Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Seis curiosidades de “Game of Thrones”: del “desplante” de la reina Isabel II a los “lobos terribles” que la ciencia logró revivir

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 17/04/2025 02:55

    El último episodio de "Game of thrones" fue visto por unos 40 millones de personas en su estreno. (Créditos: HBO Max) David Benioff y D.B. Weiss leyeron por separado los libros de George R.R. Martin que integran la saga Canción de hielo y fuego. Pero la sensación, como un flechazo, les apareció frente a la misma escena: la que narra la llamada “Boda Roja”, en la que todo parece igual de feliz que en cualquier otro casamiento pero, de repente, se desata una masacre sangrienta. Hay degüellos y puñaladas. Venganzas y ambiciones. Frente a esa escena, ambos productores televisivos supieron que en esa historia que leían podía pasar cualquier cosa porque cualquier personaje, incluso los más protagónicos, podía morir en cualquier momento. Ahí supieron que querían convertir esa saga de literatura fantástica en una serie de televisión. No sabían que se les estaba ocurriendo la más premiada y la más vista de la historia: Game of Thrones. Se estrenó hace exactamente 14 años, tuvo ocho temporadas e hizo que millones de personas en el mundo firmaran una petición virtual para que se grabara de nuevo la última de esas ocho, indignados con el desenlace. “La Boda Roja”, la escena más difícil de escribir Después del “enganche” que les provocó a Benioff y a Weiss esa escena, decidieron abordar al escritor estadounidense para convencerlo de que les vendiera los derechos de adaptación de su saga literaria a un producto televisivo. Le contaron que los hechos ocurridos en la “Boda Roja” los habían convencido de que ahí había una gran historia para el formato audiovisual. George R.R. Martin puso a prueba a los productores que lo contactaron para adaptar sus libros a una serie. (Photo by Steve Jennings/WireImage) George R.R. Martin, que había aceptado almorzar con ellos en Palm Beach para escuchar la propuesta, los puso a prueba. Les preguntó por pormenores de la saga para ver si la habían leído completa y con atención, e incluso les preguntó qué imaginaban para el futuro (aún no escrito) de algunos personajes. Y les contó que escribir los hechos narrados en la “Boda Roja” había sido el trabajo más difícil de toda la saga: es que estaba encariñado con los personajes que son asesinados en esa masacre disfrazada de ceremonia nupcial. Finalmente, como vio que Benioff y Weiss estaban realmente interiorizados con la saga, y que, como él, estaban convencidos de que cualquiera podía morir en cualquier momento, aceptó la propuesta y se comprometió a participar en los guiones, algo que no se sostuvo en todas las temporadas. Game of Thrones debutó en HBO en 2011: las primeras cinco temporadas se basaron en la saga publicada por Martin. De la sexta a la octava, se trabajó con las claves principales de libros que el escritor, al día de hoy, aún no publicó. Y los productores decidieron introducir varios cambios en la trama, incluso los hechos contados en la emblemática “Boda Roja”. Un lingüista y dos idiomas inventados En la saga Canción de hielo y fuego hay personajes que no hablan en inglés, el idioma imperante en el mundo fantástico inventado por George R.R. Martin. Son los que hablan Doth’raki y Alto Valyrio, dos lenguas especialmente presentes en la trama que sigue el destino del clan Targaryen, especialmente a su gran protagonista, Daenerys. Emilia Clarke interpretó a Daenerys Targaryen, una de las grandes protagonistas de la serie. Pero para la adaptación televisiva, las palabras en esos idiomas que había llegado a inventar George R.R. Martin en sus libros eran demasiado pocas. No alcanzaban para construir un dialecto en el que pudieran expresarse cómodamente varios personajes que iban a tener interacción con distintos protagonistas. Los productores ejecutivos intentaron desarrollar cada uno de esos dos idiomas de forma tal que tuviera un sentido, tanto fonético como lingüístico. Pero enseguida se dieron cuenta de que no era una tarea para cualquiera, así que contrataron David J. Peterson, el lingüista que “construyó” tanto el idioma Doth’raki como el Alto Valyrio. A cada uno de ellos le otorgó al menos 2.000 palabras, un trabajo que después se vio ampliado en foros de fanáticos de la serie. El impacto masivo de Game of Thrones fue tal que el Alto Valyrio está disponible para aprenderlo en Duolingo, la app más popular del mundo entre quienes buscan conocer nuevos idiomas y comprender cómo usarlos. El imperio romano metido en la trama En su saga, George R.R. Martin inventó un mundo. La saga El señor de los anillos, creada varias décadas antes por J.R.R. Tolkien, fue una gran inspiración para imaginar todo ese universo que cuenta en Canción de hielo y fuego. Sin embargo, algunos elementos de la trama le deben mucho a hechos históricos que sí ocurrieron. Por un lado, la Guerra de las Dos Rosas inspiró la Guerra de los Cinco Reyes que cuenta la historia de Martin. La verdadera contienda bélica se produjo en el siglo XV y enfrentó a las casas York y Lancaster, que se disputaban el derecho al trono de Inglaterra. Algo de todo eso se refleja especialmente en el enfrentamiento entre los Lannister y los Stark, dos de las familias protagonistas de la serie. El Muro de Adriano mide 117 kilómetros. Llevó seis años construirlo, y actualmente es Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO (Photo by OLI SCARFF / AFP) A la vez, el enorme muro que separa el mundo habitado por los hombres del que habitan los peligrosísimos “caminantes blancos”, ese muro detrás del que la muerte es casi el único destino posible y que es vigilado constantemente por la Guardia de la