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Concordia » Despertar Entrerriano
Fecha: 18/04/2025 21:33
La psicóloga Adriana Echeverriborda Puyol, con casi cuatro décadas de experiencia clínica, alerta sobre los efectos cada vez más graves que tiene la exposición temprana y sin control a dispositivos digitales en niños y niñas. A través de su análisis profundo y sin eufemismos, remarca que no se trata solo de “uso excesivo de pantallas”, sino de una verdadera forma de violencia, invisibilizada y normalizada por los adultos. “Los niños que están expuestos a las redes o a distintas plataformas sin supervisión y control de los padres son víctimas de una violencia no solo digital, sino también familiar”, afirma con contundencia. Más que ciberacoso: una violencia cotidiana y compleja En tiempos donde la tecnología atraviesa cada aspecto de la vida cotidiana, especialmente la de los más pequeños, Echeverriborda lanza una advertencia clara: la violencia digital no se limita al ciberacoso o a los contenidos inadecuados, sino que incluye el abandono emocional, la desconexión del mundo real y la enajenación de los propios sentimientos. “La violencia digital se manifiesta cuando el niño se ve forzado a consumir contenido emocionalmente manipulador, como cuando un video le dice ‘si amás a tu mamá, suscribite al canal’. Esa utilización banal de las emociones desvaloriza el mundo afectivo del niño”, explica. El niño es llevado a participar activamente de dinámicas violentas que, al repetirse, terminan por parecer naturales. Echeverriborda advierte que incluso desde bebés algunos niños están siendo expuestos a dispositivos como forma de entretenimiento, lo cual constituye un riesgo físico directo. “El músculo ocular no trabaja. Mirar una pantalla fija por horas, todos los días, genera una mirada unidireccional. A los 10 años, muchos chicos necesitarán anteojos por esta razón”. La pantalla como sustituto del vínculo Durante los primeros cinco años de vida —etapa clave para el desarrollo neuroemocional— los niños deberían estar completamente alejados de las pantallas. “Un niño necesita el contacto físico, el juego libre, la mirada atenta de sus padres. Necesita aburrirse, moverse, tocar, oler. Esa es la base del desarrollo sano”, sostiene la psicóloga. Además, resalta un error común: se ha demonizado el juego simbólico (como jugar con pistolas de juguete), sin considerar que, al jugar, el niño proyecta y elabora su propia agresividad. En cambio, las plataformas digitales le imponen un modelo de violencia en el que ya no hay juego, sino una participación dirigida, que lo arrastra y lo forma sin posibilidad de reflexión ni descarga emocional. “En lugar de proyectar hacia afuera sus emociones, el niño es absorbido por la lógica violenta de las redes. Ahí ya no está jugando: está siendo jugado”. Neurociencia y desarrollo frenado Desde la neurociencia moderna se sabe que la neurogénesis —la formación de nuevas neuronas— continúa durante toda la vida. Pero ciertos factores pueden frenar. Entre los que la estimulan: el sol, la actividad física al aire libre, el uso del olfato, el juego real. Entre los que la bloquean: el sedentarismo frente a pantallas, la medicación sin justificación y la falta de estímulos sensoriales. “Hoy muchos niños están siendo medicados porque están inquietos. En lugar de entender esa inquietud como algo vital, se los calma con pastillas o con celulares. Es veneno para el desarrollo del sistema nervioso”, afirma Echeverriborda. Riesgos graves en la etapa escolar A medida que crecen, los riesgos se agravan. Grooming, abuso sexual en línea, pedofilia, sobreexposición de la imagen del cuerpo infantil, presión estética, aislamiento social y adicción a los videojuegos son solo algunos ejemplos. Las plataformas están diseñadas para generar consumo. Y lo prohibido, como bien advierte la psicóloga, siempre resulta más atractivo. “El problema no es solo lo que los niños ven, sino lo que los adultos no ven. Muchos padres no tienen idea de qué contenido consumen sus hijos, ni con quién se vinculan online. Y lo más grave: hasta los 18 años, los responsables legales de lo que hacen los hijos son sus padres”. Incluso organismos internacionales como la UNESCO, la UIT y UNICEF han señalado con preocupación esta situación. Han impulsado campañas como el Día de Internet Segura para fomentar un uso consciente de la tecnología, aunque estas acciones no pueden reemplazar el rol insustituible de los adultos que conviven con los niños a diario. Adultos como espejo “El niño se forma a través del espejo que le ofrecen sus cuidadores. ¿Qué espejo ve cuando sus padres están todo el tiempo conectados al celular, sin escucharlo, sin mirarlo?”, plantea Echeverriborda. “Estamos criando niños desvalorizados, aislados, con carencias afectivas, físicas y sensoriales profundas. Y eso va a tener consecuencias graves en el futuro cercano”. Menciona, por ejemplo, la alarmante baja de vitamina D en niños y adolescentes por falta de exposición al sol, lo que conlleva fatiga, depresión, bajo rendimiento escolar y fragilidad ósea. “Antes los hospitales tenían solariums. Hoy los chicos no salen de sus cuartos”. Una advertencia con propuestas La violencia digital infantil es un fenómeno complejo que requiere una respuesta activa, responsable y amorosa. Para la especialista, es urgente volver a lo básico: más contacto humano, más experiencias reales, menos pantallas. “El niño necesita correr, equivocarse, ser acompañado por adultos presentes. Necesita tocar el mundo, no solo mirarlo desde una pantalla”. Echeverriborda no niega los beneficios de la tecnología —el acceso al conocimiento, las herramientas educativas—, pero insiste: “Debe estar supervisada, dosificada, con criterio y con amor. Y sobre todo, debemos dejar de mirar hacia otro lado. Porque lo que le pasa a los niños es consecuencia directa de lo que hacen —o no hacen— los adultos que los rodean”. Adriana Echeverriborda Puyol. Psicóloga especializada en: Psicoterapia psicoanalítica focalizada – Psicoterapeuta gestáltica integrativa – Psicoterapias cognitivas/comportamentales – Psicología médica y perinatal – Psiconefrología – Especialización en medicina del estrés Mat. Nº 306 – Provincia de Entre Ríos (desde 1995) Turnos al 3454067099
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