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» Elterritorio
Fecha: 23/04/2025 14:55
Los restos del sumo pontífice permanecerán allí durante tres días para ser venerados por los fieles; será enterrado el sábado en la basílica de Santa María la Mayor, fuera del Vaticano, después del funeral solemne miércoles 23 de abril de 2025 | 11:00hs. Con esa escenografía, teatralidad y solemnidad que sólo tiene una institución milenaria como la Iglesia católica, mientras las campanas de la Basílica de San Pedro tañían en señal de luto y después de un momento de oración en latín presidido por el cardenal camarlengo, el estadounidense Kevin Farrell, entre coros de la Capilla Sixtina, fue trasladado este miércoles por la mañana el féretro del papa Francisco desde su hogar de Santa Marta, hasta la Basílica de San Pedro. Fue una ceremonia sin precedente: nunca antes un Papa había decidido romper con todos los protocolos e irse a vivir a un austero hotel para eclesiástico como es Santa Marta, en lugar del fastuoso Palacio Apostólico. Le hubiera provocado “problemas psiquiátricos” quedarse a vivir en esa virtual jaula dorada, siempre explicó Jorge Bergoglio, el Papa venido del fin del mundo que rompió todos los esquemas y que decidió vivir en comunidad -y sin controles- en Santa Marta. Y fue justamente desde este edificio construido en 1996 -durante el pontificado de Juan Pablo II (1978-2005)- para que los cardenales tuvieran donde quedarse en caso de cónclave o para otros eclesiásticos de paso por el Vaticano, que comenzó la primera de las ceremonias solemnes para despedir con todos los honores al papa Francisco. A las 9 en punto comenzó una procesión de ochenta cardenales vestidos con sus hábitos y birretes color rojo, muchos recién llegados a Roma desde diversas partes del mundo para participar del cónclave que elegirá al sucesor de Francisco, con rostros compungidos. Entre ellos especialmente afligido se lo veía al cardenal argentino Leonardo Sandri, vicedecano del colegio cardenalicio, prefecto emérito del Dicasterio de las Iglesias Orientales, que conoció a Jorge Bergoglio siendo adolescente en el seminario de Villa Devoto. En una jornada soleada y acompañado por ese tañido de las campanas, detrás de ellos avanzaba el féretro de Francisco. De simple madera y revestido de un paño rojo, fue llevado sobre los hombros por catorce “sediarios” con moño y guantes blancos, escoltados por ocho alabarderos de la Guardia Suiza papal con sus trajes a rayas y catorce penitenciaros con unas estolas roja y antorchas. Detrás, avanzaban los miembros de la familia pontificia y quienes cuidaron al Papa con dedicación absoluta y fidelidad, hasta el final, sus secretarios personales -los sacerdotes argentinos Juan Cruz Villalón y Daniel Pellizón y el italiano Fabio Salerno-, sus enfermeros Massimiliano Strappetti y Andrea Rinaldi y su asistente de cámara Piergiorgio Zanetti. La denominada “traslación”, como llaman el traslado, acompañada por salmos y antífonas, después de pasar por la plaza de los Protomártires, desde el Arco de las Campanas, adyacente a la Basílica, llegó a la plaza de San Pedro, donde miles de personas seguían la ceremonia a través de pantallas gigantes. Cuando el féretro entró en la Basílica vaticana a través de la puerta central, un aplauso espontáneo, casi liberatorio, repleto de afecto, estalló en la Plaza de San Pedro. Mientras los coros entonaban las letanías de los santos, la procesión fue avanzando lentamente hasta el altar de la Confesión, bajo la sombra del imponente Baldaquino de Bernini, donde fue colocado, sobre una alfombra el féretro de Francisco, luego rodeado por unos cordones. Sin catafalco, como él, el Papa de la sencillez, quiso, sobre una simple tarima de madera, la misma que se había visto en la capilla de Santa Marta. Entonces el cardenal Farrell aspergió agua bendita e incienso el cuerpo del Papa -vestido con mitra blanca, casulla roja-, algo que dio inicio a una Liturgia de la Palabra, en latín, en la que se rezó “por el difunto Francisco, para que el Príncipe de los pastores, que siempre vive para interceder por nosotros, lo reciba benigno en su reino de luz y paz”.
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