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Concordia » Diario Del Sur Digital
Fecha: 21/04/2025 09:50
Por «Corchito» González (Especial para Diario del SUR Digital desde los pasillos del Palacio Municipal) En un acto de heroísmo burocrático sin precedentes, el intendente Azcue ha decidido que el municipio necesita un lifting generacional. ¿La receta? ¡Jubilar a patadones a los veteranos! Sí, señores, esos tristes seres que llevan décadas cobrando sueldos por… ¿trabajar? ¡Qué atrevimiento! Con el famosísimo Decreto oculto 201/25 (tan secreto que hasta lo firmaron con tinta invisible), Azcué ha inaugurado la era del “cumpliste años, rajás”, una política de recursos humanos tan innovadora como cuestionable. “Acá el que arruga, no se queda ni para la foto”, habría dicho un trabajador municipal. Pero ¡oh, sorpresa! Entre los jubilados express hay varios peones incómodos de los gremios, esos grupos que al intendente le caen tan bien como una multa de tránsito. Claro, ¿para qué dialogar con sindicatos cuando puedes mandarlos a casa con una palmadita en la espalda y unas facturitas no tan casual pasando por Tesorería? El quid de la cuestión está en el área de Liquidaciones, ese antro donde se cuecen los sueldos, los adicionales creativos y los convenios bajo mesa. Ese rincón mágico del municipio donde los sueldos no se calculan, se alucinan, y los «adicionales» son tan creativos que hasta Picasso firmaría las planillas. Allí reina Marcela Laurel, la emperatriz indiscutida de las cifras. Marcela es una reliquia burocrática que ha visto caer intendentes como moscas en verano. ¿Su superpoder? Hacer que un presupuesto ajustado se estire como chicle en manos de niño. La pobrecita ni se imaginaba que el intendente quería reemplazarla con un yes-man político, preferiblemente uno que sepa sumar… ¡pero solo hasta el número de votos necesarios! Porque, claro, ¿qué mejor que un recién llegado con lealtad al ejecutivo para esconder los huesitos sucios entre las hojas de Excel? Eso sí, los hermanos Avallones (dueños informales del área) no piensan soltar su feudo sin pelear. Y ni hablar del gremio de Massi, que ya frota sus manitas soñando con meter a alguien de los suyos. ¿El resultado? Una telenovela de poder donde todos quieren el control remoto… pero nadie sabe cambiar las pilas. Mientras tanto, Azcue amenaza con seguir limpiando (léase: purgando) la planta municipal. “Queremos gente joven, dinámica… y que no pregunte mucho”, parece ser el lema. ¿Ganará el ejecutivo, los Avallones o Massi? Apostamos a que el único perdedor será el sentido común. Y mientras tanto, el intendente sigue repartiendo jubilaciones como si fueran caramelos… ¡pero sin el dulce! ¿La moraleja? En el municipio, la experiencia es un estorbo… hasta que hay que explicar por qué el agua caliente sale fría. Azcue y el arte de gobernar (o cómo hacer magia… con la plata ajena)!!! Para cerrar una semana tan gloriosa como un partido de fútbol con autogol, el intendente Azcue ha decidido regalarle a Concordia un acto de generosidad digno de Robin Hood… pero al revés. Sí, señores, Azcue anunció la baja de la tasa comercial para los millonarios. ¿El motivo? Según él, «estimular la economía». Claro, porque nada revitaliza un municipio como aliviarle los bolsillos a quienes ya tienen yute para tapizar el Río Uruguay. Doña Reta de Urquiza, desde su mausoleo, debe estar sonriendo: al fin un heredero político para su cruzada de «bajar impuestos a los ricos». Mientras tanto, la clase media concordiense —esa que paga hasta por respirar en la vereda— sigue sin entender cómo un «impuestazo» del 180% (sí, leyó bien: ciento ochenta) fue la solución preferida de Azcue para equilibrar las cuentas. ¿Y qué mejor manera de compensar ese saqueo fiscal que castigar a los que aún no huyeron de la ciudad con aumentos estratosféricos? La lógica, como el agua potable en verano, brilla por su ausencia. Pero no todo es tristeza en este circo. Los empleados municipales, recibieron en marzo un aumento «histórico» del 12%… ¡tras tres meses de salarios congelados! Y eso no es todo: el