Noche, está inspirado en el Muro de Adriano. Con esa construcción que se prolongaba a lo largo de 117 kilómetros, los romanos protegían sus dominios en territorios britanos de los pueblos originarios que llegaban desde el norte para invadirlos. En la serie, el Muro separa los Siete Reinos de la tierra de los salvajes. La Reina que le dijo que no al Trono La popularidad de la serie fue casi inmediata. Aunque el primer capítulo -que grabaron una vez, mostraron, les fue pésimo, cambiaron casi completamente y volvieron a grabar- no fue especialmente exitoso, con el correr de las emisiones los televidentes se fueron sumando de a millones. Al final de la primera temporada, Game of Thrones era el suceso televisivo del año y prometía ir por más. En medio de esa vorágine, la reina Isabel II hizo una gira protocolar por Irlanda del Norte, uno de los once países en los que se grabó la serie. En medio de las visitas a las que ya estaba acostumbrada tras unos sesenta años de reinado, se encontró con algo nuevo: un tour oficial por uno de los sets de grabación más utilizados de la producción de HBO. Isabel II visitó el set de filmación de la serie en Belfast, Irlanda del Norte, en 2014. REUTERS/Phil Noble/File Photo Hizo el recorrido y, claro, la invitaron a sentarse en el disputado Trono de Hierro, ese que quiere para sí cada uno de los clanes en medio de guerras, conspiraciones, espionaje y alianzas. Pero la Reina les dijo que no, que no se iba a sentar en ese trono. El motivo la excede: por protocolo, ningún monarca británico puede sentarse en un trono que no sea el de su Corona. Y eso incluye, parece, hasta los reinados ficticios. Un éxito total y sus trucos para no “spoilear” Game of Thrones tuvo 160 nominaciones a los premios Emmy, el máximo récord de una serie televisiva. Recibió 59 de esos premios. Peter Dinklage, el actor que encarnó a ese por momentos héroe y por momentos villano que es Tyrion Lannister, rompió una barrera inédita: fue nominado ocho años seguidos -las ocho temporadas- al Emmy a Mejor Actor de Reparto. Ganó cuatro. La serie destinó primero seis millones de dólares a cada episodio, después diez, y durante la última temporada, alrededor de quince. Producirla era carísimo, pero las ganancias de HBO vinculadas a su emisión se estiman en mil millones de dólares: un éxito también desde lo financiero. Tyrion Lannister, uno de los personajes centrales de la serie. Su intérprete fue nominado al Emmy en todas las temporadas de la serie, y ganó cautro veces. Sólo en Estados Unidos, 19 millones de personas miraron su último capítulo. En el mundo fueron casi 40 millones. Y eso sólo por los canales oficiales. A eso hay que sumarle la piratería, que aunque es incalculable, se estima que fue similar a los televidentes que la siguieron por la emisión de HBO. Luchar contra cualquier filtración de la trama fue uno de los objetivos que los productores siempre tuvieron claros y, con el correr del éxito, resultó cada vez más importante. Para eso, dieron a los actores los guiones en iPads especialmente encriptados, combatieron cualquier presencia de drones intrusos en los sets de filmación, e hicieron que, de cara a capítulos muy trascendentales, los actores accedieran al guión muy a último momento. Incluso grabaron varios finales para la serie, de forma que nadie en el equipo de producción ni en el elenco pudiera revelar cómo iba a terminar la historia. Los “lobos huargos” que acaban de “resucitar” La casa Stark, una de las familias que se disputa el poder en los Siete Reinos, tiene un “lobo huargo” como símbolo. Pero, además de esa simbología, ese animal fantástico acompaña a varios de los integrantes del clan y, a través de su compañerismo y su ferocidad ante el enemigo, los protege. Según la descripción que el propio Martin dio de esos animales, un “huargo” es un lobo blanco de gran tamaño. Para la grabación de la serie usaron perros que, a través de efectos especiales en el proceso de post-producción, lucieron más grandes, asemejándose a esas criaturas imaginadas en la literatura. Dos de los "lobos terribles" desarrollados genéticamente. Inspiraron a George R.R. Martin para su saga. (Colossal Biosciences) Hace apenas una semana, una noticia revolucionó al mundo de la ciencia. La empresa estadounidense dedicada a la biotecnología Colossal Biosciences anunció a través de sus redes sociales que había logrado “revivir” al llamado “lobo terrible”, una especie que se extinguió hace entre 10.000 y 12.000 años. El logro fue publicado por la revista Time y enseguida fueron comparados con los “huargos” de Game of Thrones. Es que los “lobos terribles” habían sido una clara inspiración para George R.R. Martin. Según la empresa norteamericana, a través de huesos de animales de esa especie ya extinguida habían logrado, con intervención de la ingeniería genética, “reconstruir” a los “lobos terribles”. Ahora mismo hay tres ejemplares vivos: Rómulo, Remo y Khaleesi, un nombre inspirado en la trama de la serie de HBO. Sin embargo, con el correr de los días se supo que, aunque en términos físicos los lobos actuales son muy parecidos a los de hace miles de años, en términos genéticos se parecen muchísimo menos. Es que la especie actual comparte sólo 20 genes de un total de 30.000 con aquellas criaturas extintas. Pero esos 20 son muy importantes a la hora de determinar el aspecto físico de los lobos que nacieron hace algunos meses. Más allá de la discusión científica, el anuncio enseguida fue vinculado a aquellos “huargos” de la casa Stark. Es que Game of Thrones está definitivamente instalada en el inconciente colectivo, muy lejos de que se extinga la marca que dejó en las millones de personas que se volvieron fanáticas.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

    Examedia © 2024

    Desarrollado por