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  • César Luis Menotti, el flaco rosarino

    » El Ciudadano

    Fecha: 21/04/2025 18:06

    Por Alejandro Duchini Después de Diego y Leo, ¿cuál es el otro personaje más importante de la historia del fútbol argentino? En una eventual lista, siempre estará César Luis Menotti (Rosario, 5 de noviembre de 1938), el hombre que refundó a la Selección argentina y la llevó a su primer título Mundial, en 1978, que se jugó en nuestro país. Estaría todo perfecto salvo el momento: Argentina era gobernada por la dictadura militar. Ni Menotti ni sus dirigidos (Kempes, Fillol, Passarella, Bertoni y tantos otros) pudieron salir del todo de esa sombra. Menotti fue también el primer técnico que tomó al Seleccionado en serio. En tiempos peronistas, y con el aval del título logrado con el gran Huracán del 73, presentó un proyecto de trabajo ante la AFA como nunca antes. Los clubes quedaron obligados a ceder a sus jugadores y por primera vez se impuso una agenda de entrenamientos y de partidos. En el medio, Videla lo saludó -junto con el plantel, dirigentes y periodistas- antes y después del Mundial. Un Mundial que se ganó con táctica pero también con coraje y pierna más fuerte de lo habitual. En la cancha de River, a metros de la ESMA, donde los militares torturaban y mataban. De la lista de jugadores de ese Mundial dejó afuera a Diego Maradona, pero lo llamó para el juvenil del 79, armado por Ernesto Duchini y dirigido por él: ese equipo -maradoniano hasta la médula- hizo historia en Japón. También a la sombra de la dictadura. Otro de los dictadores (Galtieri) fue al entrenamiento del seleccionado en helicóptero y con prensa para darle un abrazo. “No sabía que venía. ¿Qué podía hacer? Quedarme parado y no saludarlo”, se justificó alguna vez. Muchos de sus dirigidos dicen que Menotti fue como un padre. Y un hombre politizado: nació de padre peronista y -muerto su papá- se hizo adolescente ligado al comunismo. Cuando murió, el 5 de mayo de 2024, el periodista Ezequiel Fernández Moores escribió esta nota en ElDiarioAr en la que se pregunta, palabras más o menos, cómo habrá sido ser campeón con Videla para “el técnico más politizado y de izquierda en la historia de la selección argentina”. “Desde esa pregunta me llamó Paula Rodríguez, editora de Sudamericana, y me dijo che, eso es un libro, y me interesó, porque el primer Mundial que cubrí fue el del 78, porque yo tenía 20 años y porque no entendía exactamente el contexto”, dice Fernández Moores ahora que se acaba de publicar su Menotti – El primero. Historia del técnico que refundó la Selección. Librazo. Una clase de periodismo, de escritura y de historia desde los 70 hasta ahora, porque El Flaco, en su rol de Director General de Selecciones Nacionales, fue artífice para que Lionel Scaloni tome la posta de un Seleccionado abandonado tras Rusia 2018. Sobre eso refiere Fernández Moores en base a una entrevista al presidente de la AFA, Chiqui Tapia, quien lo recibió para este libro. Tapia brindó detalles de aquellos tiempos post Sampaoli. “Fue Menotti quien le sugirió que ratifique la confianza con la oficialización de Scaloni, quien ya era respetado por el plantel”, dice Fernández Moores a El Ciudadano. Son casi 230 páginas divididas en tres capítulos. El primero se titula La refundación; el segundo, Menottismo vs. Bilardismo; y el tercero, Legado. Casi 90 entrevistas (lo ayudó el periodista Roberto Parrotino) a gente que se relacionó con El Flaco de distintas maneras. Así construyó parte de la historia. “Pero de ningún modo es una imagen absoluta”, aclara el autor. “El libro podría haber sido más extenso y con más de esas entrevistas que se hicieron. Pero opté por hacer un recorte en la vida de Menotti. Un recorte que abarque no sólo lo futbolístico sino también el Menotti político. Espero haber logrado ese hilo narrativo buscado”. Si en 1978 Fernández Moores era un iniciado en el periodismo, aún sin la formación política que sumaría con los años a sus conocimientos del deporte, con el tiempo se convirtió en uno de los mejores periodistas de nuestro país. En sus notas deportivas destaca una redacción impecable y abre ventanas a temas que atraviesan la actualidad, como la guerra de Irak, el racismo o el atropello a la población de Gaza. Siempre desde el deporte. Esa misma redacción aplica en Menotti, sobre todo en el tercer capítulo, donde parece abrazar al lector e invitarlo a un viaje al Menotti de los últimos años, fumador y enfermo de cáncer. Padre, amigo. Prócer sin bronce. Ese, su primer Mundial, atrapó a Fernández Moores por lo deportivo pero también por lo personal; cuatro años después encaró una investigación sobre qué había pasado con los fondos económicos destinados a la organización. Fue para la desaparecida agencia DYN. Siguieron otras investigaciones. Documentales. El desguace económico quedó en evidencia. Imposible separar lo deportivo de lo económico y social. Fue para algunos de esos trabajos cuando entabló relación profesional con Menotti. “Le hice varias entrevistas, pero no fui su amigo”, aclara. “En algunos de esos trabajos tuve largas conversaciones, cinco horas de conversación preguntando todo, hablando absolutamente de todo”. Cuando encaró el libro, Ezequiel Fernández Moores sentía que había que rescatar el logro de aquel plantel; un logro que “parecía quedar relegado”. “Dando más vueltas entendí mejor ese logro. Pero sobre todo entendí que el padre de ese logro futbolístico tenía nombre y apellido: César Luis Menotti”. Leyendo a Fernández Moores sabremos que Menotti -hincha de Rosario Central- era terco. Se propuso y consiguió dos de sus objetivos más importantes: ser campeón con Huracán, primero, y con la Selección, después. Enfrentó a veces con mal humor a quienes le preguntaban por el título en dictadura y se peleó con una verborragia insuperable con Carlos Bilardo. Pero también había un Menotti que, en lo privado, se tomaba en solfa ese enfrentamiento. Una de las mejores anécdotas del libro está, justamente, en un cruce entre uno de los hijos de Menotti con Bilardo. “Lo que me interesó fue desmitificar los etiquetamientos. Por ejemplo, la fascinación de Menotti por Alemania. Ese etiquetamiento de que Menotti era la técnica sudamericana, el lirismo, y no, Menotti tenía una gran fascinación por el orden alemán, y vivía hablando del orden: nos ordenamos para desordenarnos, pero nos ordenamos”. Y después: “En el 78, la Selección no llegó a jugar como él quería, pero a su vez los jugadores se sintieron llenos de obligaciones, de una disciplina colectiva que tal vez les impidió jugar un poco más sueltos. ¿Y quién diría eso? Bueno, pero eso sucedió. Entonces, ahí hay algo que me interesa”. Volvamos, antes de terminar, a la pregunta inicial. Después de Diego y Leo, ¿quién, quiénes? Va la respuesta de Ezequiel Fernández Moores: “Eso de que Menotti fue lo más importante lo dice Ardiles, que lo quería mucho, que era un soldado de Menotti. Y, claro, lo dice a nivel de influencia. Es como con Cruyff en Europa: tal vez no te dicen que Cruyff fue el mejor jugador, pero sí el más influyente, porque como técnico movió muchos esquemas. Bueno, con Menotti se pretende también decir algo así. Creo que Maradona y Messi están antes que todo. Pero Menotti está en un top muy exclusivo, muy selecto, ahí, muy muy alto”.

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