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Parana » AIM Digital
Fecha: 20/04/2025 03:41
El gran filósofo del pesimismo, Arturo Schopenhauer, del que Borges suponía que quizá había desvelado los secretos del universo, llamó la atención una vez sobre esa gente, que todos conocemos, de las que parece brotar la alegría como de una fuente inagotable. Y comparó esa alegría con la moneda contante de la felicidad, en la por otra parte él no creía, quizá porque no cabía en la voluntad imperiosa y ciega que en su sistema es la raíz de todas las cosas. Más bien consideraba a la felicidad una ilusión que producía sufrimiento cuando se quería alcanzarla. El poeta argentino Raúl González Tuñón expresó en un poema su admiración por un negro que vio en Panamá: "Era un negro muy negro y flaco muy flaco. No tenía nada. No tenía novia. No tenía madre. Ni madrina. Ni goma de mascar. No tenía nada. Entonces, ¿qué tenía? ¿Por qué reía, por qué cantaba? Bailaban sus dedos vertiginosamente en un pequeño cajón de lustrabotas. ¡Qué negro aquel! Daba gusto oírlo, la tonada era alegre, movía los hombros, movía la cabeza, movía los ojos, movía los pies." Tanto Schopenhauer como González Tuñón, capacidades personales aparte, se movían dentro de las ideas y valores de la civilización occidental a la que pertenecían y a la que criticaron desde puntos de vista muy diferentes. El Vedanta hindú considera que a la realidad última, con la que coincidimos cuando levantamos el velo que nos separa de ella, se puede aludir con la tríada "Sat, Cit, Ananda", que se traduce como "Verdad, Conciencia, Beatitud". El poeta Juan Laurentino Ortiz, durante un viaje a la China hace décadas, visitó un asilo de ancianos. A uno, que estaba dando forma a una artesanía, le preguntó si era feliz. El viejo le contestó: "¿Y cómo ser si no?" Es decir, así como la esencia de cada uno y la esencia de la realidad toda para el hinduismo es Ananda, beatitud, felicidad, la única manera auténtica de ser para ese anciano chino, que tampoco tenía bienes materiales, era ser feliz. Este es el punto de vista tradicional, el mismo que sostenía y vivía la chamana maya mexicana Margarita Núñez García, la abuela Margarita, muerta en 2021 a los 86 años cuando integraba el consejo internacional de ancianos indígenas. La abuela Margarita dijo en una entrevista: "A mí me da alegría todo, aunque a veces en el momento en que pasan las cosas, no haya tanta alegría. En la vida todo es experiencia, y las experiencias son necesarias". Se crió en el campo, en el estado mexicano de Jalisco, y aprendió de su bisabuela curandera, con la que vivió hasta los 14 años. Una cosa que le enseñó su bisabuela es a amar sin apego, sin ataduras, dejando ir lo que se deba ir, como a nadie se le ocurre detener las nubes que se lleva al viento por el cielo. "Porque una cosa es ser limosnero y otra, ordenarte a ti mismo, saber qué es lo que necesitas. Muchos creyentes se han vuelto dependientes, y el espíritu es totalmente libre; eso hay que asumirlo. Nos han enseñado a adorar imágenes en lugar de adorarnos a nosotros mismos y entre nosotros”. "Cuando la humanidad recuerde quién es, vendrá un cambio maravilloso." “Recuerda, la vida es preciosa, la más grande tarea es amar y ser amada. Recuerda, la vida es preciosa, la más grande tarea es amar y valorar todo lo que me rodea y ser feliz, feliz, feliz. -Yo les invito a no hacerse discípulo de nadie, pues cuando uno se hace discípulo, entrega el poder." Según la filosofía tradicional maya, de la que la abuela Margarita era guardiana y expositora, en algunas épocas la sabiduría se retira y es preservada en círculos cerrados, mientras afuera circulan la ciencia, la religión y la filosofía. La abuela Margarita revela: "mis antepasados nos dejaron a los abuelos la custodia del conocimiento: “llegará el día en que se volverá a compartir en círculos abiertos. Creo que ese tiempo ha llegado...". De la Redacción de AIM.
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