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  • La elección de un Papa llegado del Fin del Mundo que rompió las tradiciones

    » Elterritorio

    Fecha: 22/04/2025 09:25

    Jorge Bergoglio estuvo 12 años al frente de la Iglesia Católica. Su elección mostró un profundo interés en reformar las políticas del Vaticano y llegar a más personas martes 22 de abril de 2025 | 6:30hs. Francisco hace su primera aparición como el máximo jefe de la Iglesia Católica. El 13 de marzo de 2013 Jorge Bergoglio fue elegido como papa Francisco, el Vaticano aún estaba inmerso en el escándalo de “Vatileaks”, una filtración de documentos que revelaron casos de corrupción y encubrimiento de casos de pederastia, situación que había empujado en parte a Benedicto XVI a renunciar el 28 de febrero. Por todo esto, la elección del Papa argentino, que falleció ayer a los 88 años, fue recibida por los fieles como una brisa fresca pero muy pronto se vio que estaba destinada a sacudir a la Iglesia. Bergoglio se sorprendió por su ruptura de los moldes establecidos por su predecesor alemán, más ceremonioso y teológico en sus discursos. La modesta vestimenta con la que fue presentada a Roma fue una señal inequívoca de que su papado estaría atado a su personalidad. Dijo que buscaría devolver a la Iglesia a su esencia más pura y la elección de su nombre papal fue el primer gesto de su misión: sería llamado Francisco, en honor al santo de Asís del siglo XIII que recibió de Dios el llamado a “reparar la Iglesia”. Jorge Bergoglio antes de entrar al Vaticano para el cónclave en 2013. Ese 13 de marzo, a las 15.06 de Argentina, el mundo ya tenía un nuevo Pontífice. Para sorpresa de muchos y cumpliendo la profecía de otros, el nuevo papá, era argentino. Una hora más tarde, conoció que el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio sería el nuevo líder de la Iglesia católica. Zapatos gastados El entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio (76) aceptó ser el 266° sucesor de San Pedro y pidió ser llamado “Francisco”. Así, el nuevo líder de la iglesia católica pasó a la pequeña habitación existente a la izquierda del altar mayor de la Sixtina, bajo el Juicio Final de Miguel Ángel. En esa sacristía, conocida como la sala de las lágrimas, se colocó su sotana blanca, pidió seguir usando sus zapatos rechazando los mocasines rojos papales, con un sencillo crucifijo como único adorno. Así, se hizo presente en el balcón de la Basílica de San Pedro para saludar y dar su primera bendición. Primeras palabras Luego del “Habemus Papam” del protodiácono fallecido Jean-Louis Tauran, dijo a toda voz: “El eminentísimo y reverendísimo señor don Jorge Mario Cardenal de la Santa Iglesia Romana Bergoglio, que se ha impuesto el nombre de Francisco I”. "Hermanos y hermanas, buenas noches. Ustedes saben que el deber del cónclave es dar un obispo a Roma. Parece que mis hermanos cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo, pero estoy aquí", comenzó diciendo en italiano el Pontífice. “Les agradezco el recibimiento de la comunidad diocesana de Roma a su obispo”, continuó Bergoglio y pidió: “Antes que nada, quiero rezar por nuestro obispo emérito, Benedicto XVI. Oremos todos juntos por él, porque el Señor lo bendiga y la Virgen lo custodie”. Francisco en una visita a su predecesor, Benedicto XVI. "Y ahora empezamos este camino, obispo y pueblo, este camino de la iglesia de Roma que es la que preside en la caridad a todas las iglesias. Un camino de hermandad, de amor y confianza entre nosotros. Recemos siempre por nosotros, el uno por el otro. Recemos por todo el mundo, porque haya una gran hermandad", decía Francisco. Cinco votaciones En el cónclave para la elección los vaticanistas no tenían a Bergoglio entre los candidatos. Se especulaba con el arzobispo de Milán Angelo Scola, el brasileño Odilo Scherer y Patrick O'Malley, de la arquidiócesis de Boston. Incluso con el cardenal filipino Luis Alberto Tagle, que en el SiÌ nodo de Obispos de 2012 habiÌ a llamado a una “nueva evangelización”. Pero Bergoglio empezó a fortalecerse en las primeras votaciones del cónclave que se inició en la tarde del 12 de marzo de 2013. Además de la preferencia de los cardenales de toda América, la