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» Sunchalesdiaxdia
Fecha: 22/04/2025 14:10
El comisario Diego Alejandro Gamero se quitó la vida por razones que se investigan. La trágica determinación fue a unos kilómetros al sur de la ciudad de San Cristóbal, sobre la Ruta 4, en horas de la mañana de este martes 22 de abril. Get the Flash Player to see this player. ver fotos Policía Diego Alejandro Gamero Apropol le dedicó el siguiente informe: OTRO SUICIDIO MÁS GOLPEA A LA POLICÍA DE SANTA FE: LA SOLEDAD DEL «BANCO» El comisario Diego Alejandro Gamero se quitó la vida tras ser dejado sin destino por la Jefatura. Una práctica sistemática que viola derechos laborales y hunde en la angustia a muchos oficiales. (Por Alberto Martínez - Periodista. Licenciado en Seguridad Pública. Especialista en justicia y derechos laborales de los trabajadores policiales y penitenciarios). El Director de Policía Diego Alejandro Gamero había sido una figura respetada dentro de la Policía de Santa Fe. Se desempeñó como jefe de la Agrupación Cuerpos de la Unidad Regional XIII (Depto San Cristobal) y más tarde fue designado en la División Personal, donde conocía de cerca las realidades de sus compañeros. Hasta que, sin explicaciones oficiales, fue dejado «a disposición de Jefatura de provincia»: sin funciones, sin destino, sin propósito. Le aplicaron lo que en el lenguaje interno policial se conoce como “mandarlo al banco”. Es decir, quitarle todo destino operativo, dejándolo sin funciones activas pese a su jerarquía, experiencia y disponibilidad profesional. Esto no es una sanción formal, ni un pase a retiro. Es una forma de desplazamiento encubierto que deja al trabajador en un limbo institucional, afectando su salud mental, su honor y su sentido de pertenencia. La noticia reciente del suicidio de Gamero conmocionó a sus compañeros. El hecho se produjo en Santa Fe, y aunque aún se esperan precisiones oficiales, su situación administrativa sin destino se menciona como un factor decisivo en su estado anímico. Porque no es un caso aislado. La práctica de dejar policías “en el banco” se repite con una frialdad administrativa alarmante. Es un castigo sin firma. Una forma silenciosa de desgaste que viola derechos esenciales, como la asignación de destino acorde a la jerarquía y perfil profesional, consagrados incluso en reglamentos internos y normas de la OIT. El derecho humano al trabajo es nuevamente vulnerado. Una política cruel y encubierta le dedicó el siguiente informe:El comisario Diego Alejandro Gamero se quitó la vida tras ser dejado sin destino por la Jefatura. Una práctica sistemática que viola derechos laborales y hunde en la angustia a muchos oficiales.El Director de Policíahabía sido una figura respetada dentro de la Policía de Santa Fe. Se desempeñó como jefe de lade la Unidad Regional XIII (Depto San Cristobal) y más tarde fue designado en ladonde conocía de cerca las realidades de sus compañeros. Hasta que, sin explicaciones oficiales, fue dejado: sin funciones, sin destino, sin propósito.Le aplicaron lo que en el lenguaje interno policial se conoce comoEs decir,dejándolo sin funciones activas pese a su jerarquía, experiencia y disponibilidad profesional. Esto no es una sanción formal, ni un pase a retiro. Es una forma deque deja al trabajadorafectando su salud mental, su honor y su sentido de pertenencia.La noticia reciente del suicidio de Gamero conmocionó a sus compañeros. El hecho se produjo en Santa Fe, y aunque aún se esperan precisiones oficiales,se menciona como un factor decisivo en su estado anímico.PorqueLa práctica de dejar policíasse repite con una frialdad administrativa alarmante. Es un castigo sin firma. Una forma silenciosa de desgaste quecomo la asignación de destino acorde a la jerarquía y perfil profesional, consagrados incluso en reglamentos internos y normas de la OIT. El derecho humano al trabajo es nuevamente vulnerado. Esta metodología, que parece más propia de una empresa sin alma que de una fuerza estatal, carece de criterios claros y de fundamentos legales visibles. Muchos oficiales quedan “desactivados” sin explicación, lo que se transforma en una forma de violencia institucional sorda, persistente, destructiva. No es un hecho individual: es un síntoma estructural La muerte del comisario Gamero debe ser investigada como parte de un patrón, no como un hecho aislado. No se trata solo de salud mental: se trata de un sistema que margina, castiga y abandona a quienes no son funcionales a ciertas lógicas internas de poder. Un sistema donde no hay protocolo de contención ni diálogo abierto. Y donde el silencio es más habitual que la justicia. La Ley 12.913 y la paritaria que el gobierno se niega a abrir La Ley N.º 12.913 —vigente en Santa Fe desde el año 2008— establece, en su artículo 68, la posibilidad de habilitar canales de diálogo institucional entre el Estado y el personal policial y penitenciario, con representación gremial o profesional, para abordar cuestiones salariales, de condiciones de trabajo, carrera, salud laboral, y más. ¿Qué se reclama? -La apertura de paritarias policiales ya, conforme lo habilita la ley. -El reconocimiento del derecho a ser oídos, no sólo como fuerza de seguridad, sino como trabajadores. -El fin de las prácticas degradantes, como dejar a policías sin destino, sin explicaciones y sin contención. Suicidios en la fuerza: una emergencia tapada por el silencio El caso de Gamero no es aislado. En los últimos años, la cantidad de suicidios en la fuerza policial crece sin estadísticas oficiales claras, sin protocolos efectivos y sin debate público. Porque cuando no se escuchan los reclamos, el malestar se vuelve aislamiento, y el aislamiento puede volverse tragedia. Gamero no cayó por un hecho puntual. Fue empujado por una cadena de omisiones: -Omisión institucional. -Omisión psicológica. -Omisión política. Y sobre todo, la omisión del diálogo social que debe garantizarse mediante la paritaria prevista en la ley 12.913. ¿Cuántos más? Reclamamos una auditoría institucional seria sobre esta práctica y exigimos que se respete el derecho de cada efectivo a un destino laboral digno. Porque no se puede pedir vocación y sacrificio a quienes se somete a la humillación institucional. Porque proteger a quienes protegen es una deuda que sigue creciendo. Y porque cada suicidio en la fuerza no es una cifra: es una vida pérdida y una advertencia que no podemos seguir ignorando. Fuente: Gustavo Strubia para Sunchales DíaxDía
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