presupuesto 2024 promete un espectacular 26% anual. O sea, con la inflación galopante, para diciembre podrán comprarse un sanguche de mortadela… si comparten. Mientras, las calculadoras del municipio —o lo que quede de ellas— lanzan humo tratando de cuadrar números que solo Azcue y su séquito de asesores místicos parecen comprender. ¿Y las cooperativas? Ah, ese capítulo aparte. Azcue, en un arranque de filantropía neoliberal, duplicó el presupuesto para estos grupos —curiosamente manejados por su tío, ese fantasma que opera entre bambalinas—. ¿La excusa? «Prestan mejores servicios que el municipio». ¡Y claro! ¿Para qué invertir en empleados públicos si puedes pagar fortunas a cooperativas que, oh casualidad, generan empleo… pero dejan las sombras bien largas? El ajuste, eso sí, se lo comen los sueldos municipales. Prioridades, señores. En medio de este festival de incoherencias —donde las reformas tributarias, las políticas salariales y los servicios públicos compiten por el título de «peor gestión del siglo»—, los empleados, hartos de que los gremios los hayan vendido como figuritas de álbum, se organizan para reclamar. Su exigencia estrella: que Azcue «suspenda el negocio de las cooperativas». Alguien avise al tío: que esconda las facturas. En fin, Concordia vive días de surrealismo puro, eso sí, el intendente tiene un don: logra que hasta el caos parezca parte de un plan maestro. Doña Reta De Urquiza y Azcue: el tándem que gasta 10 millones por concejal… mientras el pueblo come pan con aire» En estos días de risa y escarnio, el noble intendente Azcue, señor de Concordia y maestro del “yo no fui”, ha alzado su voz cual trovador desesperado para desmentir a los mensajeros del reino (léase: medios nacionales). ¡Y vaya que lo hizo con pompa! Con la elegancia de un bufón que tropieza sobre su propia capa, juró ante los cuatro vientos que las acusaciones de dilapidar el erario son “mentiras tejidas por envidiosos y hechiceros de baja estofa”. “¡Nada de 10 millones por edil!”, aseguró que “las cifras son invenciones de quien no conoce el arte de la contabilidad… ¡o de la magia negra!”. Doña Retórica de Urquiza, secundó el coro con un discurso de austeridad tan convincente como un dragón vegetariano. En su sermón de austeridad —más creíble que un asno recitando sonetos—, jura ante los cielos que “todo es calumnia de malquerientes”. Mas, ¡oh sorpresa!, en las sombras del salón de mármol, los ediles brindan con copas de cristal tallado por el “ahorro ejemplar”. “Hablamos de recortes… ¡pero en las mangas de la honradez!”, declara, mientras el vino corre como río y los sirvientes barren migajas de oro. El intendente AZCUE, cual hábil prestidigitador, saca de su chistera el “no fuimos nosotros” y señala a la gestión pasada como culpable de todo mal. “¡Por el honor de mi barba!”, exclama, “solo llevamos un año en el trono” ¿Acaso un año no basta para que un bosque arda? Mas hete aquí que ENRIQUITO EL VELOZ, duque de las excusas, le responde con la agilidad de un galgo: “¡Francolini lo hizo!”, resaltando que él mismo presidió el Concejo cuando las monedas volaban como mariposas. Los números, ahora, son mero papelote de bufón: el presupuesto revela que cada concejal cuesta 10 MILLONES DE PESOS —cifra que haría ruborizar hasta a Midas-, mientras los 51 asesores siguen clavados. Un circo romano donde el sentido común es el único devorado por los leones. En el concejo, la productividad es mito antiguo, las ordenanzas duermen el sueño de los justos, y las sesiones son siestas con acta. ¿Quién es el villano? ¿AZCUE? ¿RETA DE URQUIZA? ¿ENRIQUITO? ¿FRANCOLINI? ¡Todos! ¡Ninguno! ¡La culpa es del viento que roba los documentos… o de Merlín por no hechizar las cuentas! En conclusión: aquí no hay culpables, solo títeres en un carnaval de ineptos. ¡Concordia, tierra donde el presupuesto crece como la hierba… y la vergüenza brilla por su ausencia! PD: ¡Dios salve al Concejo… (pero que nos salve de él)! ¡Hasta la próxima Concordia! Que la risa no les falte… aunque sea para no llorar.
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