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» Elterritorio
Fecha: 20/04/2025 09:52
Gunnar Nielsen dejó Posadas con 18 años y emigró a Dinamarca. Pasó por Suecia e Islas Feroe y se quedó. “Soy misionero, la raíz no se mueve”, aseguró el delantero domingo 20 de abril de 2025 | 6:05hs. Gunnar trabaja de psicólogo, se casó con una danesa y tiene tres hijas, pero todavía se reconoce misionero. “La idea era quedarme, jugar un año, dos y volver. Una cosa llevó a la otra. Me empezó a ir bien en el fútbol y pasó el tiempo”. Gunnar Nielsen armó su valija a los 18 años, decidió ir a probar suerte en Europa, conocer, jugar, armarse de experiencias y pegar la vuelta a la tierra colorada. Tenía la base de Guaraní, de haber jugado a la pelota en el siempre competitivo fútbol argentino y eso le sirvió para quedarse más de 20 años en el viejo continente. El posadeño reconoce que el primer tiempo fue duro. El clima, la cultura, el idioma, las costumbres. Adaptarse no fue fácil, pero tenía claro por qué tenía que aprovechar su oportunidad. “Yo no tenía una alternativa mejor en Posadas. Esa obligación de ‘me tengo que adaptar’ es muy fuerte. Fue durísimo, no entendía nada, jugaba en la nieve, todas esas cosas a las que uno no está acostumbrado. Además, el estilo de juego era muy físico, te chocan, te tiran y eso también lo sufrí mucho”, reconoció el misionero. Gunnar arrancó en el ascenso danés, llegó a la Primera División y después fue y volvió. Pasó por Islas Feroe, por Suecia, pero pegó siempre la vuelta a Dinamarca y hoy vive en Sønderborg, cerca de la frontera con Alemania. “Cada país me enseñó algo. En Dinamarca encontré equilibrio, tranquilidad, seguridad, me casé con una danesa, tuve tres hijas y empecé a reflexionar dónde iba a vivir y eso que antes mencionaba lo vi más en Dinamarca”, analizó. El misionero se fue por un año o dos y lleva más de 20 en el Viejo Continente. Armó su vida allá, estudió psicología deportiva, sigue ligado al deporte y más allá de lo que fue creando tiene claro de dónde viene: “Llegué a los 18 años a Dinamarca, jugué en Islas Feroe, en Suecia y pasé más tiempo acá que en Misiones. Soy misionero, soy argentino, la raíz no se mueve, sigue firme”. Volver a las raíces En esos difíciles años de principios de siglo, de una Argentina que venía muy golpeada económicamente, irse a probar suerte era una posibilidad latente en muchos jóvenes. España e Italia, en Europa fueron de los destinos más elegidos por muchos argentinos. Pero hay puntos del mundo que no suelen ser una opción fácil, salvo que allá algo que te una, por ejemplo, a Dinamarca. El delantero posadeño hizo inferiores en Guaraní y emigró al Viejo Continente. “Yo empecé a mirar la historia de mi familia. Empecé a averiguar. Mis abuelos se fueron en barco, escapándose de una guerra (Segunda Guerra Mundial) y recibieron un pedazo de tierra en Mártires y ahí armaron su vida”, contó Gunnar Nielsen. Él hizo lo inverso. No fue en barco como sus abuelos, se tomó un avión y cruzó el océano Atlántico. Volvió al país del que sus antepasados se habían escapado. El objetivo era el mismo: buscar un mejor futuro. “La diferencia entre Argentina y Dinamarca es muy grande. El clima, la cultura es distinta, pero con la pelota te acostumbrás. No te queda otra. Los argentinos tenemos la capacidad de adaptarnos rápido”, reconoció. Si bien había una conexión, el cambio fue complejo, sobre todo para un joven de 18 años. El fútbol fue un aliado para, en esos primeros años, hacer su camino en un país con costumbres y maneras de ver el mundo tan distintas. Estudiar también fue clave. En un país como Dinamarca es muy valorado. Jugaba y estudiaba. Se recibió, pero todavía había algo pendiente. “Pensé mucho en volver, en jugar en Misiones. Quería volver y cerrar algo, pero no se dio. Vino el coronavirus, fue un poco antes y mis hijas eran chicas”, contó. “Todos saben que el fútbol se termina y a la par estudié. Estudié psicología deportiva. Cuando terminé en el fútbol es como que una parte mía se murió. El cierre deportivo es todo un tema, a muchos les agarra depresión. Empecé a trabajar, pero como que había perdido la identidad, me faltaba competir”, confesó sobre el momento en el que decidió dejar de jugar. “Hicieron una cancha de pádel acá cerca, me invitaron a jugar, perdí unos partidos y el pádel me despertó la competencia”. Volvió a sentirse completo desde ese mundo deportivo. “Traté de inspirar cuando vine, después vino mi hermano, vino mi hermana y hoy trato de inspirar a mis hijas a través del pádel”, agregó. Parece que la vida de Gunnar en Dinamarca está muy encaminada, ordenada, pero la chance de pegar la vuelta vuelve. “Lo charlamos con mi mujer. Me encantaría ver a mi familia en Posadas, al menos medio año o un año”, reconoció y hasta se ilusiona con que sus hijas, que juegan al fútbol, puedan incorporar algo del potrero argentino. Quizás esa, el potrero en el que aprendió a jugar, sea una de las claves por las que Gunnar tuvo una chance en la tierra de sus abuelos. “El argentino es muy respetado en el exterior, sobre todo en el fútbol. Es por Messi, por Maradona, pero el argentino futbolista es muy valorado, siempre fue un plus”, aseguró. Hoy el misionero divide su tiempo entre el deporte y su trabajo como psicólogo. “Trabajo en una empresa que ayuda a las personas que tiene problemas de salud mental. En Dinamarca, cuando alguien pierde el trabajo, cuando no puede trabajar por un tema relacionado a la salud mental, el gobierno te da una ayuda social y una de las exigencias es que te trates, que puedas resolver esos problemas”, explicó. A sus 41 años, con 23 en Europa y 18 en Misiones, Gunnar Nielsen se sigue reconociendo argentino y misionero. Levanta esas banderas. Se fue a probar suerte y se quedó. Formó su familia, pero no olvida sus raíces. El fútbol fue su llave de ingreso a un mundo distinto, le permitió acortar distancias en lo cultural y hacer suyo un país en el que eligió armar su vida. Compartí esta nota:
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