de juego libre. Eso lo daba la calle. Pero en algunos lugares la calle es más peligrosa de lo que era antes. Entonces los chicos que viven en la misma cuadra no se conocen y el juego deja de ser un proceso colectivo. Te dicen que tienen un montón de amigos pero virtuales”. Uso excesivo o a destiempo de las pantallas “La ludopatía, los videos de explotación sexual de niños y adolescentes, la captación de niños para el abuso por internet. Algunos países ya están prohibiendo no solo el celular adentro de las aulas, sino el acceso a las pantallas a partir de los 7 años. Las prohibiciones siempre son complicadas. Prohibir algo es generar a veces mayor deseo de eso porque está prohibido. Pero reglarlo de alguna manera. Hay proyectos de ley muy interesantes donde se regula la ludopatía. Y por ejemplo, no hacer propaganda. ¿Qué pasó con el cigarrillo? Se dejó de hacer propaganda en la televisión”. Con el alcohol eso no sucedió. “Son intereses muy fuertes, muy poderosos”. El impacto del exceso de tecnología en la salud mental de los chicos y el sistema de salud. “El problema es la poca cantidad de profesionales y la poca cantidad de programas de salud mental para niños, niñas y adolescentes que hay en la Argentina. Los ministerios de salud se tienen que hacer cargo de la salud mental de los niños. Tiene que ser un tema de los organismos de salud, no del Ministerio de Desarrollo Humano o de la Secretaría de Niñez, o del organismo provincial de niñez de cada una de nuestras provincias. Todavía hoy hay ministros que te dicen ‘Yo no no tengo psiquiatras infantojuveniles porque a los niños los tenés que atender vos’. Y te los derivan al sistema administrativo de derechos de los niños. El otro problema que tenemos es que en general los profesionales que se dedican a los derechos de los niños son todos del staff del organigrama de los empleados públicos, los peores pagos. En todos los distritos. Hay que tomar la decisión de priorizar a esos profesionales”. (Fuente: La Nación)

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