anglosajona y la latina, que sumaban ya treinta electores, se sumó la voluntad de cardenales de España, adonde en los uÌ ltimos años Bergoglio habiÌ a viajardo a transmitir sus reflexiones como pastor a obispos de esos paiÌ s, que luego fueron editadas en su libro Mente abierta, corazón creyente. Y de ese modo, con voluntades y preferencias de algunos cardenales europeos maÌ s otros italianos de la vieja escuela progresista de cardenal jesuita Carlo MariÌ a Martini, ya fallecido, Bergoglio avanzoÌ en la primaciÌ a de las elecciones. Dijo que estuvo en paz. Que se sucediÌ an las votaciones, la primera y la segunda del martes, la tercera del mieÌ rcoles, y manteniÌ a la paz. Dijo que en el almuerzo con otros cardenales, en la Casa Santa Marta, le parecioÌ raro que le preguntaron por su salud, y que luego, en la tarde, mientras rezaba el rosario se sucedioÌ otra votacioÌ n en la Capilla Sixtina. Algunos cardenales electores lo miraban y ya empezaban a intuir que podiÌ a ser la persona que el Señor habiÌ a elegido, el consenso se fue ampliando y los votos empezaron a converger en eÌ l. Pasó otra votacioÌ n, la segunda de la tarde, la quinta del coÌ nclave, la que al final de cuentas serias a la definitiva, sacaron las papeletas de las urnas, las contaron y dijeron su nombre, y los cardenales se levantaron y aplaudieron, y eÌ l tambieÌ n se levantoÌ . El cardenal Hummes lo abrazoÌ y lo besoÌ y le pidioÌ que “no se olvidara de los pobres”. Le preguntaron si aceptaba su elección canónica como Sumo PontiÌ fice. Se lo preguntoÌ el cardenal italiano Giovanni Battista Re, que presidiÌ a el CoÌ nclave, y dijo que siÌ . El cardenal Re le preguntoÌ coÌ mo queriÌ a ser llamado. Le dijo “Francisco”. Ese solo nombre ya significaba un programa para la Iglesia. En la pequeña iglesia de San Damián, probablemente en el año 1205, Francisco de Asís recibió el mensaje desde el crucifijo de Jesús: “Ve y repara mi iglesia que está en ruinas”. La elección de Bergoglio apuntó a una renovación del Vaticano, que eligió por primera vez en su historia a un latinoamericano ya un jesuita. El argentino, de perfil moderado, representó un guiño a sectores más progresistas y austeros, que durante el pontificado de Benedicto XVI habían quedado marginados de las decisiones centrales del catolicismo. Un guiño a San Francisco de Asís Francisco también fue el primero en nombrarse a sí mismo en honor a San Francisco de Asís, el fraile del siglo XIII conocido por su simplicidad personal, un mensaje de paz y cuidado por los marginados de la sociedad y la naturaleza. Francisco buscó a aquellos que sufren: los desempleados y enfermos, los discapacitados y sin hogar, los ancianos y encarcelados. Esos encuentros proporcionaron imágenes conmovedoras, como en 2013, cuando abrazó a un hombre con neurofibromatosis, la condición asociada con el 'Hombre Elefante', Joseph Carey Merrick. “Siempre hemos sido marginados, pero el papa Francisco siempre nos ayudó”, manifestó Coqui Vargas, una mujer transgénero cuya comunidad romana forjó una relación única con Francisco durante la pandemia. El camino hacia la elección de Francisco en 2013 fue pavimentado por la decisión de Benedicto XVI de renunciar y retirarse, la primera en 600 años. Francisco no se apartó de la incómoda sombra de Benedicto. Lo abrazó como un estadista mayor y asesor, persuadiéndolo para que participara en la vida pública de la Iglesia hasta la muerte de Benedicto en 2022. “Es como tener a tu abuelo en casa, un abuelo sabio”, declaró Francisco. El estilo litúrgico más suelto de Francisco y sus prioridades pastorales dejaron en claro que él y el teólogo alemán provenían de tradiciones religiosas muy diferentes, y Francisco revocó directamente varias decisiones de su predecesor. Se aseguró de que el arzobispo salvadoreño Óscar Romero, un héroe del movimiento de teología de la liberación en América Latina, fuera canonizado después que su caso languideciera bajo Benedicto por preocupaciones sobre la inclinación marxista del credo. Francisco reimpuso restricciones a la celebración de la antigua Misa en latín que Benedicto había relajado, argumentando que era divisiva. Compartí esta nota:

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