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Parana » AnalisisDigital
Fecha: 21/04/2025 14:02
Por Valeria Inés Enderle (*) Toda pérdida nos genera conmoción. La muerte, como paso de esta vida terrenal a una nueva forma de existencia, siempre nos trae tristeza, especialmente a quienes seguimos habitando este mundo, a quienes seguimos aprendiendo, buscando mejorar, abrazando lo que la vida nos ofrece. Pero la muerte del Papa Francisco no debería ser una más, no debería ser una noticia más que pase desapercibida. El Papa nos ha dejado un legado profundo, lleno de enseñanzas que perdurarán en el tiempo. Nos pidió y nos seguirá pidiendo que recemos por él y por toda la humanidad. Nos pidió que cuidemos de manera real y comprometida a nuestra Madre Tierra, porque como él mismo dijo: "La tierra no es un bien de uso exclusivo de los seres humanos, sino un bien común que debe ser cuidado y compartido con respeto y responsabilidad". Nos instó a la solidaridad, a abrir nuestras puertas a todos sin distinción de raza, color, identidad de género, porque "la Iglesia está abierta para todos". Nos enseñó que las infancias deben ser respetadas y cuidadas, pues son ellas el futuro de un mundo más justo, humano y equitativo. Nos recordó que todos somos iguales ante Dios, que nos recibe con brazos abiertos, sin juicio: “Cada criatura tiene una función y ninguna es superflua. Todo el universo material es un lenguaje del amor de Dios, de su desmesurado cariño hacia nosotros”. Hoy, particularmente para quienes profesamos la religión católica y además perseguimos la justicia social y ambiental, es un día de profunda reflexión y tristeza. Es también un día clave para enaltecer las palabras del Papa Francisco, para hacerlas presentes y más vivas que nunca en nuestras acciones diarias, en nuestras luchas por la defensa de los bienes comunes. Nuestras luchas, aquellas que buscan una verdadera justicia social y ambiental, son luchas colectivas, en las que cada frase del Papa resonará sin cesar. En cada paso que demos, las enseñanzas contenidas en sus Encíclicas Laudato Si’ y Laudato Deum serán nuestro faro, nuestras guías. "Todo está relacionado", decía el Papa en Laudato Si’, y esa verdad se refleja hoy más que nunca en nuestras luchas diarias. La interconexión de los seres humanos con la naturaleza, el cuidado del planeta, la justicia social, todo está entrelazado. “El mundo es algo más que un problema que debe resolverse, es un misterio gozoso que contemplamos con alabanza y júbilo.” El legado del Papa Francisco trasciende su tiempo y su figura: es una invitación permanente a vivir con compasión, humildad y coraje, a construir una sociedad más fraterna y un planeta más habitable para todos. Su voz, que supo incomodar a los poderosos y abrazar a los excluidos, seguirá viva en quienes soñamos y trabajamos por una humanidad reconciliada con la Tierra y consigo misma. A partir de hoy, el Papa Francisco no se va, porque está vivo en nuestros corazones, en nuestras decisiones, en cada acto de compromiso con los más vulnerables y con el planeta que habitamos. El Papa sigue entre nosotros, inspirándonos a continuar con una lucha que es de todos, por la justicia y por la paz en la Tierra. ¡Que su legado sea nuestra fuerza para seguir adelante! (*) Abogada ambientalista. Directora de la Fundación Cauce.
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